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La revolución silenciosa de las mujeres en tiempos de pandemia

El colectivo 'Mujeres Sembrando' confecciona cientos de mascarillas para sanitarios y obreros a pie de calle

Jesús Conde

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La crisis del coronavirus las cogió de sorpresa, como a todo el mundo. Las situaciones personales de estas mujeres son más complejas que las del resto, pero a mal tiempo buena cara. En tiempos de pandemia han optado por hacer piña para salir adelante.

Mujeres migrantes, sin papeles, gitanas y payas se han unido para buscar soluciones a sus problemas cotidianos. Activistas y otras mujeres en riesgo de exclusión se dan la mano para atender juntas los problemas de familias vulnerables.

La asociación 'Mujeres Sembrando' de Mérida trabaja en red con otros colectivos y sindicatos para intentar dar cobertura y asesoramiento legal a quien lo necesita. También se movilizan para el reparto de alimentos y el cuidado en comunidad.

Permanecen atentas en la búsqueda de soluciones para las compañeras que se han quedado fuera de las ayudas de emergencia. Para aquellas que trabajaban en negro limpiando escaleras, y que ahora no tienen ingresos. Para las internas sin contrato que vivían en hogares de ancianos las 24 horas del día, y que se han visto con una mano delante y otra detrás.

A otras la pandemia las pilló en plena tramitación de la renta básica. Necesitan un faro que las ilumine en un camino complejo para quien no entiende de burocracia pero sí de necesidades vitales.

Todas unidas, detrás de máquinas de coser, confeccionan cientos de mascarillas y gorros para sanitarios y obreros a pie de calle. Las reparten entre butaneros, transportistas y todos aquellos que lo solicitan.

De manera solidaria, movidas por las ganas de echar una mano, también los confeccionan para la temporada de alergias. Han lanzado una campaña para la recogida de telas, hilos y otros materiales con los que seguir haciendo equipos.

La revolución de las mujeres

Destacan que que no hacen nada nuevo. Se han sumado a un hilo invisible de solidaridad que ha movido a cientos de mujeres a lo largo de toda Extremadura.

Es la revolución silenciosa que han iniciado juntas, con la solidaridad por bandera. Cada una con lo que puede, algunas desempolvando sus máquinas y otras ayudando en la busca de los mínimos vitales, atentas de las necesidades de las compañeras que menos tienen.

“En los asedios, en los momentos difíciles y también en las guerras, las mujeres se han puesto siempre al frente para la organizar la vida. Para cuidar la vida. Para nuestra propia supervivencia y la de las familias que nos rodean”.

Así lo explica Marisa Prudencio, una de las almas de este proyecto, que subraya que “sólo el pueblo salva al pueblo”. Es el lema que las motiva, el que las mantiene al pie de cañón. “Lo poco que nos va llegando lo cubrimos con lo que podemos. Somos el pueblo que ayuda al pueblo”.

Aclaran que no son un colectivo asistencial, sino un grupo de mujeres que se autogestiona. Personas que gestionan sus propias vidas organizadas en un ejercicio de apoyo mutuo.

Cada una aporta a la comunidad sus conocimientos, su sabiduría, y en tiempos de coronavirus no hay espacio para las lamentaciones. Parten de la base de que ellas, las mujeres vulnerables, nunca han participado en su desarrollo y se han conformado con ser meros sujetos pasivos receptores de las ayudas.

“Lo que toca es arrimar el hombro en el presente, y lo hacemos practicando la solidaridad. Aportando nuestro granito de arena para que entre todas conformemos una gran playa. Se necesita más que nunca la solidaridad”.

¿Qué se puede aprender de esta crisis?

Marisa Prudencio subraya que la crisis actual debe hacer reflexionar a la sociedad en su conjunto y también a las administraciones. Anima a mirar a las relaciones comerciales y la dependencia tan fuerte hacia otros continentes para cubrir las necesidades básicas de hospitales y de la sanidad.

También quieren derribar los muros racistas y mostrar que han sido las mujeres extranjeras las primeras en ponerse detrás de las máquinas de coser para confeccionar mascarillas. Junto a ellas mujeres con pocos recursos, todas unidas en un ejercicio de 'empoderamiento'.

En momentos de crisis considera de vital importancia reforzar el papel de lo público en las sociedades, el rescate social que debe plantearse para las personas.

Piensa además que las administraciones tendrán que reflexionar sobre la burocracia, que en tiempos presentes no está ayudando con la urgencia que debiera según destaca.

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