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Las llaves de don Pedro

Pablo Sánchez / Pablo Sánchez

Cuentan las leyendas homéricas que los dioses antiguos solían cegar a sus elegidos. Así, Paris deslumbrado por la belleza de Helena de Troya se cegó en amorosa pasión aunque ello provocara llantos, guerras, y muerte. ¿Qué decir del pobre Edipo? Nacido en cuna de reyes y cegado por los dioses de manera tal que llegó matar a su padre y yació en el lecho con su madre. En tiempos más recientes, el moro Otelo, acabó con cruel desatino con la vida de su fiel Desdémona, cegado por los dioses con la venda de los celos.

¡Ay esos dioses antiguos y juguetones, qué mala pasada le han jugado a Pedro, el de las llaves¡

Hace no más de cuatro años, paseaba Pedro Escobar con su soberbia a cuestas y se hacía fotos con las llaves que abrían las puertas a un gobierno, a la izquierda o a la derecha, según quisiera el mismísimo Pedro, el de las llaves. Los dioses de la política le habían elegido para protagonizar un giro en esta región tras 28 años de un proyecto socialista que necesitaba aire fresco.

Los dioses de la política le eligieron, y le cegaron. ¿Por qué si no habría de correr desde las trincheras de la izquierda comunista al abrazo apasionado con el partido de Bárcenas, Blesa, Rato, Aguirre, Fabra, Floriano, Monago, Manzano y Carrón? ¿Por qué si no anduvo ciego cual herido Polifemo y no acertó a contemplar el cierre de las urgencias nocturnas, los niños sin transporte escolar o la escandalosa y cotidiana manipulación en la tele que él presidía?

Cegado, a buen seguro, cegado, Pedro Escobar, destrozó su propia formación en las grandes ciudades, escandalizó la memoria de los viejos comunistas y navegó en plácida travesía, en cubierta de pago, por supuesto, con un Monago que siempre le hacía zalemas y chicoleos.

Pero, en la travesía Pedro perdió las llaves. Perdió el rumbo. Al llegar a puerto no encontró aliados, porque a los suyos los trató con desdén. Solo encontró la derrota por su extravío, por su ceguera. Estarán las llaves en el fondo del mar matarile rile rile, pero da igual porque esas llaves no importan, ya no abren las puertas del poder.

¡Ay dioses cegadores, grande fue vuestra crueldad¡

¿Y el rumbo de IU, hacia dónde encamina el timón?

Por ahora sigue en manos del hombre que subastó las llaves. Y ese hombre, sigue aferrado a la cubierta de un buque a la deriva, protegido sus escasos fieles en el Consejo Político Regional, y recitando viejos conjuros del 5% y rancias letanías .

Aún cegado por los dioses de la política, no contempla que a su alrededor ya no hay monagos que le hagan zalemas, sino un clamor de voces doloridas, voces que esperan reflexión, autocrítica y miradas hacia un futuro de confluencias y encuentros tras tantas desavenencias.

¿Pero qué hacer mientras los dioses cegadores mantengan en la ardiente oscuridad al que un día eligieron para una gran tarea?

Pues eso, pedir a Santa Lucía que le devuelva la vista.

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