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Ingenio y necesidad impulsan la energía renovable en los países emergentes

Turbinas eólicas en Xinjiang, China

Ana Martínez Aguilar

Por primera vez, las naciones emergentes han invertido más en energías renovables que los países desarrollados. El mundo occidental y países asiáticos como Japón han dejado de encabezar la producción de energía eólica, solar o biomasa, entre otras muchas fuentes limpias. En cambio, las economías con menos recursos están liderando la energía del futuro, con China a la cabeza.

Mientras que el llamado primer mundo redujo la inversión en energías limpias un 8 % en 2015 respecto al año anterior, los países en vías de desarrollo la aumentaron un 19 %, alcanzando los 155.000 millones de dólares (unos 138.000 millones de euros), según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNDP). En contraste, el gasto de los países desarrollados fue de 130.000 millones de dólares (unos 115.000 millones de euros).

Aunque tanto los grandes como los pequeños países con menos recursos han venido aumentando su inversión en las fuentes de energía limpias en los últimos años, es cierto que el hecho de que naciones más pobres hayan superado a las más ricas se ha debido fundamentalmente a los esfuerzos de potencias en ciernes como Brasil, India y, sobre todo, China. De la inversión total de las economías emergentes, un 74 % corresponde a estos tres territorios.

“China es un país que ha invertido muchísimo dinero en energías renovables. En la cifra global no solo se refleja la gran inversión, sino también el tamaño del país”, comenta a HojaDeRouter.com Álvaro López-Peña, analista de mercados y políticas en la Agencia Internacional de Energias Renovables (IRENA).

Al gigante asiático le interesa mucho apostar por las renovables. El país sufre una enorme contaminación que no proviene solo de los coches, sino también de las centrales de carbón que arrastran todo el humo hasta las ciudades. “Una de las ambiciones políticas más importantes que tiene China es acabar con la contaminación”, indica López-Peña. Aparte de librar de la polución a los núcleos urbanos, se ayuda a mitigar el cambio climático en general, puesto que se trata de energías libres de CO2, uno de los principales responsables del efecto invernadero.

Además, las energías renovables se han convertido en la llave maestra para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible Objetivos de Desarrollo Sosteniblede las Naciones Unidas. “Las renovables permiten cumplir con esos objetivos de contaminación al tiempo que permiten mejorar la educación, la sanidad o la economía”, afirma.

No obstante, la principal causa de la revolución energética en las economías emergentes no es la problemática de China: es el precio. “Eso que se suele decir de que las renovables son caras ya no es verdad en muchos casos”, explica López-Peña. Al igual que otros productos tecnológicos, como los ordenadores o los móviles, los avances que hacen posible la generación de energías renovables se han ido abaratando con el tiempo.

Por eso, más allá del impulso del país asiático, los demás emergentes no se han quedado atrás. Hay incrementos en la inversión en energías no contaminantes como el de Sudáfrica, de un 309 % en un solo año, alcanzando los 4.500 millones de dólares (unos 4.000 millones de euros); México, que aumentó un 105 % llegando a los 4.000 millones de dólares (más de 3.550 millones de euros); o Chile, que creció un 151 % situándose en los 3.400 millones de dólares (poco más de 3.000 millones de euros).

“Muchos países, y entre ellos China, se están dando cuenta de que se puede conseguir suministrar energía limpia a través de renovables y muchas veces de forma más económica que las energías tradicionales, las fósiles”, afirma el experto.

Excluyendo la energía hidráulica, los líderes en energías renovables son China -que encabeza la lista con un amplio margen-, Estados Unidos, Japón, Reino Unido e India. La primera invirtió el año pasado 102.000 millones de dólares (más de 90.700 millones de euros), mientras que Estados Unidos destinó 44.000 millones de dólares (más de 39.100 millones de euros).

A falta de recursos, innovación

Aunque John Obrien, asesor técnico en el UNDP, entiende que “hay más innovación en los países desarrollados”, las naciones emergentes se están poniendo las pilas y están haciendo mucho con pocos recursos.

Como señala el asesor, la energía limpia llega a las zonas más pobres a través de la tecnología transferida por el sector privado, las donaciones y las instituciones. A esto se suma el papel de las propias comunidades, pues las regiones más humildes apuestan por la colaboración y soluciones ingeniosas. Por desgracia, se trata de una cuestión de necesidad. Para más de mil millones de personas en el mundo supone toda una lucha generar energía para cubrir necesidades básicas como cocinar o calentar un hogar, según un estudio de Ren21, organización internacional sin ánimo de lucro.

Por ello, hay pueblos y ciudades con pocos recursos que han logrado sacar adelante proyectos muy innovadores que consiguen reducir costes o llevar energía a las zonas más remotas sin perder de vista la protección del medioambiente.

Buen ejemplo son las colaboraciones entre empresas de energía y telecomunicaciones. En India, SunEdison y Omnigrid Micropower Company han unido sus fuerzas para llevar la electricidad a los pueblos: despliegan una pequeña red de energía solar para nutrir las torres de telefonía y venden el excedente muy barato a los residentes de las zonas rurales. Otro caso lo encontramos en África, donde los clientes de la empresa Mobisol pueden pagar la energía solar a través de su teléfono móvil a un precio reducido. Según datos de la compañía, unas 250.000 personas consumen energía sostenible de este modo.

“En 2015 hubo una maduración continua de los modelos de negocio innovadores”, señala Laura Williamson, portavoz de REN21. “El uso de los sistemas de pago móvil se ha incrementado, sobre todo porque las compañías energéticas y de telefonía comenzaron a colaborar entre sí”,

En algunos países africanos, consumir energía solar resulta más asequible que acceder a la red eléctrica nacional. En concreto, en Tanzania, Kenia y Uganda puede suponer un ahorro de hasta el 10 % con la empresa M-Kopa y es hasta diez veces más barato que utilizar lámparas de queroseno.

Algo similar sucede en los países emergentes de Asia. El economista Dipal Barua estima que se están vendiendo alrededor de 35.000 unidades mensuales de energía solar para el hogar en Bangladesh. “Los sistemas solares domésticos están creciendo en popularidad como sistema de pago asequible”, explica Williamson. También hay soluciones más caseras y creativas, como las de habitantes de algunos pueblos de Vietnam que están construyendo con sus propias manos turbinas eólicas de plástico.

Si se examinan las propuestas de las naciones emergentes, parece que la tendencia de las renovables va a seguir al alza. India ha presentado un proyecto para que la energía solar asegure el suministro eléctrico de 18 millones de hogares de aquí a 2022. Filipinas planea construir el séptimo mayor proyecto de energía solar del mundo, y en África, Kenia planea vender los bonos verdes, una fuente de financiación alternativa para impulsar proyectos sostenibles.

Sin embargo, hace falta mucha más inversión para empujar definitivamente el uso de las energías no contaminantes. “Estimamos que, de aquí a 2030, el dinero público cubrirá el 15 % del total de la inversión necesaria, por lo que el otro 85 % debe venir por el capital privado”, explica López-Peña. “Cada año habría que invertir como mínimo un billón de dólares, aproximadamente el PIB de España, en renovables a nivel mundial”invertir como mínimo un billón de dólares.

Hace falta dinero para que esta ola de energía verde continúe. Además de ayudar al medioambiente, ofrece a los países con menos recursos la oportunidad de posicionarse como líderes en una industria con futuro.

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Las imágenes de este reportaje son propiedad de Chris Lim, Flickr, Yahoo! Blog y DFID

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