El PP se aferra a la “intencionalidad” de los incendios ante las críticas a su política forestal
“Muchos son provocados” (Arias Cañete), “Están haciendo daño y pretenden no sólo acabar con el patrimonio que es de todos, con el patrimonio forestal, sino atentar contra la vida de los ciudadanos” (Rosa Quintana, Conselleira de Medio Rural), “No podemos entender ni aceptar que pueda haber gente que esté prendiendo fuego en los montes de Galicia” (Núñez Feijoo), “Es un incendio complicado que, de esas casualidades que tiene la vida, empezó en cinco focos al mismo tiempo, tres a un lado de la autovía y dos al otro” (Rosa Quintana).
En lo que llevamos de verano, y sobre todo en la última semana, la mayor parte de las intervenciones públicas de cargos del Partido Popular, tanto del Gobierno gallego como del Gobierno central, referidos a los incendios que se están produciendo en Galicia, estuvieron centradas en destacar el “carácter intencionado” o “provocado” de los fuegos, y en enumerar las dificultades que esa circunstancia genera para los equipos de extinción (varios focos, iniciados por la noche cuando los equipos aéreos no pueden operar, en zonas sin cortafuegos...). Sin embargo, como varias veces fue recordado estos días por los grupos de la oposición, este “carácter intencionado” no es un elemento nuevo, sino que viene siendo el habitual en las últimas décadas, según fue destacado en veranos anteriores por la propia Xunta. Hace dos años el entonces conselleiro de Medio Rural, Samuel Juárez, destacaba en un informe que el 76% de los fuegos del 2010 habían sido provocados, y el verano pasado Feijoo elevaba ese porcentaje al 90%.
Otros estudios manejan cifras semejantes. Una investigación realizada por los profesores Chas Amil (USC) y Touza Montero (Uvigo) situaba la tasa de intencionalidad entre el 75% y el 80% en los fuegos producidos en Galicia en las dos últimas décadas, sumando los accidentes el 5% y las causas naturales el 1%. El estudio afirmaba que aún en la mayor parte (60%) de los fuegos se desconocía su motivación, destacaban las imprudencias en la quema de materiales agrícolas (19%) las quemas de pasto (10%) y la acción de los pirómanos (6%). De igual manera, un informe elaborado por agentes judiciales de la Guardia Civil tras los incendios de 2006 señalaba que un veinte por ciento de los fuegos estuvieron provocados por la búsqueda de beneficios económicos, otro 20% fueron causado por personas con problemas psicológicos, y alrededor de la mitad por imprudencias, o por quemas ilegales e incontroladas de rastrojos. Al 6% de los fuegos no se le encontró causa.
Profundizar en las causas
No es la primera vez que el PP centra su discurso sobre los fuegos en esta cuestión. Prácticamente todos los años desde que accedió a la Presidencia de la Xunta, el discurso de Alberto Núñez Feijoo sobre los incendios y la gestión que de ellos hace su Gobierno estuvo centrado en dirigir los focos a los autores materiales de los fuegos, y en descargar de responsabilidad a la política agraria, forestal, y a los dispositivos de prevención y extinción de la Xunta.
El portavoz socialista en materia de medio rural, Pablo García, aseguraba el pasado lunes que él, como la conselleira Rosa Quintana, tampoco cree “en las casualidades” en el ámbito de los incendios, pues “si tenemos 2.000 hectáreas sin ningún tipo de prevención, de cortafuegos”, no es “casualidad, como dice la conselleira, que acaben ardiendo”. Frente al discurso oficial centrado en la obvia condena a los responsables del inicio de cada fuego, todos los partidos de la oposición, sindicatos agrarios, colectivos sociales e incluso los propios trabajadores del servicio de prevención y extinción, han hecho hincapié en la deficiente política de prevención y de limpieza de los montes, en los errores cometidos en la reforma de la Ley del Monte, y en la ineficacia del dispositivo.
“Los recortes llevados a cabo por el gobierno de Núñez Feijoo han hecho más vulnerable el medio rural, sin querer entender que sin un medio rural fuerte, Galicia será más débil” (Raúl Fernández, PSdeG-PSOE); “La estrategia de Feijóo de deshacerse del sistema de prevención en invierno tiene graves consecuencias, como estamos viendo estos días” (Xavier Vence, BNG); “Pretender reducir el problema de los incendios a una cuestión de orden público, como pretende interesadamente el gobierno del PP supone desenfocar completamente las causas últimas de esta problemática, y por lo tanto, errar en los diagnósticos y en los tratamientos para hacerle frente” (FRUGA); “La primera cosa que hay que solucionar, y no hay valentía política para hacerlo, es el problema de ordenación de territorio” (Isabel Vilalba, SLG); “La insuficiencia de medios provoca que sean los vecinos y las vecinas los que tienen que luchar contra los incendios para que estos no afecten a sus casas” (Tereixa Paz, BNG); “Se dejaron de hacer las políticas de limpieza de perímetros forestales en núcleos rurales. Una de las razones por las que este año se incrementaron notablemente los incendios que adquieren la alerta de categoría 1, cuando existe un peligro vital” (Pachi Vázquez, PSdeG-PSOE); “Brigadas incompletas y poco profesionales, recortes, condiciones laborales precarias, desorganización, improvisación” (Apopriga).
Explicaciones más complejas para un problema complejo, que va más allá de la responsabilidad de los incendiarios, y que remite al hábitat físico y humano del rural gallego. “A pesar de que muchos sean provocados el abandono hace que se propaguen, algo que se podría evitar con una mayor actividad agraria que hace de cortafuegos natural”, afirmaba hace unas semanas en Praza el secretario de Desarrollo Rural de Uniones Agrarias, Jacobo Feijoo.
Después de varios incendios forestales con Nivel 1 por la cercanía a las casas también vuelve a estar en debate a bajada de la franja de protección hecha por el PP en la Ley de Montes de 100 a 50 metros y de 50 a 30 en especies sensibles a las llamas. Y también el impacto de los recortes aplicados en las políticas de prevención y limpieza del monte. Vecinos de Ribeira denunciaban estos días en los medios que en el último mes habían pedido (sin éxito) en tres ocasiones en el Ayuntamiento que se limpiase de matorral al monte que rodeaba sus casas, y que finalmente ardió esta semana, poniendo en peligro sus vidas.