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Javier H. Rodríguez

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Alrededor de 10.000 caballos salvajes viven en los montes gallegos. Laura Lagos, investigadora de la Universidade de A Coruña y una de las principales expertas de España, aporta la cifra y aclara que en los años 70 ese número era más del doble: 22.000. La caída es evidente y responde a varias causas. En estos cincuenta años el caballo ha dejado de ser un medio de transporte y sus crines han desaparecido de un mercado que antes era relativamente boyante. A todo lo anterior se suma desde hace dos décadas la aparición de bandas de ladrones que acuden a los montes para capturar los animales y comercializar su carne en el mercado negro.

Hace apenas una semana, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil hacía públicas sus pesquisas sobre al menos tres grupos organizados que se dedican al robo y contrabando de caballos y potros en el sur de Galicia. En la última década, el Seprona también ha desmantelado varias redes criminales dedicadas a la falsificación de documentación de animales salvajes.

En diez años de investigaciones sobre el caballo salvaje, Laura Lagos ha documentado en varias ocasiones la desaparición de camadas enteras en periodos muy cortos de tiempo: “En mi tesis doctoral probé que la depredación del lobo sobre el caballo no supera el 50% de las nuevas crías. En algunas zonas de Galicia la otra mitad desaparece casi de la noche a la mañana por una evidente intervención humana. No existe otro depredador posible”, explica.

Uno de esos lugares señalados es Sabucedo (A Estrada, Pontevedra), escenario de la Rapa das bestas, una conocida fiesta popular donde los caballos salvajes son capturados y conducidos a un recinto cerrado para recortarle las crines y ser desparasitados, antes de ser liberados de nuevo en su entorno natural. “Cuando trabajamos en Sabucedo veíamos cosas muy raras. Por ejemplo, aparecían caballos adultos muertos en la carretera con signos de violencia. Ataques que de ninguna manera se podrían achacar al lobo”, añade Lagos.

Una legislación “demasiado laxa”

La existencia de bandas dedicadas al robo de caballos no solo está registrada en los estudios universitarios. Las asociaciones que se dedican al cuidado de los caballos salvajes en Galicia conviven con los cuatreros en un día a día como poco margen para actuar: “Tanto nosotros como la Guardia Civil conocemos los nombres y apellidos de muchos de ellos. Los hemos pillado in fraganti en varias ocasiones. Incluso los señalamos y les llamamos ladrones por la calle, pero les da igual. El principal problema es que la legislación a este respecto es demasiado laxa”, explica Henrique Bazal, presidente de la Asociación Rapa das Bestas de Sabucedo. Bazal asegura que las multas por robar animales “son pequeñas” y no suponen un freno para las bandas. La vastedad del monte gallego y los “recursos limitados” del Seprona añaden dificultad a la tarea.

Por eso, la estrategia de la Benemérita es otra. Según fuentes del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, la clave para atajar las acciones de estas bandas consiste en demostrar que están introduciendo carne de caballo ilegal en la cadena alimentaria. Las penas para este tipo de delitos superan los dos años de cárcel y las multas económicas pueden llegar a ser millonarias en función del rédito que hayan obtenido con la venta.

El auge de la carne de caballo

Investigadores universitarios y asociaciones civiles defienden la misma tesis: el precio de la carne de caballo en el mercado está en pleno auge y eso incentiva a los ladrones. En los últimos dos años el precio de un potro en el mercado negro ha pasado de 60 a 200 euros. “A nosotros no nos cabe en la cabeza que estas bandas asuman el riesgo por esos precios y por eso sospechamos que delinquen de forma organizada”, explica Henrique Bazal, presidente de la Asociación Rapa das Bestas de Sabucedo.

La introducción en la cadena alimentaria de carne sin trazabilidad conlleva un riesgo sanitario real y constituye un delito contra la salud pública. En la Asociación Rapa das Bestas sospechan que una gran parte de esa carne cruza la frontera y se introduce en el mercado por el norte de Portugal: “Todavía es una hipótesis para la que no tenemos pruebas materiales, pero está fundamentada en los testimonios de gente cercana a la asociación que conoce bien en este mundo y, en algunos casos, han tenido constancia de este contrabando”, explica Bazal.

Animales sin identificar en una superficie inabarcable

Hay dos factores clave que complican la detención de estas bandas: una extensa superficie forestal sin apenas barreras físicas y la implantación deficiente de los registros de los animales. Según los datos de la Consellería do Medio Rural, la cuarta parte del territorio gallego -700.000 hectáreas- es propiedad de comunidades de montes en man común, toda una excepcionalidad jurídica en Europa. Por lo general, los montes gallegos no son ni de titularidad pública ni individual, pertenecen a los vecinos, que son los únicos beneficiarios de las explotaciones forestales, uno de los pilares históricos del primer sector en Galicia. Este es uno de los condicionantes que hace que las parcelas de bosque no tengan cercos infranqueables y los animales puedan vivir con bastante libertad de movimiento.

A esa amplia movilidad se le suma otro inconveniente que dificulta el control de la especie: el fallido intento de la Xunta de Galicia de obligar a todos los propietarios a censar sus caballos en un registro oficial de explotaciones equinas. “La Xunta pretende que las familias que todavía tienen caballos por tradición inviertan tiempo y dinero en un modelo de registro que se ha revelado fallido. Muchos propietarios se niegan a hacerlo y eso desacredita los censos que luego emplea el Seprona en los controles”, remata el presidente de la Asociación Rapa das Bestas de Sabucedo.

NOTA ACLARATORIA:

Tras la publicación de esta información la investigadora de la Universide de A Coruña, Laura Lagos, citada como fuente en el texto, solicita puntualizar su opinión sobre el hecho de que el robo de caballos no es generalizado en toda Galicia. A tal efecto ha remitido a esta redacción el siguiente texto:

“Agradezco a elDiario.es que me permita puntualizar las afirmaciones que en este artículo se indica proceden de mi persona. En mi tesis doctoral pongo de manifiesto una depredación del lobo en el Centro de la Dorsal Galega del 59% de los potros nacidos y nunca documenté el robo de animales. En otros trabajos realizados en la Serra do Xistral y en la Serra da Groba tampoco registramos hechos semejantes. En quince años de investigaciones sobre el caballo salvaje, en una ocasión trabajando en los montes de Sabucedo observé la desaparición de la práctica totalidad de los potros de una manada en un periodo corto de tiempo, lo que me hizo sospechar que podrían estar sucediendo hurtos. La gente de la Asociación Rapa das Bestas de Sabucedo también me ha hecho partícipe de que se producían robos en estos montes. Entiendo que este puede ser un problema específico de esta zona de Pontevedra, pero no es aplicable a la totalidad del sistema tradicional de caballos salvajes de Galicia”.

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