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ENTREVISTA Muntadhar al Zaidi

Hace 15 años le lanzó un zapato a Bush a la cabeza y hoy sigue buscando trabajo como periodista en Irak

Momento en el que Muntadhar Al Zaidi lanza sus zapatos contra George W. Bush durante una rueda de prensa en Bagdad con Maliki el 14 de diciembre de 2008.

Javier Biosca Azcoiti

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“¡Esto es un beso de despedida del pueblo iraquí, perro!”, grita el periodista Muntadhar Al Zaidi mientras le tira a George Bush a la cabeza uno de sus zapatos. Rápidamente se vuelve a agachar para coger el otro y repite el lanzamiento, que el presidente de EEUU esquiva con agilidad. “¡Esto es por las viudas, los huérfanos y los asesinados en Irak!”, chilla el periodista ya bloqueado y tirado en el suelo. 

Bush vivía sus últimos días en la Casa Blanca tras la victoria de Barack Obama y reaccionó entre risas. “Si quieren los datos, era un zapato de talla 10”, bromeó.  “Esto es lo que pasa en las sociedades libres [...] No sé cuál es su motivación”, añadió. Al Zaidi sí lo sabía y, 15 años después, no se arrepiente y todavía siente ira.

“Estoy enfadado porque este hombre mató a mi gente y ahora está libre, y no ha rendido cuentas 20 años después de estos crímenes”, dice a elDiario.es en conversación telefónica. “Quería demostrar a Bush que no recibimos la ocupación con rosas, como él dijo, sino con zapatos”. La guerra de Irak dejó entre 281.000 y 315.000 muertos, la mayor parte civiles, según los datos del proyecto Costs of War de la Brown University.

No fue un brote de ira, sino que estaba perfectamente planeado. Al Zaidi llevaba meses imaginando su acción e incluso ese día se puso zapatos sin cordones para poder quitárselos más rápidamente y, en caso de fallar el primer tiro, tendría una segunda oportunidad. Ya dentro de la sala, el periodista se quitó el anillo y se lo dio, junto al resto de pertenencias, a su cámara.

“El mayor nivel de desprecio hacia una persona en nuestra cultura árabe es lanzarle un zapato”, dice Al Zaidi. Este jueves se han cumplido 15 años de aquella escena ocurrida durante una rueda de prensa en Bagdad, en la que comparecieron el presidente de EEUU, George W. Bush, y el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, tras la firma de un acuerdo de retirada de las tropas después de años de ocupación.

Tras tirarle al suelo, la seguridad golpeó a Al Zaidi, le rompió un diente y dejó marcas de sangre en el suelo. El periodista fue condenado a tres años de prisión por atacar a un jefe de Estado extranjero, pero cumplió nueve meses de pena por no tener antecedentes.

Aquel lanzamiento cambió su vida para siempre y denuncia que desde entonces no encuentra trabajo como periodista en Irak. “Busco trabajo como periodista. Aquello tuvo grandes consecuencias y ahora, desde hace 15 años, llevo peleando con muchos medios por lo que hice”, cuenta. “La mayoría de los canales de televisión están apoyados o aliados con políticos corruptos”, añade. 

Su canal de televisión entonces le defendió públicamente y pidió a las autoridades su liberación, pero él asegura que lo hicieron “por fama”. “Cuando salí de prisión y creé una organización de ayuda a las víctimas de la ocupación estadounidense y presenté una denuncia contra criminales de guerra, el canal me despidió de manera arbitraria”, dice.

Sus compatriotas todavía se acuerdan bien de Al Zaidi. “Lo tratan con humor. Cuando me ven, me preguntan si sigo con los zapatos puestos y quién será el próximo”. En la ciudad de Tikrit levantaron una estatua de tres metros de un zapato en su honor, pero las autoridades ordenaron su retirada. 

Tras salir de prisión, Al Zaidi se marchó a Líbano, donde trabajó para la televisión Al Mayadeen (afiliada al grupo chií Hizbulá) y volvió durante las protestas de 2011. “El Gobierno me detuvo y me metió en prisión de nuevo durante tres días. No podía hacer nada con el régimen de Al Maliki, así que volví a Beirut”, cuenta.

Al Zaidi se quedó en Líbano hasta que tomó la decisión de presentarse a las elecciones al Parlamento de Irak en 2018 como miembro del movimiento liderado por el clérigo chií Moqtada al Sadr, que fue la fuerza más votada. Él, sin embargo, no salió elegido. Su campaña se centró en la lucha contra la corrupción y el sectarismo. 

Durante la invasión estadounidense, Al Sadr creó una milicia chií para combatir la ocupación y EEUU lo llegó a describir como la principal amenaza de seguridad en Irak. Posteriormente abanderó el discurso nacionalista y la lucha contra la corrupción y la injerencia extranjera.

Ahora, cinco años después de aquellas elecciones, Zaidi ha fundado una asociación que apuesta por la suspensión de las elecciones locales que se celebrarán el 18 de diciembre. “Lo hice para luchar contra el sistema político y las elecciones locales, que son la raíz de esa corrupción. Su celebración o no celebración no cambia nada. Al contrario, trabajamos para celebrar manifestaciones contra estos comicios, de los cuales se beneficiarán los corruptos”. 

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