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Los gobiernos autoritarios de Hungría y Polonia se benefician más que Italia o España de las primeras partidas de la UE contra el coronavirus

El primer ministro de la República Checa, Andrej Babis; el primer ministro húngaro, Viktor Orbán; y el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki.

Andrés Gil

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Fue una de las primeras decisiones de la Comisión Europea, el 13 de marzo pasado: movilizar dinero no gastado de fondos ya previstos para ayudar en la crisis de la coronavirus. La propuesta recibió el visto bueno de los Estados miembros el 30 de marzo de 2020, el mismo día en que el primer ministro de Hungría, Viktor Orban, comenzó a gobernar por decreto en virtud de los poderes extraordinarios adoptados asumidos en la crisis.

Así, en Hungría el Ejecutivo, es decir, el propio Orbán, decidirá cuándo acabar con estos poderes extraordinarios, y eso que el partido de Orbán, el Fidesz, ya tiene una mayoría de dos tercios en el Parlamento nacional.

Mientras, en Polonia, el jefe de la mayoría de derecha ultraconservadora del PiS ha forzado en el Parlamento mantener las elecciones presidenciales en mayo a través del voto por correo. El servicio nacional de Correos asumirá el papel de comisión electoral. Pero su presidente acaba de ser destituido y reemplazado por el viceministro de Defensa, del PiS.

Y tanto Hungría como Polonia son los principales beneficiados de la Iniciativa de Inversión en Respuesta a Coronavirus (CRII) de la Comisión Europea, que cuenta en total con 37.000 millones de euros. Ni España, ni Grecia, ni el vecino (más pobre) de Hungría, Rumania. Y ciertamente tampoco Italia, que recibirá 2.300 millones. Y la asignación de Hungría es de 5.600 millones de euros, más del doble. Italia tiene una población de 60 millones de personas. Hungría tiene 10 millones, como explica un informe de European Stability Iniciative. Polonia, por su parte, se hace con 7.435 millones de euros.

Cuando la Comisión Europea propuso este reparto el 13 de marzo pasado, Italia ya tenía 1.266 muertes por coronavirus. Hungría no tenía ninguna.

Si se mira hacia atrás, la financiación estructural de la UE para el periodo del Marco Financiero Plurianual 2014-2020 ha coincidido con gobiernos de Viktor Orbán en los que ha ido erosionando la democracia en Hungría, en los que el país ha recibido subvenciones estructurales que representan más del 17% de su PIB de 2019: 25.000 millones. En términos relativos, como porcentaje del PIB, Hungría recibió siete veces más fondos que Italia en estos siete años.

Y esta ha sido el problema fundamental de CRII, que el reparto de ayudas mantenía los criterios del Marco Financiero Plurianual: esos 25.000 millones eran “dinero húngaro” de facto, que se gastaban independientemente de lo que sucediera en el siguientes siete años desde que se pactó en 2013, incluida la mayor pandemia en 100 años o las condenas de los tribunales europeos por los problemas de separación de poderes en Hungría.

Por su parte, el gobierno de Polonia, liderado por el Partido de la Ley y la Justicia de Jaroslaw Kaczynski, planea seguir adelante con las elecciones presidenciales del 10 de mayo, a pesar de un bloqueo de virus que impide que los candidatos de la oposición hagan una campaña efectiva. El gobierno está impulsando un proyecto de ley para exigir que los 30 millones de votos se emitan por votación postal, lo que el sindicato postal dice que es absurdo e imposible.

Al mismo tiempo, el Gobierno de Polonia está impulsando cambios en los tribunales, creando una cámara de “control extraordinario” que se encargará de certificar las elecciones. Tampoco está claro si Varsovia se inclinará ante un fallo del Tribunal de Justicia Europeo, el más alto de la Unión Europea, que le ordena suspender una nueva “sala disciplinaria” del Tribunal Supremo.

El viernes pasado, el Parlamento Europeo aprobó una resolución criticando las actividades de los gobiernos de Hungría y Polonia durante la crisis del coronavirus como “totalmente incompatibles con los valores europeos”.

Fondo improvisado

Además de ese fondo de 37.000 millones, los Estados miembros de la UE aún disponen de hasta 28.000 millones de fondos estructurales procedentes de sus dotaciones nacionales para 2014-2020 aún no asignados a proyectos (última fila de la derecha del gráfico de arriba).

La Comisión Europea afirma que podrán destinar esta financiación no utilizada a combatir la crisis. Hay Estados, como Hungría en este caso, que no tienen importes restantes porque el porcentaje de selección de proyectos era próximo o superior al 100 % antes de la CRII.

¿Por qué propuso la Comisión Europea una iniciativa donde a Italia se le asignó una financiación equivalente al 0,1 por ciento de su PIB; a España un 0,3% y a Hungría un desembolso del 3,9%?

Por el método aplicado por el Ejecutivo comunitario en los siguientes tres pasos, según explica:

El primero, el desbloqueo de los 8.000 millones: “Con el fin de destinar rápidamente 37.000 millones de euros de inversión pública europea a hacer frente a las repercusiones de la crisis del coronavirus, la Comisión Europea propone no pedir a los Estados miembros que reembolsen la prefinanciación que no hayan utilizado de los Fondos Estructurales y de Inversión para 2019. Normalmente, los Estados miembros tendrían que reembolsar alrededor de 8 000 millones de euros de la prefinanciación no utilizada recibida para 2019 antes de finales de junio de 2020”.

El segundo, es pasar de los 8.000 a 37.000 millones: “Teniendo en cuenta los porcentajes de cofinanciación medios de los Estados miembros, estos 8 000 millones de euros, combinados con la cofinanciación procedente del presupuesto de la Unión, de unos 29 000 millones de euros, podrán movilizar una ayuda total de 37.000 millones de euros procedente del presupuesto de la Unión”. Los Estados miembros pueden, si lo desean, gastarlo en atención médica. También pueden, si quieren, gastarlo tal como han gastado fondos estructurales durante años.

Y, el tercero es la urgencia: “Los importes utilizados en el marco de la Iniciativa corresponden al dinero de cohesión de la Unión que los Estados miembros no han utilizado. El diseño y la puesta en marcha de un instrumento específico y más delimitado llevaría más tiempo, lo que no aportaría valor añadido en las circunstancias actuales. Habida cuenta de las importantes necesidades de financiación que existen en todos los Estados miembros y de la rápida evolución de la situación, en la que los casos de coronavirus en todos los Estados miembros aumentan rápidamente, la Comisión confía en que los recursos serán muy pertinentes en todos los Estados miembros.”.

Es decir: este no es un instrumento bien diseñado, pero no hubo tiempo para proponer otra cosa. Gert Jan Koopman, director general de la dirección de Presupuestos de la Comisión Europea, reconoció: “No estoy fingiendo por un segundo que esta es una asignación óptima. Si tuviéramos que proponer una reasignación entre los Estados miembros, probablemente estaré aquí el año que viene”.

El resultado: el mismo día en que Orbán suspendió las sesiones del Parlamento húngaro por tiempo indefinido, Hungría recibió más dinero de la UE que los países más afectados por el crisis de coronavirus, Italia y España.

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