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La OTAN se resiste a reforzar el apoyo a Ceuta y Melilla mientras redobla su presencia en el Este

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el secretario general de La OTAN, Jens Stoltenberg, el 29 de mayo en la finca de Quintos de Mora (Los Yébenes, Toledo).

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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España quiere más garantías de seguridad en el flanco sur de la OTAN. Es decir, en la frontera entre Europa y África. El ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, lo ha dicho públicamente, igual que ha pedido que se tenga en cuenta en el nuevo concepto estratégico de la Alianza Atlántica el uso de la migración en los pulsos geopolíticos entre países fronterizos.

Pero, de momento, la OTAN no parece dispuesta a salirse mucho del foco oriental, donde se vive una guerra a raíz de la invasión rusa de Ucrania, y de donde le llega a EEUU un desafío global: China. Ya hace un año, la OTAN apuntó a Rusia y China como sus principales antagonistas, y un año después, cuando se había citado para pensar qué quería ser de mayor –una vez cumplidos los 73 años de edad–, se encuentra atravesada por una guerra en suelo europeo en la que está implicado el país ante el cual se fundó en 1949: Rusia.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha explicado este lunes las prioridades de la organización política y militar cuatro meses después del inicio de la guerra de Ucrania y en vísperas de la inauguración de la cumbre de Madrid: “Nuestro nuevo concepto estratégico nos guiará en una nueva era: espero que quede claro que los aliados consideran a Rusia como la amenaza más importante y directa para nuestra seguridad. Se dirigirá a China por primera vez, y a los desafíos que plantea Pekín a nuestra seguridad, intereses y valores. También abarcará nuestro enfoque en una serie de amenazas y desafíos, como el terrorismo, el cibernético e el híbrido”.

En efecto, la Alianza apunta a Rusia, señala a China y menciona de forma laxa otras amenazas, como la llamada “híbrida”, en la que España pretende ampliar las referencias al uso de la migración como arma, algo que la propia OTAN y la Unión Europea han señalado en crisis migratorias alentadas por Ankara, Minsk o Rabat. Pero, claro, Turquía es de la OTAN y Marruecos es un aliado muy estrecho de EEUU, por ejemplo, y también es el país por el cual Pedro Sánchez acaba de virar la política exterior española en relación con el Sáhara. El concepto de amenaza híbrida también se ha usado para describir la crisis energética en Europea o alimentaria en el norte de África generada por la invasión rusa de Ucrania.

El Gobierno empuja

España intenta empujar la mirada de la OTAN al sur en una cumbre que se celebra escasos días después de un intento de salto a la valla de Melilla que ha terminado con la muerte de al menos 37 migrantes que huían del hambre y la guerra tras la intervención de unas fuerzas militares y policiales marroquíes aplaudidas por el jefe del Ejecutivo español, Pedro Sánchez.

“Lo que se está diciendo es que en un mundo en el que las amenazas vienen de todos lados, lo que no podemos tener es una organización que solo se fija en las amenazas que vienen de un lado”, defienden fuentes del Gobierno: “Lo que queremos es que si en el futuro hay una amenaza que viene del flanco sur, que esa misma solidaridad que demostramos hoy se demuestre con nosotros. Y no estamos pidiendo a nadie que ponga las fuerzas aquí, solo estamos diciendo que si la seguridad es 360 grados, la respuesta tiene que ser también 360 grados”.

“Queremos que se reconozca que también hay amenazas graves provenientes del flanco sur”, decía el ministro Albares a Reuters: “El terrorismo, la seguridad cibernética, el uso político de los recursos energéticos y la migración irregular vulneran nuestra soberanía”. Pero, claro, con las energías puestas en el flanco oriental, con los países europeos de la OTAN sufriendo las consecuencias de la guerra, incluidos los efectos bumerán de las sanciones aplicadas al Kremlin, unido a las peticiones de recursos y seguridad de los Estados fronterizos con Rusia, enfrían la posibilidad de un acuerdo para reforzar los esfuerzos en el flanco sur y en torno a un debate, como el migratorio, sobre el que ni siquiera los 27 tienen una posición común.

Pero, de momento, las ideas fuerza de Stoltenberg están yendo por otro lado: “Mejoraremos nuestros batallones en la parte oriental de la Alianza, transformaremos la Fuerza de Respuesta de la OTAN y aumentaremos el número de nuestras fuerzas de reacción rápida a más de 300.000. También potenciaremos nuestra capacidad de refuerzo en situaciones de crisis y conflicto”.

“Guerras invisibles”

El propio jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, decía justo un mes antes de la invasión de Ucrania: “Todavía existen conflictos militares, pero lo más interesante son las guerras invisibles y la militarización de todo: de los migrantes, las vacunas, la energía, los estándares tecnológicos... Todas son herramientas para la competencia política”.

Más recientemente, en mayo, ante el Senado español, Borrell decía: “Hay que tener una clara conciencia de los peligros y las amenazas que se ciernen sobre Europa, porque las hay. Porque ahora casi todo se convierte en un arma. Incluso la migración se puede convertir en un arma. Lo hemos visto en las fronteras de Bielorrusia. Por eso hemos diseñado este plan que llamamos brújula estratégica, que pretende construir los instrumentos que nos deben permitir hacer frente a las amenazas civiles y militares que pesan sobre nosotros”.

¿Y qué responde el secretario general de la OTAN cuando se le pregunta públicamente por una hipotética referencia a Ceuta y Melilla en el concepto estratégico que se aprobará este jueves en Madrid? “La activación de la respuesta de defensa colectiva es una decisión política que tienen que tomar los miembros de la OTAN”.

“Ceuta y Melilla están totalmente protegidas por la OTAN”, ha sido la respuesta que ha dado Albares en una entrevista en Antena 3 sobre la posibilidad de que el nuevo concepto estratégico que se aprobará estos días dé cobertura a las ciudades autónomas, sobre las que existen dudas de que estén bajo el paraguas defensivo de la alianza atlántica dado que el tratado fundacional habla protección de territorios de los países miembros que incluye “las islas bajo la jurisdicción de cualquiera de las Partes en la zona del Atlántico Norte al norte del Trópico de Cáncer”. En su redacción inicial no hizo alusión a enclaves como Ceuta y Melilla por las colonias que en aquel momento seguían formando parte de los países que conformaron la OTAN. 

“La OTAN va a defender cada centímetro de la integridad territorial de los aliados”, ha dicho Albares sobre la inclusión expresa de Ceuta y Melilla, que ha dado por descontado que no aparecerán mencionadas en la redacción final del documento ya que nunca hacen alusión a ciudades. “Jamás, ni en la adhesión, ni estos 40 años se ha planteado este debate”, ha afirmado Albares después de que El País publicara este lunes que el borrador del documento extenderá la protección a las ciudades autónomas al hacer mención a la defensa de “la soberanía e integridad territorial”.

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