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Todos a por el soltero de oro: tiene móvil y usa Tinder (de momento)

Chico busca chica, 'app' busca chico y chica (Foto: videocrab en Flickr)

Analía Plaza

Tinder ya ha llegado a España. En el momento de escribir esto, está en el top 3 de descargas de la AppStore, ha llamado la atención de revistas de tendencias y periódicos y se dedica poco a poco a transformar el arte del ligar, o conocer gente, en internet. “Nuestra base de usuarios en España crece deprisa. No podemos dar el dato total, pero sí decir que crece al 2% diario”, afirman desde la aplicación.

En ella tu perfil no tiene más que cinco fotos y edad y a tus posibles objetivos los apruebas o descartas con un simple movimiento a la izquierda o a la derecha. Si la otra persona te ha seleccionado a ti, '¡match!', podéis empezar a hablar. La rapidez que le mete al proceso del ligue ha sido descrita como “espeluznante”: además de geolocalizarte y mostrar sólo gente a tu alrededor, su interfaz en forma de cartas y no de scroll con sobrecarga de información te obliga a decidir al momento. ¿Te gusta? Derecha. ¿No te gusta? Izquierda.

¿Te meterías a ligar a una web?

Tinder es, entre las aplicaciones de 'dating', la 'killer app', o lo que en tecnología se conoce como la 'app' que mata al resto porque se convierte en el estándar, en la que todo el mundo usa. Pero, igual que sus creadores, más negocios se han dado cuenta de que hay huecos en el jugoso mercado del ligoteo online, donde la competencia (Meetic, Match, Badoo...) se ha quedado vieja. Aunque las grandes siguen moviendo el dinero - Badoo, quizá la 'menos vieja', factura más de cien millones de dólares anuales y tiene 200 millones de usuarios registrados -, la media de edad de sus usuarios es mayor.

Primero, porque son productos nacidos en la web y el usuario está ya en el móvil; segundo, porque viven del 'freemium' y algunas funciones hay que pagarlas, barrera de entrada para quien no quiere gastarse un duro o directamente no lo tiene (¡los jóvenes!) y, tercero, porque sus perfiles piden descripciones, gustos, respuestas a preguntas. Tanto crearlos como examinarlos implica un tiempo que hay quien no está dispuesto a gastar o, directamente, no tiene. Menos aún desde el móvil.

Pero Tinder ha ido al revés: entró en las universidades y, poco a poco, ha ido enganchando a los de veintitantos hasta tener una edad media de usuarios de 27 años, que ya tienen dinero y cuya actitud es cada vez más positiva hacia esto del ligue en internet (o eso nos dicen la experiencia y este estudio del PEW Research Center). Dicho esto, ¿por qué no darle una vuelta tanto a los productos como a los modelos de negocio? Y, si Tinder ya juega, en negocio, con pertenecer a un gran conglomerado (el grupo IAC) y, en mercado, con ser la 'app' en la que está todo el mundo (la gran discoteca a la que te da pereza ir porque la gente es muy normal), ¿por qué no buscar otros segmentos y potenciar otras virtudes? Varias aplicaciones están en ello.

Adiós, malas hierbas y textos descriptivos

En Caoba hay puerta de entrada. Nacida en Madrid en 2013, en su segunda versión cortó el grifo: para entrar, hay que solicitarlo, subir tres fotos y esperar a ser aceptado. “Ha dado un resultado brutal. De la noche a la mañana eliminamos casi mil perfiles (la mayoría de chicos, exhibicionistas, chulos de playa, etc). Desde entonces, no me preguntes por qué, se dan de alta muchas más chicas. Ahora son 60% chicos y 40% chicas, algo que no se da en ningún otro servicio. Lo normal es entre 10 y 20 tíos por tía”, cuenta su fundador, Javier Cañada. No hay 'match', pero sí bloqueo (si te gusta, hablas; si te disgusta, bloqueas) y tampoco geolocalización como en Tinder. “Para una app que fomente encuentros esporádicos sí es bueno, pero cuando buscas complicidad eso importa menos. Si alguien te gusta no tienes problema en hacer una hora en coche”.

Caoba es producto del estudio de diseño Vostok y antes de que Tinder conquistara España ya basaba los perfiles en imágenes. “Imagina que te pido que te cuentes textualmente, que te describas diciéndome qué te gusta, cómo eres... A la mayoría de personas le cuesta describirse a sí mismas y más si es con texto. Acabamos poniendo algo como 'Me gusta viajar, leer, el cine y la música'. Vale, ¡como a todo el mundo!”, resume Cañada. “¿Qué cine, qué viajes, qué lecturas? Con fotos puedes ver si alguien es guapo o no, pero también cómo es su casa o su vida, si es ordenado o no, si tiene una vida muy social o doméstica, si es presumido, deportista... Todo eso cuesta contarlo con texto y más desde un móvil”.

Si la tendencia es eliminar texto e ir a lo visual, Rendeevoo es la más moderna porque se han cargado el chat. “Mira, me rompí la pierna. Estuve tres meses en la cama. Era la primera vez que tenía tiempo para probar el ligue online. Probé e-harmony, Match, Badoo... Y es lo de siempre: das información sobre ti pero ¿qué importa? Entonces tenía tiempo para chatear, conocer diez chicas y de ellas quedar con una, pero tienes que invertir tiempo y dinero. Por qué todo eso: si estoy libre y tú también, quedemos”, explica George Christoforakis, su fundador. “Creemos en el flirteo. En un sitio de ligue en internet, en el momento en que empiezas a chatear eso está muerto. ¿De dónde eres? ¿Dónde vives? ¿Qué te gusta hacer? Las preguntas típicas lo matan”.

Hola, citas offline y envío de regalos desde el móvil

¿Y entonces? Si me gusta alguien, ¿qué? Con Rendeevoo, si hay 'match', hay cita en la vida real: te gusto, me gustas, seleccionamos uno de los bares que sugiere la 'app' para quedar esta noche y pagamos la primera copa desde el móvil. La idea va en la línea de aplicaciones como Grouper, que organiza citas a ciegas en grupo (tú y un par de amigos con ella y un par de amigas, o viceversa) y en la que la primera ronda se paga desde el móvil.

Rendeevoo ha empezado en Londres – perfecto campo de cultivo para testar 'apps' de estilo de vida, por su alta penetración móvil y nivel adquisitivo de los usuarios - está en 'beta' y tiene seis pubs afiliados. “Los bares están interesados”, cuenta Christoforakis. “Les das flujo de clientes. Pueden seleccionar qué días, cuánta gente quieren que vaya, de qué edades...”. Con este modelo, se aseguran de que la cita sucede en un entorno seguro y hacen negocio, porque se llevan el 50% del precio de la primera copa.

Otra forma de ganar dinero es el envío de regalos desde dentro de la 'app'. A Carrot Dating la echaron de la AppStore: su mensaje es tan provocador – “soborna a las mujeres con regalos” - que fue acusada de sexista (también se encargó así estar en boca de todo el mundo), pero su modelo, que sigue en Android y es por lo que nos interesa, lleva el comercio electrónico al móvil. El usuario envía flores, joyería, cenas u ocio con la promesa de que así se asegura una cita. “Un regalo es la mejor forma de romper el hielo”, venden en su web. “Carrot Dating transforma la remota posibilidad de cita en un '¿por qué no?' ¡Todos ganan!”. Ellos, a comisión, también.

En Caoba tuvieron la misma idea y la comunicaron con más elegancia. “Un regalo es el mejor piropo: cuando dos personas se gustan es normal que quieran demostrárselo. Hemos hecho una selección de regalos para que puedas tener un detalle, o lo puedan tener contigo, desde la 'app' y sin que nadie conozca la dirección de nadie”. El negocio, cuentan, va despacio. “No le hemos dado mucho bombo porque ahora queremos comunicar otras cosas, pero lo cierto es que aunque casi el 30% de los usuarios ha activado que acepta recibir, los envíos no han despegado. Me da que no se percibe el valor, que no saben que un ramo de flores o un detalle en el momento adecuado 'convierte' mucho”.

No somos Tinder, pero nos ha abierto la puerta

“Caoba no puede destacar por tener millones de usuarios ni por un algoritmo alucinante de recomendación”, resume Cañada. “Sólo podemos destacar por la calidad media y en eso estamos poniendo todo el esfuerzo”. Verificando perfiles, echando a los usuarios que se pasan de groseros y ayudando a mejorar las fotos (“hasta hemos hecho personalmente fotos a gente que apenas tenía para que salieran decentes”). 'Sacrifican' cantidad por calidad. Ese espíritu exclusivo también va en el ADN de Rendevoo. “No tenemos un efecto de red. No somos Tinder. Lo que nos preocupa es: ¿puedo encontrar aquí a alguien para salir esta noche? Enséñame gente y decido. Si no, vuelvo mañana. Lo que vendemos es la experiencia”, explica Christoforakis.

Y siendo tan a ciegas y en la vida real, ¿no se encuentran con reticencias de usuarios? Su informal estudio de mercado dice que la reacción es la misma que hace diez años con las webs de ligue online – justo el mercado que Tinder está transformando. “Nos preocupa estar un poco fuera de nuestro tiempo”, concluye. “Quizá es un modelo que triunfa en dos o tres años. Pero tenemos 'feedback' positivo. Y la popularización de Tinder nos ha abierto muchas puertas”.

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