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Este blog es el espacio de opinión y reflexión de elDiario.es en Galicia.

No lo llaméis orgullo si vais a invitar a un facha

El grupo Nancys Rubias.

Ismael Ramos


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Hace cosa de seis años, de madrugada, en la misma calle donde ahora vivo, me recuerdo colocando en las farolas, a la altura de los ojos de los viandantes, unas pegatinas donde se llamaba la atención sobre el pinkwashing en Israel. Después de asegurarme de que se quedaban bien sujetas y estiradas, corría a esconder la mano en el bolsillo de la sudadera y miraba a mi alrededor. La calle seguía vacía en su silencio residencial. Vengo de una familia donde nadie aprendió nunca a manifestarse. Un año después de aquella “pegada”, Israel ganó Eurovisión en Lisboa.

Por supuesto, el estado israelí no es el único que ha empleado a la comunidad LGTB+ —diría que quizás solo a la G, ni siquiera a la L, nunca al +, porque continúa habiendo en esto transfobia y misoginia— para blanquear su actividad e ideología en otros campos. Llegado el mes de junio, este es un gesto reproducido cada vez más por todas las grandes marcas internacionales, en todos los países llamados progresistas, por parte de todas las entidades de peso. Se salva tan solo la Iglesia, veremos por cuanto tiempo. Y entonces, ya hacia finales de mayo, a mí se me instala al fondo de la cabeza una incomodidad punzante, se abren aquí y allá pequeños foros de debate. Llevamos años batallando porque nuestra identidad colectiva no se vea reducida a clichés, seguimos en esa lucha. Reivindicamos también poder disfrutar de aquellos que otros llaman placeres culpables, poniendo en valor la cultura popular, sin que eso nos caricaturice. Y pese a todo, aunque queramos pensar que no hay límites en este diálogo, líneas rojas, estamos equivocadxs.

Ya en abril llegaba a redes un delante de la programación del Atlantic Pride de A Coruña —el término en inglés denota marca, mercantilización— y, a la cabeza del cartel, cofinanciado con dinero público por el Concello socialista y la Xunta de Galicia del PP, y gestionado por la organización local del Orgullo, aparece en lo más alto el grupo Nancys Rubias. El plato fuerte de una fiesta del Orgullo —situada además en este caso en los márgenes del estado y en una ciudad que ha sido desafortunadamente símbolo de la lucha contra la homofobia en los últimos años— va a ser un señor heterosexual, madrileño, abiertamente posicionado con los partidos de la derecha política, pero que tiene pluma, que blanquea con su pluma discursos retrógrados y de odio.

La primera cuenta en denunciar esta contradicción en Twitter, un rapá transquilo (@RapaTransquilo), se animó a contactar con la organización del festival y preguntar por esta decisión en la programación. En su respuesta, el Atlantic Pride sentenciaba: “El festival representa la diversidad en todos los sentidos, así nos gusten o no las opiniones políticas que puedan tener las personas que participan”. Y yo les contesto: si las opiniones políticas de Mario Vaquerizo incluyen apoyar abiertamente el proyecto de un partido centralista, tránsfobo y homófobo como el Partido Popular, siento deciros que no solo no representa la diversidad, sino que atenta contra ella. Una rápida búsqueda en Google me permite ver que Nancys Rubias actuará también en el Orgullo de Torremolinos, uno de los más importantes de España. Es decir, una rápida búsqueda en Google me permite ver que estamos siendo desactivados políticamente por nosotros mismos y a golpe de talonario público. No es solo que me indigne la presencia de un nombre como este en la fiesta del Orgullo, es que pediría, le exigiría a la organización que no lo llame Orgullo si van a invitar a un facha. La reivindicación del petardeo no puede estar por encima de la legitimación de aquellos que apoyan a partidos que amenazan los derechos de nuestra comunidad.

La poeta y editora Angelo Nestore traducía estos días un texto original de Karence Cole a propósito de Marsha P. Johnson: “El mes del Orgullo existe gracias a una mujer trans bisexual negra VIH+, que era trabajadora sexual, que le lanzó un ladrillo a un policía y comenzó una revuelta contra el Estado. Su nombre era Marsha P. Johnson. No te pierdas este mes entre el capitalismo arcoíris y el racismo descarado debido al privilegio de ser blanco y gay. Si no apoyas a la gente negra, a las personas trans, a las trabajadoras sexuales y a las que conviven con VIH, no estás celebrando el Orgullo, estás celebrando el capitalismo arcoíris y la brutalidad policial”.

Que nadie olvide que la bandera multicolor, una peluca o una tela de licra cubierta de lentejuelas brillan distinto según quién las lleve, dónde, cuándo. Es nuestro deber boicotear activamente cada uno de esos pasos atrás en las organizaciones de la fiesta del Orgullo, en los gestos que despolitizan su celebración, en la adopción de perspectivas transexcluyentes e incluso en cómo se gestionan el poder, la visibilidad y los derechos obtenidos después de años de lucha. Así que ya sabéis, el día que Nancys Rubias actúe en Coruña o en Torremolinos bajo el lema del pride, quedaos en casa o salid a colocar pegatinas en las farolas.

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