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El PP de Ribeira se niega a retirar la calle a un alcalde franquista, como piden BNG, PSOE y C's

Rodríguez Bautista, durante una visita de Franco a Ribeira en 1944, en una imagen de ABC

David Lombao

El 9 de agosto de 1944 Francisco Franco visitó Ribeira (A Coruña) acompañado por una enorme comitiva. Entonces el alcalde de la villa era Miguel Rodríguez Bautista, quien aún llevaría el bastón de mando durante quince años más, combinando durante una década -desde 1949- el puesto de regidor con el de procurador en las Cortes franquistas. El dictador acudió a aquella visita ataviado con el uniforme de Falange y, tras el yugo y las flechas, presidió junto al alcalde un desfile falangista que recogieron con profusión los periódicos y también el NO-DO, toda vez que la visita se producía durante las vacaciones de Franco en el Pazo de Meirás. Las crónicas de la época recogen que los actos, de apenas dos horas de duración, costaron unas 62.000 pesetas, el 10% del presupuesto municipal. La actual oposición en el Ayuntamiento ve motivos de sobra en actos como este para que Rodríguez Bautista deje de tener una calle dedicada en la capital de la comarca de A Barbanza, retirada a la que se opone el PP, que gobierna en minoría, motivo por el cual la propuesta, de ser votada, previsiblemente saldrá adelante.

Los grupos municipales del BNG (4 ediles), PSdeG (3 ediles) y Ciudadanos (3 ediles) acaban de registrar una propuesta conjunta en el Ayuntamiento ribeirense para que el gobierno del PP (8 ediles, tras el paso de una concejal al grupo no adscrito) retire, en aplicación de la Ley de Memoria Histórica, la calle que homenajea al alcalde franquista, así como la dedicada a Diego Delicado, presidente de la Diputación de A Coruña en los años 40 y 50 del siglo pasado, y las declaraciones de “hijo adoptivo” que ostentan Fernando Suárez Tangil y José María Rivero de Aguilar, también cargos de la dictadura. La petición ha chocado con una airada respuesta del alcalde, Manuel Ruiz Rivas, que llega a considerarla una “ignominia”.

Los autores de la iniciativa la enmarcan en la necesidad de “reparación moral” de las víctimas del franquismo, la cual pasa, dicen, por el fin de la “exaltación” pública de las figuras del régimen. Bloque, socialistas y Ciudadanos -cuyo líder, Albert Rivera, se ha opuesto a iniciativas como esta en otros municipios -, resaltan que Rodríguez Bautista ejerció su puesto durante “los años más duros y represivos de la dictadura, período en el que además ”asumió, en su integridad, la función de jefe del partido único fascista, responsable de miles de paseados entre nuestros compatriotas“. Fue, dicen, ”una persona que no sólo desempeñó de buen grado el puesto de máxima autoridad franquista en Ribeira“, sino que además ”buscó el ascenso social a través del partido fascista“.

Por todo esto los grupos proponen que la calle que homenajea a Rodríguez Bautista pase a ser la calle del escritor Xosé Neira Vilas, fallecido recientemente, y que la calle de Diego Delicado sea cambiada por Plaza de Vigo. La retirada de estas honras, indican, culminaría la aplicación de la Ley de Memoria Histórica en Ribeira, cuyo pleno municipal votó el pasado enero -en aquella ocasión, también con el apoyo del PP- la retirada de la calle 9 de agosto, que recordaba la mencionada visita de Franco, pasando a estar dedicada a José Fernández, alcalde republicano represaliado por los franquistas.

El alcalde y la Asociación de Amas de Casa

La retirada, también reclamada desde la Comisión para la Recuperación de la Memoria Histórica de A Barbanza, ha recibido una dura respuesta del alcalde, pero también de la Asociación de Amas de Casa de Ribeira. En una carta abierta publicada en la prensa local Ruiz Rivas argumenta que “a diferencia de otros muchos lugares”, en Ribeira “los tristes casos de represaliados fueron la excepción”, además de ensalzar la figura de Rodríguez Bautista. “Don Miguel”, dice el actual alcalde, “construía viviendas sociales donde alguno de los beneficiarios eran familias que pocos años antes habían sufrido la pérdida de alguno de sus miembros por la terrible lacra que supuso la represión, o construía el grupo escolar donde estudiaban esos hijos o netos”.

Ruiz Rivas asegura sentir “de corazón que la familia de don Miguel tenga que pasar por este trago 55 años después de su muerte” y por eso, advierte, él no va a colaborar para “manchar su nombre”. Una defensa aun más encendida del personaje llega desde la Asociación de Amas de Casa, que en otra carta le exige a la corporación el mantenimiento del nombre de la calle porque “don Miguel fue uno de los mejores alcaldes que se recuerda en Riveira”, un “gran defensor del pueblo, llegando en su gobierno a llamarse Ciudad Blanca por lo que él se preocupaba de que luciese limpia y pintada”. “Se le achaca que fue falangista. ¿Qué otra cosa se podía ser en esa época siendo alcalde?”, se preguntan, al tiempo que cuestionan al Ayuntamiento si “no tienen otra cosa que hacer que preocuparse por unos cambios que a nadie benefician”.

Desde el BNG local, uno de los tres impulsores de la iniciativa, se lamenta en un comunicado que “el alcalde le haya filtrado la propuesta a la directiva de la asociación”, cuya presidenta, Magdalena Rivas, “emplea su cargo para ejercer presión sobre los cargos políticos”, reprocha, tanto como con este comunicado como “haciendo llamadas para evitar dar cumplimiento a la ley”. “La honra de llevar el nombre de una calle le corresponde a personas que destaquen por su labor de concordia y ejemplaridad” y no para “cargos de la dictadura franquista”, concluyen, al tiempo que ven “indecente” la postura del alcalde.

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