Blanca Martín: “El problema no es la fragmentación política, sino si a la Asamblea se viene a enredar o a trabajar”
Blanca Martín (1976, Plasencia) defiende la política y el trabajo de los políticos contra viento y marea, sobre todo el que realizan los 65 diputados de la Asamblea de Extremadura, institución que preside desde 2015. Lo demostró en el último pleno de esta legislatura al asegurar que la política extremeña es un ejemplo para España, a pesar de que finaliza un periodo que califica como de “los más complicados” en los 40 años de autonomía. Del Estatuto precisamente destaca que ha posibilitado que los extremeños y extremeñas sean quienes dibujen su propio futuro.
En el último pleno de la legislatura, celebrado hace algo más de una semana, hizo un alegato a favor de la política extremeña. ¿Ha sido la Asamblea un ejemplo para otros parlamentos autonómicos?
Estos últimos cuatro años han sido un ejemplo de legislatura porque, aparte de la relación personal que existe entre nosotros, ha habido leyes que se han propuesto conjuntamente por los cuatro grupos parlamentarios (PSOE, PP, Cs y Unidas por Extremadura). Creo que debe de haber sido de los poquitos parlamentos autonómicos con una mayoría absoluta de un grupo políticos en concreto, y que por lo tanto no tenía por qué contar con el resto de fuerzas, en el que han salido adelante leyes tan importantes como la del Reto Demográfico. Por eso creo que la política en esta región merece la pena.
También ha sido una legislatura excepcional porque ha estado marcada por el covid
Por supuesto, ha sido una legislatura muy difícil por el covid porque llevábamos prácticamente nueve meses cuando todo se paró en marzo de 2020. No sabíamos tampoco muy bien cómo hacerlo, teníamos muchas dudas pero siempre muy claro que el Parlamento no se podía cerrar. Aquí había que dar explicaciones de qué estaba pasando por parte del Gobierno y los grupos parlamentarios tenían que estar informados, y dejar constancia de las medidas que se estaban tomando. Se habilitó una diputación permanente para poder funcionar de alguna manera, donde además estábamos expuestos al propio virus mientras no se sabía muy bien cómo combatirlo. Se pusieron en marcha ciertas medidas de seguridad y se habilitaron cuestiones que no están en el Reglamento de la Asamblea de Extremadura ni en ningún otro reglamento porque no había pasado nunca. Fueron momentos complicados y duros pero estábamos aquí cinco días después del decreto del estado de alarma con una comparecencia del vicepresidente segundo de la Junta y reuniones quincenales de la diputación permanente. Esta aventura ha sido la más complicada en 40 años de autonomía.
¿Y qué ha sido lo mejor desde que Extremadura obtuvo su autonomía con un estatuto que este año cumple su 40 aniversario?
La capacidad de gobernarnos a nosotros mismos, de poder ser nosotros quienes decidamos dónde y cómo se hacen las cosas, sobre todo en referencia a esa deuda histórica que todavía existe con Extremadura. Otras comunidades autónomas ya lo habían conseguido pero nosotros partíamos básicamente desde cero y ha sido la gran revolución de esta tierra.
Ya que menciona la deuda histórica, ¿cuáles son las asignaturas pendientes de la autonomía?
Todavía hay muchas. No sé en cantidad presupuestaria de cuánto dinero podríamos estar hablando, pero una deuda histórica con esta tierra tiene que ver donde ahora precisamente empezamos a avanzar: que haya industrias en Extremadura. Es algo que se nos ha negado en diferentes etapas de la historia, en la Revolución Industrial se nos negó, en el siglo XX también, y creo que hemos llegado tarde, pero hemos llegado a esa tercera revolución industrila, que en este caso es verde. Es nuestro momento y todos esos recursos que tenemos, especialmente recursos naturales, el sol, el agua, son la energía del futuro. Por lo tanto, insisto en que creo que ha llegado nuestro momento. Y, por supuesto, una deuda histórica con Extremadura es evidentemente el tren porque siempre hemos sido los últimos a la hora incluso de que se incluya en los Presupuestos Generales del Estado. Se ha considerado siempre como algo que no era prioritario porque somos de las comunidades autónomas con menos población, pero en Madrid ya existe la visión de que somos el gran centro de unión con Portugal y con la costa atlántica. Creo que todos los grupos políticos coinciden en que el tren y la falta de industria son las grandes asignaturas pendientes, y en eso también tiene un valor la estabilidad política que hay en la región. Los objetivos son comunes para todos, otra cosa es cómo los defiende o prioriza cada uno. De las crisis, como la del covid o la guerra en Ucrania, salen también oportunidades y esta es la nuestra.
El 28 de mayo se celebran elecciones autonómicas y puede que haya un parlamento igual o más fragmentado y dividido en bloques. ¿Eso puede ser bueno en este momento?
Eso no sé si es bueno o es malo para la gobernabilidad y para la estabilidad. A excepción de la séptima legislatura, en la que solo hubo dos fuerzas políticas en la Asamblea de Extremadura, siempre ha habido varias, más de tres o tres mínimo. Así que el problema no es tanto que aparezcan muchos grupos políticos, el problema es a qué se viene al parlamento, si venimos a enredar o venimos a trabajar. En esta legislatura ha habido estabilidad con cuatro partidos, pero últimamente creo que hay mucho enreda, institucionalmente hablando.
¿Arrastra Extremadura cierto complejo de inferioridad o somos ya capaces de sacar pecho y reclamar lo que nos pertenece?
Tiene mucho que ver nuestra forma de ser, somos bastante tranquilos y pacíficos, pero no somos conformistas. A lo mejor es que nuestras reivindicaciones son de otra manera, no tanto de quemar contenedores en la calle como han quemado otros, sino que somos gente que valoramos lo que tenemos, que trabajamos la tierra en todos los sentidos, y que reivindicamos cuando hay que reivindicar. Sobre todo nos sentimos orgullosos y eso sí tiene mucho que ver con el Estatuto de Autonomía: la pertenencia a la comunidad autónoma y el orgullo de ser extremeños. Piense que otros venían con esos deberes hechos desde hace mucho tiempo y lo han utilizado en la propia política nacional. En el sistema político español, que es un buen sistema, hay territorios que pesan más que otros, no por tener fuerzas políticas nacionalistas, sino porque simplemente la propia historia de su región ha pesado mucho en el avance de España como país, aunque haya quien reniegue. Por eso creo que el Estatuto de Autonomía ha tenido que ver mucho con la construcción de la identidad de Extremadura. Antes los extremeños éramos o de Cáceres o Badajoz, pero de Extremadura poco. Esa identidad autonómica la ha dado el Estatuto poco a poco. Por ejemplo, ahora estamos viviendo una época que me parece muy curiosa porque el folklore extremeño está adquiriendo un protagonismo muy relevante no solo en Extremadura sino incluso fuera.
¿Cree que los extremeños somos conscientes de la importancia del Estatuto de Autonomía y del contenido de esa norma?
Sí, y cuando he tenido la oportunidad de hablar con los chicos y chicas de los colegios que visitan la Asamblea me doy cuenta. Es muy diferente a cómo lo viví yo, que nací en los 70 y me eduqué en los 80, precisamente con el inicio de la comunidad autónoma. Todo el contacto que teníamos de lo que era Extremadura, que se empezó a fraguar incluso antes de la aprobación del Estatuto, fue aquella 'Semana de Extremadura en la Escuela'. Siempre pongo una anécdota: yo estudiaba en Plasencia, fui a la Universidad y nunca vine a Mérida, nunca el colegio me trajo de excursión a Mérida porque como éramos como del norte así que nos llevaban a Madrid o a Salamanca. Sin embargo, aquí a diario vienen un montón de colegios de toda Extremadura independientemente de la comarca o del municipio.
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