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Recoger setas sin pasar factura al medio ambiente, una actividad en auge

El manjar de dioses de Nerón

María José Rodríguez

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Tras las primeras lluvias otoñales, el agua recorriendo los arroyos, la humedad del rocío  y una temperatura agradable en las dehesas y montes extremeños, empiezan a aflorar una amplia variedad de setas y hongos como boletus, amanitas, níscalos, entre otras muchas.

Recogerlas es una actividad en auge, que continúa al alza desde “el boom” que se produjo en los años 80  en Extremadura y que se ha de practicar en todo momento de modo respetuoso con el entorno.

Desde la Asociación para la Defensa de la Naturaleza y los Recursos de Extremadura (Adenex) recomiendan recolectarlas solo cuando se tenga “total seguridad” de que sean comestibles y que no se trate de especies “altamente tóxicas” como la amanita faloide. Hacerlo de un modo sostenible, sin levantar ni rastrear el suelo,  y depositarlas en una cesta para que se esparzan las esporas.

Además hay que evitar recoger ejemplares “demasiados jóvenes o viejos”, puesto que éstos últimos contribuyen a la reproducción de las esporas y a mantener con más vida el suelo y la zona.

Respecto al modo de cortar cada especie, Ismael Sánchez, del colectivo conservacionista que ha programado  un curso de iniciación a la micología, desde la perspectiva medioambiental, reconoce que existe “controversia”, ya que unos micólogos aconsejan extraerlas a ras y otros bajo tierra, completa.

Clima mediterráneo

Pero la recomendación más importante a seguir consiste en usar “siempre cesta y nunca bolsas de plástico”, puesto que las bolsas impiden esparcir las esporas y al crear una atmósfera cerrada  se pueden desarrollar algunos compuestos tóxicos “como  bacteria de botulismo ”, que pueden conllevar intoxicaciones si se ingieren aunque se trate de especies comestibles, advierte.

Entre el gran abanico de especies que pueden encontrarse en Extremadura destacan las setas típicas de bosques mediterráneos como la amanita cesarea, el boletus aéreo que puede verse en las dehesas, distintos tipos de rúsulas,  el parasol, también el  preciado gurumelo y una amplia variedad de lepiotas.

En zonas más altas y pluviosas como el norte de Cáceres pueden encontrarse boletus edulis y amanita muscaria. Y en otras zonas de la Comunidad resultan más copiosas las setas de cardo y  champiñones.

Las setas y hongos ejercen un papel “muy importante” para el mantenimiento de los bosques, los recursos forestales, enriquecer el suelo y preservar la biodiversidad, según destaca.

Microrizas

Gracias a ellas el suelo se alimenta y protege de bacterias por la acción de las microrizas,  una “simbiosis” entre el hongo y las raíces de los árboles o plantas que motivan que encinas, alcornoques, robles y otros árboles puedan absorber  mejor los nutrientes, así como evitar el ataque de bacterias y patógenos.

Precisamente estos aspectos, trascendiendo más allá de la orientación gastronómica,  se abordarán en el Curso de Iniciación a la Micología, organizado por Adenex y que  tendrá lugar los días 23 y 24 de noviembre en la finca medioambiental la Fontanilla, ubicada en Montánchez.

Esta actividad busca que  la gente recupere el contacto con el campo y la micología desde una óptica“ múltiple y medioambiental” donde se aportarán conocimientos de los  muchos beneficios ecológicos de las setas.

En la actualidad, esta afición se ha convertido en toda “una pasión” en Extremadura, de ahí la necesidad de contar con una regulación autonómica que diferencie entre recogida individual, comercial y científica.

Regulación 

Apunta Adenex que la Consejería de Medio Ambiente les citó hace tres años en una reunión en la que presentó el borrador del decreto en el que trabaja la Junta, pero  desde entonces no han vuelto a saber “nada más”.

En el borrador se concretaba que la normativa sería aplicable con carácter “obligatorio” en los montes públicos, mientras en las superficies de ámbito privado serviría como “recomendación”.

Pero lo “más funcional” sería contar con una legislación estatal que regulara la recogida de setas en todo el territorio por igual para evitar daños al medio natural y establecer medidas de protección y regulación para su comercialización, apunta el colectivo conservacionista.

Al respecto, recuerdan que en algunas comunidades existen normativas y disposiciones que condicionan la actividad y que exigen la obtención de una licencia para comercializarlas. Cuestiones que se están estudiando en la región y que en un futuro se pueden hacer realidad al contar con una normativa autonómica.

“Modo seta”

La propuesta de este colectivo es que la regulación incluya que la recogida de setas ha de hacerse de modo “selectivo, responsable y sostenible”, para no dañar al entorno y que las personas que quieran dedicarse a esta actividad como recurso económico cuenten con un marco claro.

Como actividad de ocio, Deme Villarroel, un aficionado a la micología desde hace ocho años, destaca que sirve para “desconectar”, alejarse de  de la ciudad  y “sentir el ambiente del campo” además de obtener después la “satisfacción” de comerlas. “Pero sobretodo me ayuda a liberar la mente, ponerse en modo seta y olvidarme del resto”, resalta.

Además esta actividad permite “disfrutar”  de la naturaleza, los bosques, animales y “no solo el día que sales a por ellas sino también los días previos que se va a ver el terreno, si ha llovido ” entre otras cuestiones  que conforman “parte del ritual”, agrega.

Deme aconseja “coger siempre las tres o cuatro que domines” e iniciarte “con alguien que sepa”. En cuanto a las más fáciles para alguien que comienza recomienda boletus, macrolepiotas y manita caesarea, “fácilmente identificables y  abundantes”, agrega.

Advierte que los champiñones que también se dan “en cantidad” conllevan “más riesgos” y por tanto más conocimientos para poder discernir entre los comestibles y venenosos. En el caso de esta variedad sí que es conveniente extraerlos enteros para disponer así de más información en función del color del tallo.

Cuadrillas 

Otro aficionado, José Antonio, se introdujo en el mundo de las setas a través de un amigo experto y en la actualidad esta forma de ocio también le sirve para obtener algo de dinero durante la temporada cuando se encuentra en situación de desempleo.

Tras finalizar el día suministra lo cosechado directamente a restaurantes de alto nivel, bajo la supervisión de los jefes de cocina que saben apreciar un “producto de primera” y de temporada, que muchos congelan o envasan al vacío para disponer de setas durante todo el año.

Este emeritense  que recolecta de modo individual y cuidando en todo momento  el entorno, alerta de cuadrillas e intermediarios que venden setas en grandes cantidades, las cuales según informa “trasladan en camiones frigoríficos” a grandes ciudades del país.

Ante ello considera  de interés una normativa, siempre que “se haga bien”, la cual permita regular la comercialización de modo sostenible y en acuerdo mutuo con el propietario para evitar recogidas masivas,  especulación e intermediarios, así como daños al medio natural, concluye.

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