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Las tres banderas de Nuevo Extremeñismo: trabajo garantizado, alquileres congelados y soberanía energética

Gerardo Rubio, en el Corral de las Cigüeñas de Cáceres

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En el centro de la propuesta electoral de Nuevo Extremeñismo, liderado por Gerardo Rubio de 25 años, natural de Herrera del Duque (Badajoz) y estudiante de Ciencias Políticas, se encuentra la firme convicción de que el próximo 21 de diciembre es el momento de pasar página al bipartidismo y construir una “tierra digna, más justa y llena de oportunidades”. Para Rubio, esta visión se traduce en medidas económicas y sociales disruptivas destinadas a revertir la precariedad y el despoblamiento que, a su juicio, lastran a Extremadura.

La formación progresista, feminista y ecologista cuyo lema es 'La Extremadura que viene', no concibe la “igualdad real” sin abordar frontalmente las realidades extremeñas: la ruralidad, la brecha salarial y la despoblación. Rubio critica que, en muchas ocasiones, las necesidades de las mujeres rurales —quienes han sostenido el mundo rural en la sombra— son “completamente invisibles”. Para combatirlo, se hace urgente dotar de espacios de conciliación y cuidado de menores y ancianos, tareas que recaen mayoritariamente en ellas e impiden su acceso al empleo, frenando así la sangría de la despoblación.

En la lucha contra la violencia machista, Nuevo Extremeñismo propone una reforma estatutaria para que Extremadura asuma y desarrolle un mayor número de competencias, lo que permitiría adecuar los recursos a la gran dispersión geográfica. La estrategia pasa por un refuerzo real de la Red de Oficinas de Igualdad de Género y la creación de nuevas Casas de la Mujer, consideradas “clave” tanto para la intervención directa y el acompañamiento como para la concienciación a través de actividades.

El partido se compromete a integrar la perspectiva de género a todos los niveles, incluyendo políticas transversales para mujeres con discapacidad, “doblemente discriminadas”. El candidato advierte que planes como el Estratégico por la Igualdad pueden “quedarse en papel mojado” si no existe un seguimiento real de su efectividad: si una “lanzadera de empleo” se limita a un curso de informática sin colocación posterior o un piso de acogida no cumple los mínimos de seguridad, la política es inefectiva. La llave para eliminar desigualdades estructurales, concluye, son dos pilares: “educar a la ciudadanía en paralelo a la realización de política que integre la perspectiva de género”.

La revolución económica

Para Rubio, la visión de una “tierra digna” implica poner un freno inmediato a los macroproyectos extractivistas como macrovertederos y megaminas ilegales, señalando un “modelo empobrecedor que fomenta dinámicas neocoloniales”. La justicia, en términos económicos, exige garantizar derechos universales como la vivienda accesible, tres comidas al día para todos los niños y una Universidad pública y gratuita, financiada mediante una subida progresiva de impuestos a las grandes compañías eléctricas y a los grandes propietarios.

El pilar de su proyecto es la garantía del derecho al trabajo y explica que el Estado pierde anualmente 2.000 millones de euros en Extremadura por gastos y pérdidas de ingresos derivados del desempleo, mientras que contratar a todos los parados extremeños costaría 1.400 millones. Su propuesta es “simple y radical”: convertir las oficinas de desempleo en oficinas de empleo, movilizando el 100% de la fuerza laboral para realizar trabajos necesarios como rehabilitación de vivienda, regeneración de ecosistemas y acompañamiento a mayores.

El modelo productivo, según su programa electoral, se centrará en el “cómo se produce y el para quién”, defendiendo la justicia para los productores del campo y un modelo regenerativo. Para evitar la dependencia de grandes empresas externas, el mensaje es directo: “Extremadura no depende de las grandes empresas extranjeras, son ellas las que dependen de nosotros”. Su objetivo es el control pleno de los recursos: “Los recursos de Extremadura los explota Extremadura, los manufactura Extremadura, el valor añadido se genera en Extremadura...”.

La soberanía energética

El concepto de “energía sin colonialismo” al que se refiere Rubio se traduce en que los beneficios de ser el único superproductor energético del Estado reviertan directamente en la región. El partido exige que la factura de la luz de las familias y pymes extremeñas sea “reducida a mínimos” y que se establezca un control democrático sobre decisiones de alto impacto, como la mina de litio en Cáceres, defendiendo que los macroproyectos deben someterse a consultas ciudadanas. Abogan por un modelo energético basado en una empresa pública que gestione las presas construidas con dinero público para ofrecer luz barata.

En materia de vivienda, Nuevo Extremeñismo declara abiertamente la guerra a la especulación. «Si no queremos que se especule con la vivienda, tenemos que prohibir especular con la vivienda», sentencia Rubio. Su programa despliega un paquete amplio de medidas que incluye la prohibición de la compra especulativa de inmuebles, la congelación de los alquileres y un tope al precio de la renta en Zonas Tensionadas para frenar la escalada en ciudades como Cáceres o Mérida. También plantean contratos indefinidos para familias con niños, mayores y personas dependientes, la creación de un Banco Público de Vivienda, el blindaje permanente de las VPO, el aumento de plazas en residencias de estudiantes y la reserva de vivienda pública en alquiler social para trabajadores temporales o interinos.

El partido propone además la instalación de una Oficina de Vivienda para asesorar, mediar y facilitar la búsqueda de hogar; la expropiación de viviendas en manos de fondos buitre y bancos; la prohibición autonómica de la venta de suelo público y vivienda protegida; y la implantación de tributos específicos a la acumulación de viviendas vacías y a los multipropietarios. Para preservar el equilibrio urbano, defienden la limitación de apartamentos turísticos por barrios, el corte de suministros a los que operen de forma ilegal y el fomento de cooperativas de vivienda como fórmula colectiva de acceso y propiedad.

Recuperar la identidad

La juventud es un eje central en sus planteamientos. El partido se compromete a destinar un 1% del PIB a políticas de juventud, con el objetivo de garantizar las tres condiciones básicas para que nadie tenga que emigrar: trabajo, vivienda y transporte. Para frenar la fuga de talento, proponen duplicar la asignación a la Universidad de Extremadura, revertir las rebajas fiscales a las rentas altas y asegurar una oferta educativa completa, gratuita y diversa, que incluya disciplinas artísticas, sociales, filosóficas y políticas en Bachillerato y en la universidad. Su propuesta se articula bajo el lema 'Por un presente y un futuro aquí' e incorpora medidas como la creación de un Alto Comisionado para las Generaciones Futuras, la cobertura total de salud mental en los seguros escolares, terapias psicológicas gratuitas para menores de 30 años y programas de 'Becas Retorno' para recuperar a la juventud que tuvo que marcharse y ofrecerle una segunda oportunidad.

El partido plantea también reforzar la participación juvenil, aumentando la representación estudiantil en los Consejos Escolares, fortaleciendo el Consejo de la Juventud y las federaciones de asociaciones de estudiantes, e impulsando un Máster en Participación Juvenil. A ello suman la contratación de técnicos en dinamización juvenil por unidades comarcales, la aprobación de una Ley de Juventud, la apertura de Casas de la Juventud y del Estudiante, y la mejora de las condiciones de acceso a la vivienda mediante la ampliación del Bono Joven de alquiler y del Aval Joven para la compra de una primera vivienda.

En la función pública, la propuesta más llamativa es la implantación de la jornada de 32 horas o 4 días sin reducción salarial, junto con la homologación del salario de los funcionarios extremeños (docentes, personal médico) con otras comunidades.

Respecto a la Sanidad, Rubio declara una “situación de emergencia” con la salud mental, la principal causa de muerte entre la juventud, y urge a tomar medidas drásticas. También exige frenar el deterioro de la Atención Primaria, con citas en 48 horas y urgencias 24 horas en zonas rurales, y la aprobación de una Ley Extremeña Contra el Cáncer para reducir a la mitad las muertes.

Finalmente, Nuevo Extremeñismo defiende la “esencia extremeña” con un discurso de orgullo frente a la “permanente humillación”. El partido, además de priorizar a artistas regionales en la contratación y el uso de infraestructura pública, busca proteger la identidad y la lengua sin caer en discursos excluyentes. Su propuesta incluye la oficialidad del estremeñu, la fala y el portugués raiano, y la obligatoriedad de ofertar el aprendizaje del portugués en las escuelas.

Soberanía y líneas rojas

En materia de transporte, la exigencia prioritaria es tomar el control de la competencia de trenes que establece el Estatuto de Autonomía, reclamando los fondos al Gobierno central. El objetivo es crear una Red de Cercanías extremeña, reabrir la Ruta de la Plata y establecer un Bono de transporte 100% gratuito.

Rubio afirma que la “soberanía extremeña” pasa por cumplir el Estatuto de Autonomía y por tomar decisiones basadas en las necesidades del pueblo, y no en las estrategias de los partidos de Madrid.

De cara a los pactos postelectorales, Nuevo Extremeñismo ha establecido líneas rojas innegociables: congelación de los alquileres mediante una ley autonómica, frenar el extractivismo (con la mina de Cáceres como ejemplo) y los proyectos de universidad privada, y la aprobación de una Ley de Juventud en consenso con el Consejo de la Juventud de Extremadura.

El candidato envía un mensaje a quienes creen que la región está condenada a la marginación: “Les diría que no conocen Extremadura. Que el pueblo extremeño es el más fuerte. Hemos enfrentado de todo a lo largo de nuestra historia. Somos los herederos de los extremeños que levantaron Torre Baró en Barcelona, de Manolo Vital el conductor del autobús 47. Somos los herederos de los jornaleros, yunteros y campesinos que se levantaron el 25 de marzo. Somos herederos de la Extremadura de María Telo, de Matilde Landa y de Antonio Elviro Berdeguer. Somos la Extremadura que se unió para exigir el Tren Digno o para enterrar el macrovertedero de Salvatierra. La Extremadura que sigue peleando contra la mina de Cáceres, que trabaja incansablemente por salvar nuestras lenguas de una marginación impuesta o que se levanta contra el genocidio de Gaza”.

“Visualicen una Extremadura en 2035 con todos los derechos básicos cubiertos, con la factura de la luz más baja de España y la UEx como referente. Piensen en una Extremadura donde la felicidad sea un derecho, no un privilegio”, concluye Rubio.

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