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Un alcalde de Lugo convierte en pública la casa que usaba en exclusiva su antecesor, del PP

Requeixo (con gabardina), supervisando las obras del edificio

Marcos Pérez Pena

Hace unos años el colectivo Unión Murense le cedió al Ayuntamiento de este pequeño municipio de la provincia de Lugo la conocida cómo Casa do Médico, de 1927, situada en la travesía principal que atraviesa la localidad. El objetivo de la cesión era que fuese utilizada con fines sociales y públicos. Sin embargo, el primer piso del edificio fue empleado como vivienda por el anterior alcalde, Issam Alnagm (PP), que la abandonó en octubre del pasado año usando para la mudanza un vehículo municipal.

El anterior gobierno gestionó una subvención de casi 90 mil euros, ligada al fondo de compensación ambiental de la Xunta, para convertirla en centro de interpretación de su polémico proyecto de aldea etnográfica, inaugurada en 2014. Sin embargo, nada se hizo en el inmueble, que el nuevo gobierno del pueblo va a convertir, ahora sí, en público.

El nuevo gobierno municipal, liderado por Manuel Requeixo (BNG) transformará la Casa do Médico, en un centro de interpretación ambiental y usos múltiples, que den servicio a todos los vecinos y vecinas de la localidad. El inmueble podrá contar, una vez terminados los trabajos de rehabilitación y acondicionamiento, con un salón de actos en su planta baja.

La reforma de este inmueble provocó en uno de los últimos plenos municipales de la pasada legislatura un enfrentamiento abierto entre el alcalde Issam Alnagm y tres de sus propios ediles, que decidieron abstenerse a la hora de aprobar el acta de la sesión anterior. El motivo era que a pesar de que desde la Secretaría se había informado de que el coste de la actuación ascendía a 50.000 euros, en el presupuesto se recogían 200.000 euros más.

El ahora exregidor había argumentado entonces que la cantidad reflejada en los presupuestos era “estimativa” y que seguramente la inversión sería “muy inferior”. Lo sucedido provocó las críticas de BNG y PSOE, en ese momento en la oposición, unas críticas que en el caso de los socialistas tenían una doble motivación: señalaban que sus dos concejales habían votado en contra, pero el acta recogía que se habían abstenido, siendo suficiente el único voto del alcalde para aprobar la polémica acta anterior.

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