El nigeriano Henry: “Ha sido un proceso triste, pero estoy feliz porque todo terminó”
Estuvo a punto de ser deportado a Nigeria, pese a que allí se condenan las relaciones entre personas del mismo sexo con castigos que van desde la cárcel hasta la pena de muerte. Ahora respira tranquilo junto a su pareja de hecho, Carlos Mateo.
A Henry, el ciudadano nigeriano afincado en Alcántara, se le paralizó la orden de expulsión por el riesgo que suponía para su vida el regreso a su país por su condición homosexual. Ahora pedirá la nacionalidad española en un año.
Así lo explicó su pareja de hecho, Carlos Mateo, en el transcurso de una rueda de prensa junto a Henry. Finalmente ha logrado obtener la residencia en España como “familiar comunitario”, tras formalizar legalmente su relación de pareja.
Esta nueva situación administrativa pone fin al expediente de expulsión que tenía pendiente y que se encontraba en pausa de ejecución por un periodo de seis meses. Henry evitó el pasado julio “in extremis” la deportación, motivada por problemas burocráticos, que ponían en riesgo su vida por su condición de homosexual, ya que en algunas zonas de Nigeria la homosexualidad está castigada con la pena de muerte.
Aunque inicialmente solicitaron la residencia “por arraigo”, la administración nigeriana le exigió su presencia para recoger algunos de los documentos que se exigen para llevar a cabo este proceso, una situación que le impediría volver a España. “Gracias a la presión”, según ha dicho Mateo, de entidades como la Fundación “Triángulo” de Extremadura, el Gobierno extremeño y los medios de comunicación, se habló con el Consulado de España en Nigeria para conseguir “el certificado de penales, la partida de nacimiento y el certificado de soltería”.
Únicamente lograron los dos últimos, por lo que al principio se cerró la posibilidad de conseguir la residencia “por arraigo”. Finalmente, y gracias a “las presiones” de otras instituciones y administraciones, “el certificado de soltería llegó y nos hemos constituido” como pareja de hecho.
Tras esto, pidieron que Henry tuviera la residencia como “familiar comunitario”, lo que han conseguido, lo que supone su posibilidad de viajar y trabajar en la UE. Por su parte, Henry ha manifestado su agradecimiento “de todo corazón” a quienes le han ayudado y que, aunque el proceso ha sido “triste”, hoy está “feliz porque todo haya terminado”.
Ahora lo que espera es, según ha subrayado, ser “un ciudadano ejemplar” y trabajar para contribuir al conjunto del país. A su vez, el presidente de la Fundación “Triángulo”, José María Núñez, ha resaltado que se trata de “una historia con final feliz” y que ha servido, además, para “dar visibilidad” a la situación de las personas homosexuales.