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Diez años de la mítica competición que encendió el motor del coche autónomo

Imagen del Urban Challenge de 2007

José Manuel Blanco

Hace diez años, el DARPA Grand Challenge celebró su última edición. Sin embargo, su espíritu sigue muy presente entre los que trabajan para hacer realidad el coche autónomo. Aquellas carreras fueron la antesala del 'boom' de los vehículos sin conductor y, para conmemorar la fecha y celebrarlo, algunos de sus participantes se reunieron hace unos días en Pittsburgh. No son precisamente unos donnadies: Zoox, Argo, Aurora… Diez años después, los participantes de aquel torneo siguen en la brecha.

El DARPA Grand Challenge, un certamen organizado desde el Departamento de Defensa de Estados Unidos (DARPA es su agencia de tecnología militar), propuso una carrera de coches autónomos por equiposequipos. De aquellos 225 kilómetros que hubo que recorrer en la primera edición, en 2004, sin maniobrar ni interactuar con otros coches, han salido las personas que lideran o han liderado los equipos de investigación en Tesla o Google. También, 'startups' que pretenden rivalizar con ellas.

Uno de los protagonistas de aquellas carreras es Sebastian Thrun. Este alemán lideró en 2005 el equipo de la Universidad de Stanford que desarrolló Stanley, el vehículo que ganó aquella competición. En 2007 estuvo detrás de Junior, que quedó en segundo lugar. Con ese currículum, Thrun terminó en Google, liderando al equipo del coche autónomo y participando en el desarrollo de Street View. 

Thrun formó parte de X, el laboratorio secreto de innovación en el que nacieron artilugios como las Google Glass o su modelo de vehículo autoconducido, que ahora desarrollan desde la empresa independiente Waymo. Pero esta filial de Alphabet no solo se ha nutrido de Thrun, sino de otras personas que participaron en el DARPA Grand Challenge y que ocuparon cargos en las automovilísticas tradicionales: uno de los consultores de la compañía de Google es Larry Burns, exvicepresidente de Investigación y Desarrollo en General Motors cuando la competición se desarrollaba.

Después de DARPA, Thrun cofundó la plataforma de cursos abiertos Udacity. Además, es CEO de Kitty Hawk, una compañía con la persigue construir una especie de monoplazas voladores con aspecto de dron, con el fin de “hacer del sueño de volar una realidad”. Su primer prototipo se presentó en abril de 2017 y no haría falta una licencia para pilotarlos.

Hay otros exparticipantes, como Mike Montemerlo, que formaba parte del mismo equipo de Thrun que ganó en 2005 y ahora sigue en Google. Otros de los participantes que entraron a formar parte de la tecnológica han salido después y han fundado sus propias 'startups' de automoción. El reto de DARPA ha creado “un montón de millonarios”, ha dicho William Whitaker, profesor en Carnegie Mellon, una de las universidades que participó en la cita. “Cuando eran estudiantes no tenían blanca ni para comprar el desayuno”. Y ahora son magnates de la tecnología.

Perfil bajo entre gigantes

Es el caso de Aurora, una de esas compañías que ya está probando los coches sin conductor por las carreteras de California y Pensilvania. Rodeada de un halo de secretismo, está capitaneada, entre otros, por Chris Urmson, un profesor de robótica que en 2007 participó en el equipo que se llevó la gloria en la última edición y que también fue CTO del proyecto de coche autónomo de Google. Junto a él está Sterling Anderson, que dirigió el programa Autopilot de Tesla.  

Precisamente en Pittsburgh, donde hace poco se han juntado aquellos universitarios para celebrar, es donde Aurora tiene parte de sus oficinas; las otras están en Palo Alto, y en ambas ciudades han circulado sus automóviles. Sin embargo, pocos detalles se conocen sobre su trabajo: de cuántos vehículos se compone su flota en la actualidad, qué modelos son (se habló de un Audi Q7), cuándo comenzarán las pruebas en carreteras abiertas… En su página web, de momento, solo hay ofertas de trabajo. La idea de Aurora es desarrollar todo lo necesario para que el coche sea autónomo ('software', sensores…), pero que de la manufactura del vehículo se encarguen otros. Tesla, por ejemplo, está fabricando sus propios coches, además de la tecnología para que puedan circular de forma autónoma.

Del laboratorio de Google/Waymo han salido más trabajadores que han fundado ‘startups’ relevantes. Bryan Salesky, también de la Universidad Carnegie Mellon, se fue de allí para impulsar Argo, que cuenta con una inversión de 1.000 millones de dólares (861,99 millones de euros) de Ford. La idea del equipo es tener vehículos totalmente autónomos en cuatro años. Para ello, Salesky se alió con Peter Rander, exingeniero de Uber.

Por su parte, Dave Ferguson es cofundador de Nuro, otra compañía de la que se conocen pocos detalles, pero se cree que, además de dedicarse a la automoción (en un plazo de dos a cuatro años saldría su primer coche autónomo), investigará otras líneas de producto: algunos de sus trabajadores estuvieron en los equipos de proyectos tan variopintos como Google Imágenes, Street View o Curiosity.

Por último, Anthony Levandowski salió y creó Otto, que se especializó en tecnología para camiones autónomos o que permitiera a los conductores descansar más tiempo. La compañía fue fundada en enero de 2016 y en agosto fue adquirida por Uber. Y si Levandowski apostó por camiones, Jesse Levinson, que no pasó por Google, fundó en 2014 Zoox, cuyo propósito es fabricar taxis autónomos.

Diez años después del final de aquella competición, la tecnología está muy avanzada. “Estamos muy cerca”, ha dicho Montemerlo. “Hay mucha diferencia entre donde estamos ahora y donde estaban las cosas hace diez años”. Las 'startups' se mezclan con las empresas clásicas del motor y las tecnológicas con aquella semilla de innovación que sembró el Pentágono.

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Las imágenes son propiedad, por orden de aparición, de Wikipedia (1, 2, 3) y Kitty Hawk

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