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Poliamor y contrarrevolución

Varias personas reivindican el poliamor en una manifestación del Orgullo LGTB en Hawaii.

Alicia Díaz

Cada vez son más las personas que se declinan por experimentar y proponer un tipo de amor desligado de la convencional visión de matrimonio a través del concepto de poliamor.

El neologismo poliamor significa tener más de una relación íntima, amorosa, sexual y duradera de manera simultánea con varias personas con el pleno consentimiento de conocimiento de las personas involucradas. Este tipo de amor está siendo arropado cada vez con mayor fuerza dentro de sectores y movimientos propios de la izquierda por considerarse revolucionarios; el poliamor sería la máxima expresión del sentido de libertad amorosa.

¿ Es realmente tan revolucionario el poliamor?

En tiempos del Imperio Romano el amor tenía una función social determinada debido a la necesidad de la época por estrechar lazos entre los soldados de guerras imperialistas reforzando a su vez los ejércitos desde planteamientos actuales de la erótica de la homosexualidad. Pero la imagen de una Roma libertaria y desinhibida sexualmente no era tan real, ya que nos encontramos ante una sociedad repleta de tabúes donde el derecho del “más fuerte” se ejercía sin límites y en el que la mujer dentro del matrimonio estaba definida como subalterna y objeto de dotación doméstica.

Paul Veyne desarrolla todo este contenido en su libro “Sexo y poder en Roma” el cual consideraba una “mafia” la política romana imperante y se preguntaba cómo puede funcionar una sociedad donde ni el robo ni la violencia estaba considerados delitos. El autor respondía: “ Es evidente que funcionó, el derecho del más fuerte se ejercía sin límites donde el derecho privado era deporte nacional.” No parece que fuera una sociedad tan libre como nos la dibujaron pese a que el amor de tipo amistad resurgió como mecanismo de defensa.

Al inicio del siglo XIX con ls llegada de las revoluciones industriales y la acumulación del capital, comienza a extenderse y a preponderar el llamado amor romántico. En él podemos observar vínculos de dominación con necesidades afectivas apoyadas en la seguridad y necesidad típica dentro de los círculos aburguesados, emulando la conducta de la clase aristocrática ávidas de uniones comerciales en las relaciones de conveniencia matrimonial que estaban marcadas por la necesidad de dar continuidad a la estirpe hereditaria y cuyo mecanismo se establecía a través de la reproducción sin que el amor tuviera que estar presente.

La hipocresía social de este tipo de uniones contribuyeron al desarraigo afectivo y sexual de las sociedad, por lo que supuso un aumento de la prostitución y el auge de las enfermedades de transmisión sexual. La clase trabajadora, sin embargo, hace acopio del mismo patrón y se establece en comunidades justificando este tipo de modelo familiar como el apropiado y, como resultado, un formulamiento jerárquico competitivo del término “ amor” que actúa como elemento de dominación .

Lo cierto es que podríamos desarrollar la evolución durante toda la historia de las diferentes maneras en que las sociedades han ido relacionándose pero sabiendo que existen varias formas de amor, el de pareja, podríamos decir que es el “amor mainstream” por excelencia. La tendencia de los idealistas progresistas en el actual sistema capitalista ha sido la de desvinculación al modelo de amor romántico por razones ideológicas ya que éste lleva implícito expresiones relacionadas con el matrimonio, la monogamia y la propiedad privada. Salir de la dinámica convencional y moralista ha empujado a cierta parte de la sociedad a relacionarse de una manera más alternativa.

¿Es la poligamia un método colectivo de relacionarse?

El neoliberalismo ha conseguido un objetivo exitoso que consiste en convertirnos en seres individualistas sin darnos cuentas.

La estructura social contemporánea no está preparada económica ni psicológicamente para las relaciones poliamorosas. El sistema está diseñado para la vida en pareja, sólo tenemos que fijarnos en las dificultades de los más jóvenes a la hora de la emancipación, costearse una vivienda de forma independiente o el acceso a un puesto de trabajo suficientemente remunerado como para hacer frente a la “inversión amorosa”.

Uno de los inconvenientes más importantes y decisivos en un proceso de separación o divorcio son los bienes materiales y la economía. Tanto es así que, una de las causas por las que las mujeres se mantienen dentro de una relación de maltrato es debido a la manipulación sufrida a través de la violencia económica que ejercen sus parejas, reflejo del empobrecimiento femenino entre otras muchas causas.

Si son las mujeres las que sufren mayor índice de desempleo, brecha salarial y mayores dificultades para acceder al mercado laboral, ¿no seguirían en desventaja a la hora de mantener relaciones poliamorosas? ¿Estarían excluidas las mujeres que son madres? Recordemos que siguen siendo las mujeres en un porcentaje de más del 90% quienes solicitan la baja de maternidad para los cuidados de los menores, lo que se traduce en trabajo doméstico y de cuidados con la consiguiente sobrecarga laboral no remunerada femenina. La mujer no tendría tiempo para amar ni para afianzar varias relaciones, sumado al desgaste emocional que conlleva establecer lazos afines con otros sujetos. El poliamor sería otro privilegio masculino. Lo sabe muy bien el sistema neoliberal, experto en explotar de forma “bonita”.

Esto no quiere decir que tengamos que conformarnos con un modelo añejo relacional puesto que la idea es derrocar la arquitectura hegemónica que corrompe las libertades; el problema sigue estando en la forma de amar. No hace falta el matrimonio para una convivencia en pareja, ni tampoco es necesaria la monogamia, ni la obligatoriedad de permanecer; lo atrayente y diferenciador son las conductas basadas en el respeto, la empatía, el compañerismo y los vínculos igualitarios. La palabra compromiso recorre como un calambre en las mentes libertarias, empero, puede que ciertos términos estén siendo sobrecargados por una connotación negativa. ¿No se comprometen los poliamorosos a amar a varias personas a la vez? ¿No es el poliamor otra forma de compromiso?

Otra palabra que produce rechazo en las mentes libres es la de “protección” vinculada al control como respuesta paternalista. Entonces el problema no estaría en el número de relaciones, sino en los conceptos atribuidos de forma peyorativa a los que a priori no parecen tan revolucionario.

No es lo mismo protegerse del agua bajo el paraguas de tu pareja un día de lluvia a que una parte obligue a la otra a meterse dentro de él un día soleado.

El poliamor, además de ser clasista, es puramente individualista; un término postmoderno, una mala copia del concepto “amor libre” y que a su vez lo hace contrarrevolucionario.

En estos tiempos que corren es necesario desafiar a estas tendenciosas corrientes que se infiltran en los movimientos apostando a cambio por la camaradería y el amor atemporal.

Paul Vayne hoy se preguntaría: ¿Cómo es posible el funcionamiento de una sociedad en la que en 2017 ha dejado la cifra de 99 mujeres asesinadas y más de 150.000 denuncias dentro de un marco violento normalizado? Es evidente que funciona, el derecho del más fuerte se ejerce sin límites y es deporte nacional. ¿Cómo es posible el desarrollo de las relaciones poliamorosas en una estructura desigual?

Parafraseando a Alicia Miyares: “Nadie declara ser solipsista sexual (suena muy feo, tanto casi como onanista), pero lo son todas las personas que anteponen la libre elección a cualquier consideración ética y jurídica, o anteponen los deseos individuales a los derechos sociales. El solipsismo sexual y la libre elección son connaturales al género explicativo propio del neoliberalismo.”

Al actual sistema le beneficia que haya individuos dispuestos a mantener vínculos poliamorosos, de esta manera el neoliberalismo se afianza a través de relaciones individualistas dejando de lado el concepto de cambio a través de la colectividad para dar paso al yoísmo.

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