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La macrocelulosa impulsada por Feijóo en Galicia reconoce que sus vertidos elevarán tres grados la temperatura del río Ulla

El embalse de Portodemouros, el mayor de Galicia

Luís Pardo

3 de abril de 2024 13:43 h

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Greenfiber, la sociedad que impulsa la instalación de una macrocelulosa en Palas de Rei (Lugo), admite que los 30 millones de litros de agua tratada que la fábrica pretende devolver cada día al río Ulla provocará una variación de la temperatura del cauce “no mayor de tres grados” que es lo que permite la ley. Para Greenpeace, sin embargo, esto supone “una barbaridad” en términos biológicos. El agua, según los propios datos de la empresa, se verterá de vuelta en el cauce a 27º.

En la web creada para ofrecer toda la información sobre el llamado Proyecto Gama, y que se puede consultar desde este miércoles, Greenfiber -sociedad impulsada por la empresa portuguesa Altri- incluye un apartado de preguntas frecuentes en las que intenta despejar las múltiples dudas surgidas en torno a la iniciativa. La captación de agua y su devolución al Ulla son una de las piedras de toque de una instalación que pretende obtener de Europa la cuarta parte de los 850 millones de euros que necesita para ser una realidad.

Fue Feijóo como presidente de la Xunta quien consideró este proyecto como el más importante de los que la comunidad presentaba a los fondos Next Generation. Entonces, nadie hablaba aún de celulosa, sino de una fábrica de fibras textiles de origen vegetal. El gobierno popular volcó en su respaldo a la Sociedad Galicia Impulsa, una entidad mixta formada por la administración autonómica y las principales empresas del territorio para elegir las iniciativas que optarán a esa financiación. Con Feijóo en Madrid, su sucesor, Alfonso Rueda, ha recogido la antorcha, pese a que una oposición social cada vez más amplia han moderado su discurso.

La cifra oculta

Es la propia empresa la que se hace trampas al solitario cuando pregunta “¿A qué temperatura se devolverá el agua al río?” pero no lo responde: “Tal y como contempla la ley, el proceso garantiza que el agua retornada al río, al mezclarse con el caudal natural, no provocará una variación de la temperatura del mismo mayor de tres grados por encima o por debajo”. En la documentación oficial del proyecto se recoge que el agua volverá al Ulla a una temperatura de 27 grados.

Los tres grados de variación son la cifra que aparece en el Plan Hidrolóxico Galicia-Costa, al que pertenece la cuenca del Ulla. En él se indica que el incremento de temperatura media de una sección fluvial tras la zona de dispersión de un vertido no superará ese margen, un patrón que se aplica por defecto si el río no tiene fijados objetivos de calidad específicos.

El responsable de Greenpeace en Galicia, Manoel Santos, destaca que Greenfiber se limitó a calcar la legislación. En un mundo que “lucha” por evitar que la temperatura global suba 1,5 grados y en el que “cada décima cuenta”, aumentar “de golpe” tres grados la temperatura de un río le parece “una barbaridad”.

Las necesidades de agua caen a la mitad: sólo equivalen a media provincia

Cualquier aumento de calor en un cauce afecta a los índices de reproducción de algunas especies acuáticas, mientras a otras puede causarles la muerte. A mayor temperatura, mejor se desarrollan las bacterias y otros organismos, lo que puede provocar un aumento en las enfermedades de fauna y flora. El calor tiene además relación directa con la cantidad de oxígeno disuelto en el agua: cuanto más se eleva uno, más escasea otro.

El portavoz de la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa, Xaquín Rubido, no sabe si ese aumento puede llegar a tener alguna consecuencia en la desembocadura, pero tiene claro que los efectos se notarán especialmente en el lugar de la captación: el embalse de Portodemouros. La mayor presa de Galicia, con 1.200 hectáreas, tiene una “enorme superficie de insolación”, lo que “sobre todo en la época estival” hace que la temperatura del agua estancada aumente, lo que ha provocado ya varios problemas de sequía en el fin de la estación. A eso ahora se suma el vertido masivo de agua caliente.

La web de Greenfiber aporta novedades sobre otro de los aspectos controvertidos relacionados con el agua: su captación. El proyecto, en fase de exposición pública, recoge unas necesidades diarias de 46 millones de litros de agua -más que toda la provincia de Lugo- de los que se devolverían “depurados” esos 30 millones de litros. Según las cuentas de la portavoz de la plataforma Ulloa Viva, Marta Gontá, que usa las propias cifras de la empresa para estimar la contaminación del cauce, “el equivalente a 28.000 cerdos haciendo cada día sus necesidades directamente en el Ulla”.

Sin embargo, Greenfiber dice ahora que esa cifra “sólo existe para situaciones de emergencia o necesidad puntual y no representa uso diario”. En la primera fase contemplan una captación máxima de 20 millones de litros al día y todos retornarían al cauce. Un vistazo a la documentación oficial contradice de nuevo este dato. Las “necesidades” de Gama, explicitadas por la empresa, hablan de 31 millones de litros por día para la fabricación de 400.000 toneladas anuales de celulosa soluble y 15 millones más para las 200.000 de lyocell.

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