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Muqtada al Sáder, de enemigo número uno de EEUU a fuerza más votada en las elecciones de Irak

Javier Biosca Azcoiti

Ataviado con el turbante negro que llevan los descendientes de Mahoma y a pesar de su juventud (44 años ahora), Muqtada al Sáder ha sido desde la invasión estadounidense de Irak en 2003 una de las principales figuras políticas del país. Y eso sin haber ocupado nunca un cargo público en el Gobierno.

Lo seguirá siendo, ya que la coalición que lidera, aunque sin presentarse él como candidato, ha sido la fuerza más votada en las primeras elecciones celebradas tras la derrota militar de ISIS en el país. Le siguen en votos la coalición de las Unidades de Movilización Popular (milicias chiíes que han combatido a ISIS y apoyadas por Irán) y el partido del actual primer ministro, Haider al Abadi, que partía como favorito también con un discurso nacionalista reforzado por su victoria contra los terroristas.

Líder del Movimiento Saderista, Muqtada al Sáder ha heredado gran parte de su poder –es hijo y nieto de ayatolás y su padre fue asesinado presuntamente por Sadam Husein–. Una parte importante de su apoyo popular entre los chiíes reside en la red de organizaciones caritativas fundadas por su padre y que facilitan servicios básicos que no ha cubierto el Estado durante años.

Al Sáder, la sorpresa en estas elecciones, ha promovido durante las elecciones un nacionalismo alejado del sectarismo radical que agitó con fuerza en el pasado. EEUU le describió como la principal amenaza a la seguridad de Irak, incluso por encima de Al Qaeda. Además, es uno de los pocos líderes religiosos no alineados con Irán, país con fuerte influencia en Irak, de mayoría chií. Todo ello le ha permitido alcanzar un inédito acuerdo de coalición junto con el Partido Comunista. Para el Gobierno de Teherán, se trata de alguien en quien no confían.

Apenas tenía 30 años cuando EEUU invadió el país, pero desde entonces ha sido un elemento fundamental en el porvenir de Irak. En junio de 2003, el líder religioso creó una milicia, el Ejército del Mahdi, que combatió a las tropas de EEUU. Temeroso por las consecuencias que podría desencadenar deshacerse de Sáder, EEUU decidió no detener al líder religioso, pero llegó a un acuerdo con él. En 2004, Sáder aceptó no enfrentar más a su milicia contra los militares estadounidenses y, a cambio, Estados Unidos le compraría parte de su armamento (se gastó 1,2 millones de dólares en dicho armamentoy otros 300 millones en lo que llamó 'fondos de reconstrucción). “No era un acuerdo de paz, pero en esencia sí que lo era”, declaró el consejero de estrategia del general George William Casey, jefe de la operación en Irak.

La violencia sectaria no dejó de aumentar y el Ejército del Mahdi no se mantuvo neutral. Dos años después del acuerdo, en 2006, el enfrentamiento llega a niveles de guerra civil y las fuerzas de Muqtada al Sáder centraron sus esfuerzos contra la minoría suní. Sus milicias asesinaron a miles de civiles suníes, mientras la insurgencia suní hacía lo propio con los civiles chiíes.  

En las sucesivas elecciones generales, Sáder ejerció un papel fundamental para que Nuri Al Maliki consiguiese formar gobierno. Maliki, aliado de EEUU, ejerció una política sectaria que marginó de forma sistemática a los suníes. Eso terminó desencadenando las protestas de diciembre de 2013 en ciudades suníes, varias de las cuales finalmente cayeron en manos de ISIS.

En 2007, Muqtada al Sáder se traslada a Irán para completar sus estudios religiosos y vuelve en 2011. A su regreso, se distanció del primer ministro Maliki, a quien acusó de dictador. Desde entonces desarrolló un discurso más nacionalista y conciliador, poniendo el foco en la lucha contra la corrupción.

En 2016, el líder religioso organizó una protesta en la Zona Verde de la capital, Bagdad, –donde están las principales instituciones estatales– contra la corrupción en el gobierno del actual primer ministro Abadi. Un mes más tarde, los manifestantes tomaron el Parlamento, pero se retiraron poco después tras la petición de Sáder.

En este mismo periodo, fundó la milicia Saraya al Salam (Brigadas de la Paz) para luchar contra ISIS.

El partido de Sáder ha conseguido el mayor número de escaños, según la información de los medios iraquíes sobre un escrutinio que aún no ha terminado. Eso no le garantiza la mayoría absoluta. Un pacto del partido de las milicias chiíes y del primer ministro Abadi podría dejarle fuera del Gobierno, y es probable que Irán se ocupe de labrar ese acuerdo muy pronto.

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