Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Gobierno y PP reducen a un acuerdo mínimo en vivienda la Conferencia de Presidentes
Incertidumbre en los Altos del Golán mientras las tropas israelíes se adentran en Siria
Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

La inflación también llega a los libros: el encarecimiento del papel, la energía y el transporte ya se nota en los precios

Varias personas contemplan ejemplares de libros en un puesto durante el Día Del Libro celebrado en Palma en 2021.

Laura Jurado

Mallorca —
24 de febrero de 2023 07:33 h

0

Dicen los editores que nunca habían visto una subida tan rápida del coste de publicar un libro. Para algunos, el primer aviso llegó en septiembre de 2021, cuando una crisis generalizada en la fabricación de cartón les dejó prácticamente desabastecidos durante meses. Para entonces, algunos habían comenzado a recuperarse a duras penas de la crisis de la COVID-19, pero ninguno pudo prever el vuelco que aún estaba por llegar: la eternización de la guerra de Ucrania y la continua escalada de precios han hecho que editar sea hoy entre un 20% y un 30% más caro que hace solo medio año.

“Los números ya no salen”, es la frase que estos días repiten muchos responsables de editoriales de Balears. Toda previsión resultaba insuficiente cuando “en cuestión de seis meses” se ha producido una “subida generalizada” de los materiales y costes de impresión obligando al sector a instalarse en un equilibrio casi imposible. “Con la pandemia tuvimos algunos problemas de suministro y de retraso en los plazos, pero no un aumento de precios como el que hemos experimentado en 2022”, asegura el presidente del Gremi d’Editors de las Islas y editor de El Gall, Gracià Sànchez.

El papel, su principal materia prima, se ha convertido en uno de los mayores dolores de cabeza del sector, marcado por la escasez y prácticamente la desaparición de algunos tipos. Las imprentas fueron las primeras en alertar: se estaba produciendo un desabastecimiento y un retraso generalizado en la llegada de papel desde China, uno de los mayores fabricantes y exportadores hacia nuestro país. La consecuencia más inmediata fue el desbarajuste de los calendarios: las tres semanas que podía tardar la impresión de una tirada pasaron a convertirse en tres meses. En esa espera eterna, reconoce Tomeu Canyelles, editor de Nova Moll, hubo quien optó por buscar materiales sustitutos y algunos títulos “salieron al mercado con un papel que no merecían”. 

El otro gran impacto fue de lleno a los presupuestos. “Con la continuación del conflicto y la subida del precio de los suministros muchas empresas papeleras han cerrado y, de las que quedan, algunas se han dedicado a hacer negocio”, aseguran desde el sector. El papel comenzó un imparable encarecimiento que ha llevado a algunos tipos a registrar subidas de hasta el 100%.  

La situación no hizo más que empeorar en los meses siguientes. La subida del precio de la energía afectó de pleno a la impresión. Pese a las medidas aprobadas por el Gobierno para paliar el encarecimiento de la electricidad y el gas, algunos editores aseguran que la rebaja no ha llegado al sector. “Muchos han puesto la guerra como excusa para subir los precios y luego ya no los han bajado”, señalan. 

El tercer elemento crítico para las editoriales baleares ha sido el aumento de costes en el transporte: “Nos afecta tanto para importar la materia prima como para exportar luego los libros ya editados”, explica Canyelles. “La insularidad nos lleva a pagar ese sobrecoste dos veces”, añade Sànchez. “Para nosotros el mercado de nuestros libros está también en Valencia y Catalunya y eso se traduce en idas y venidas constantes de ejemplares”, añade Maria Muntaner, responsable de Lleonard Muntaner, una de las editoriales históricas del archipiélago. 

Si echan cuentas, los editores calculan que editar un libro es hoy entre un 20% y un 30% más caro. Subida que puede ser incluso superior para títulos especiales como los de fotografía o los libros de artista, y que ha llevado a muchos sellos a comenzar a repercutir parte del sobrecoste en el precio final. 

“Hacía años que, en líneas generales, no habíamos modificado los precios porque el aumento de costes era pequeño y lo podíamos asumir. Ahora no había más remedio que trasladar una parte al precio final”, explica Sànchez. “Ya no es una cuestión de ganar sino de, al menos, no perder”, añade Canyelles. Los editores reconocen que los precios han subido una media del 10%, lo cual, temen, podría volverse contra el propio sector. “Lo que nos preocupa es perder ventas porque aumenten los precios, porque lo que más daño hace es una venta perdida”, reconoce el editor de El Gall. 

Hacía años que, en líneas generales, no habíamos modificado los precios porque el aumento de costes era pequeño y lo podíamos asumir. Ahora no había más remedio que trasladar una parte al precio final

Gracià Sànchez Editor de El Gall

Los editores difieren a la hora de vaticinar cómo cambiará su escenario en los próximos meses. Mientras Sànchez augura una “estabilización” de los costes o un aumento más discreto, Canyelles se reconoce “nada optimista” y apunta a que los presupuestos no sólo no bajarán, sino que tampoco conseguirán detenerse.

“La gran inversión de un libro para que se publique la hace una editorial y las editoriales independientes son un tejido muy frágil. Trabajamos en una industria del riesgo porque dependemos de muchos factores y gastos”, expresa el editor de Nova Moll. En el fondo, muchos temen que si el panorama no mejora pueda conllevar el cierre de algunos sellos editoriales o la conversión de la edición en un hobbie. Lo que Sànchez denomina la “desprofesionalización del sector”.

Muchos temen que si el panorama no mejora pueda conllevar el cierre de algunos sellos editoriales o la conversión de la edición en un hobbie

Según datos del Institut Balear d’Estadística (IBESTAT), a finales de 2022 existían en las Islas 55 empresas dedicadas a la edición, de las que, según el presidente del Gremi d’Editors, una veintena están centradas en la publicación de libros. No obstante, no para todas es una actividad a tiempo completo. “Muchos editores tienen la edición como segunda actividad porque no pueden vivir de lo que publican. El riesgo es que ese fenómeno se extienda entre los que dedicamos el 100% de nuestro tiempo, que se transforme en una especie de afición. La desprofesionalización es un peligro para el sector”, asegura.

El número de títulos continúa en aumento

Pese al encarecimiento de costes, una gran parte de las editoriales ha optado por mantener su volumen de publicación: mientras que El Gall y Nova Moll editan unos 25 títulos al año, otras mayores como Lleonard Muntaner publican entre 40 y 50. Según el Anuario de Estadísticas Culturales, en Balears se editaron 747 títulos en el año 2020, el último para el que ofrece cifras por comunidad autónoma. De hecho, las cifras recogidas en el informe de Comercio Interior del Libro en España para 2021 mostraban un aumento de entorno al 9% de media en el número de títulos editados en papel en toda España, hasta situarse en los 55.197. 

“Continuamos con el mismo volumen de edición, pero la realidad es que los originales que revisamos son cuatro veces más que los que publicamos. Y cada vez hay que afinar más en la selección cuando los costes suben y las ventas bajan”, asegura Sànchez. Algunos editores baleares afirman que han tenido que declinar propuestas porque no podían asumir el riesgo de su edición. Publicar no es solo una cuestión de calidad y criterio, sino también de números. “Muchas editoriales tendrán que ajustar su política de novedades”, añade Canyelles. De hecho, el pasado mes de junio un estudio presentado en el XXV Congreso de las Librerías advertía sobre la saturación de las novedades editoriales con unas cifras más que preocupantes: el 86% de los títulos venden menos de 50 ejemplares al año. Por ello muchos de los editores han optado por reducir drásticamente las tiradas.

Algunos editores baleares afirman que han tenido que declinar propuestas porque no podían asumir el riesgo de su edición. Publicar no es sólo una cuestión de calidad y criterio, sino también de números

Caída de las tiradas

“En los 90 en Balears se hacían tiradas de 1.000 o 2.000 ejemplares de la mayoría de libros. Es cierto que no había tantas editoriales y que la gente no tenía tantos estímulos de ocio, pero esas cifras son ahora muy poco habituales”, asegura Canyelles. Varios editores de las Islas coinciden en que la tirada media ronda hoy los 500 ejemplares, e incluso baja hasta los 300 en el caso de libros menos comerciales, así como en poemarios o textos teatrales. “Hoy los 1.000 ejemplares serían para un título que funcionara muy bien”, añade Sànchez. 

La situación se repite en el panorama nacional. En el informe del Comercio Interior del Libro se señala que en España en 1999 la tirada media era de 5.050 ejemplares por título; en 2021 había caído un 28,9% y se situaba en los 3.590 ejemplares. “Ajustamos muchísimo las tiradas. Antes calculabas un sobrante y ahora, con el aumento de costes, no puedes”, señala Sànchez. 

El encarecimiento del papel también ha transformado en un nuevo factor de riesgo una práctica que era muy habitual: la reedición. “Había editoriales que funcionaban con tiradas más bajas y luego reeditando los títulos en función de las ventas, pero ahora el sobrecoste es mayor”, señala Muntaner. La explicación es la continua escalada de precios: “Hacer una segunda edición te permite corregir y mejorar la primera, pero también tienes que asumir que puede haber una subida del presupuesto en relación a la anterior”, explica Canyelles. Y aquí la volatilidad de las novedades también afecta: reeditar un libro cuya primera edición se ha agotado en poco tiempo “puede tener sentido, pero si los ejemplares se acaban en un periodo más largo, te lo piensas, porque la inversión es alta y seguramente ya no la recuperarás”, afirma Sànchez. 

El fin del papel en las escuelas

Durante las últimas décadas la transformación del sector editorial no ha sido solo una cuestión económica, sino también de hábitos. “La crisis de 2010 coincidió con el boom de nuevos elementos de ocio como los móviles y las redes sociales. Cuando el mercado se recuperó, el panorama de los lectores ya había cambiado”, asegura el presidente del Gremi d’Editors de les Illes Balears. 

La Encuesta de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España de 2021 señalaba que el 67,9% de la población española lee libros, un 64,4% de ellos lo hacían en su tiempo libre al menos una vez al trimestre. La principal fuente de lectores se situaba en la franja de entre 14 a 24 años, por lo que editores como Sànchez alertan sobre el peligro que la transformación de la educación digital puede conllevar para el sector. 

“Los libros en papel prácticamente han desaparecido de muchos centros escolares: utilizan tablets y ordenadores”, advierte. De hecho, según datos de la Federación de Gremios de Editores de España, entre 2019 y 2021 la edición de libros de texto no universitarios cayó un 22,6%. 

Para Sànchez el problema no es únicamente este, sino que la sustitución por los formatos digitales ha alcanzado también a los libros de lectura. “Si no se potencia al lector de papel en edad escolar es difícil que lo sea en la edad adulta”, asegura. Este relevo de soportes se observa ya entre los lectores: pese a que el papel sigue siendo el mayoritario, el número de personas que leen en formato digital parece haberse estancado (sobre el 29,4%), mientras que el porcentaje de quienes escuchan audiolibros superó por primera vez el 5% de la población. 

Etiquetas
stats