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De partido antisistema al posible pacto con los socialdemócratas: la enésima transformación del M5E

El líder de Movimiento Cinco Estrellas, Luigi Di Maio.

Ismael Monzón

Roma —

Después de la crisis de Gobierno provocada por el líder de la Liga, Matteo Salvini, el Movimiento Cinco Estrellas (M5E) ha ido en busca del Partido Democrático (PD). Las negociaciones para intentar sellar un pacto con los socialdemócratas ya se han abierto formalmente, aunque aún no está claro que puedan llegar a buen puerto. No sería incluso descartable en estos momentos que Liga y M5E hicieran 'tabula rasa' y recuperaran su anterior acuerdo de legislatura. En cualquier caso, la alianza entre los 'grillinos' y el centroizquierda parece en estos momentos la primera opción. Sería la última transformación del Cinco Estrellas, que en los últimos años ha tenido al PD como su principal enemigo.

El movimiento se fundó como partido hace una década de la mano del cómico Beppe Grillo y el empresario informático Gianroberto Casaleggio. El primero ejercía como guía espiritual y líder político de la formación, mientras que el segundo era el responsable de manejar el algoritmo. A través de un discurso antipartítico, más que antisistema, su principal novedad fue apostar por la democracia directa en lugar de la democracia representativa. Es decir, que las decisiones debían ser tomadas por los ciudadanos y no por la élite política.

El truco era que para llevar a cabo el experimento se servían de una plataforma digital, llamada Rousseau, propiedad de Casaleggio, de la que nadie más que su creador conocía el funcionamiento. Hoy, la formación se ha institucionalizado, está desde hace años en el Parlamento y gobierna administraciones locales, pero en esencia sigue funcionando de la misma manera. La semana pasada, cuando el M5E debía seguir una estrategia común en esta crisis, fue Grillo quien reunió a todos los pesos pesados del aparato. Mientras que las decisiones que afectan al organigrama suelen ser votadas por los inscritos —de los que no se conoce el número ni su identidad— a través del sistema Rousseau, heredado por Davide Casaleggio, hijo del difunto Gianroberto.

Con estas herramientas, la estrategia de sus padres fundadores fue siempre conducir a su electorado hacia donde se dirigía la tendencia contestataria dominante. Italia lleva dos décadas de estancamiento económico, por lo que la crisis para sus ciudadanos había comenzado casi 10 años antes que la quiebra de JP Morgan y todo lo que vino después. El M5E siempre defendió haber roto el eje ideológico izquierda-derecha y durante mucho tiempo nadie les creyó, intentado ubicarlos en un espacio reconocible. Sin embargo, el paso del tiempo les ha dado la razón. Desarrollaron el modelo de empresa-partido que había inventado en Italia Silvio Berlusconi, que manejaba además la televisión como mejor herramienta de márketing, y fueron pioneros de todos los 'spin doctors' que controlan ahora la política.

Ocurrió que en el momento de la aparición del M5E el enemigo a batir se llamaba precisamente Silvio Berlusconi. Por eso, en esta fase sí que ocuparon un espacio tradicionalmente reservado al elector progresista. Aprovecharon además la corriente de cambio que protagonizaban entonces Barack Obama o José Mujica en Urugay, convertidos ambos en referentes del movimiento. Las cinco estrellas significaban: agua, ambiente, transportes, conectividad y desarrollo. Algo bastante transgresor, que podía significar todo y nada a la vez. El Movimiento podía ser cualquier cosa y su contraria. Pero como la primera impresión muchas veces es la que cuenta, en el imaginario de algunos observadores externos siempre fueron unos radicales de izquierdas.

El tiempo fue cambiando la realidad y a los Cinco Estrellas. En las elecciones generales de 2013, consiguieron un 25% de los votos. Se convirtieron en el primer partido de la oposición, por lo que había que llevar el discurso al extremo. Grillo ya presumía de populismo y prometía un referéndum para salir de la UE en caso de llegar al Gobierno. En el Parlamento Europeo, compartieron grupo durante la pasada legislatura con el UKIP de Nigel Farage o con Alternativa por Alemania, que ahora también se han transformado en una fuerza de ultraderecha. De adorar a Obama, Grillo pasó a celebrar la victoria de Trump. Y antes que Salvini, el líder del M5E, Luigi Di Maio, fue el primero en hablar en Italia de las ONG como “taxis del mar”.

El camino estaba marcado. Aunque tras una década de oposición contra el establishment necesitaban llegar al Gobierno para seguir evolucionando. Así se explica la elección de Luigi Di Maio como líder, un joven que cuenta ahora con 33 años, y que está muy lejos de la estrategia guerrillera de los orígenes del Movimiento. Según Nicola Biondo, autor del libro Supernova y ex responsable de comunicación del partido, los hombres fuertes siguen siendo Grillo y Casaleggio (hijo), mientras que “Di Maio es su consejero delegado”. Y a través de él —joven, siempre encorbatado— intentaron buscar centralidad. Antes de la última campaña electoral, Di Maio se acercó a Emanuel Macron. El ideal hubiera sido acentuar esa moderación como partido único de Gobierno, pero en un sistema fragmentado como el italiano eso es poco menos que imposible.

Por más que los comicios de 2018 les auparan a ser la primera fuerza política del país, con un 33% de los votos, el M5E rompió entonces su promesa de no pactar con partidos tradicionales. Las opciones eran el PD del ex primer ministro Matteo Renzi, que para los 'grillinos' compartía el cargo de máximo representante de la casta junto a Berlusconi, o la Liga de Salvini. “Quien diga que el pacto con la Liga fue antinatural no entiende nada de la naturaleza del M5E. Casaleggio ya era admirador de Umberto Bossi [fundador de la Liga] y desde 2014 el M5E ya empezó a articular un discurso que después ha desarrollado Salvini”, sostiene Nicola Biondo.

Salvini transformó la Liga, el partido actualmente más longevo de Italia, en otro movimiento rompedor. “Ambos compartían una crítica al antiguo sistema de partidos, la desconfianza por las instituciones y por la UE”, opina Gianfranco Pasquino, profesor emérito de Ciencia Política de la Universidad de Bolonia. El M5E necesitaba llegar al Gobierno y la Liga un trampolín para desarrollar su estrategia soberanista, por lo que ambos firmaron un pacto basado en posturas comunes como la bajada de impuestos o una política migratoria dura. También añadieron medidas que cada partido defendía por separado, de modo que quedó un cóctel en el que era imposible mezclar todo.

Aunque ese no fue el verdadero motivo de la crisis. Todo se empezó a torcer cuando empezó a cambiar la correlación de fuerzas. El mayor impulso de Salvini se tradujo en un trasvase de votos del M5E a la Liga. En las pasadas europeas un 14% de los votantes 'grillinos' se cambiaron de bando. Mientras que un 41% de quienes habían elegido a Di Maio en las generales, no votaron en esta cita. Si Salvini decidió romper la coalición no ha sido por diferencias ideológicas, sino por cálculo político, al intentar llevar al Parlamento ese 34% de las europeas. El experto en comunicación política digital Alex Orlowski opina que “Salvini ha superado al Cinco Estrellas en lo que era su fuerte, el rastreo más eficaz de las tendencias electorales”. Si el Movimiento informatizó la estrategia televisiva de Berlusconi, las redes de Salvini han actualizado el modelo Cinco Estrellas.

Anticipando la crisis, la maquinaria del M5E se activó para intentar tomar distancias con el líder de la Liga. El ministro de Transportes, Danilo Toninelli, uno de los hombres más fieles al aparato, chocó con Salvini en política migratoria. Mientras que la ministra de Defensa, Elisabetta Trenta, asesorada por Augusto Rubei, uno de los expertos en comunicación más asociados al ala izquierdista, también ha ejercido de ariete en esta materia. Todo esto cuando hace pocos meses el M5E se autoinculpó en el Parlamento para defender la decisión de cerrar los puertos de Salvini y le prestó su apoyo para que la inmunidad parlamentaria le salvara de ser imputado por haber impedido el desembarco de más de un centenar de migrantes de un barco militar italiano. En una búsqueda desesperada de una identidad, el M5E pasó de Macron a buscar una alianza con los 'chalecos amarillos' y fruto de esta indefinición quedó integrado en el grupo mixto del Parlamento Europeo tras las últimas elecciones a la Eurocámara.

Aunque si ha habido una figura que ha hecho frente a Salvini en estos meses ha sido el primer ministro, Giuseppe Conte. Precisamente un hombre llegado de fuera, abogado de profesión, al que el M5E recurrió para ejercer como mediador entre Salvini y Di Maio. Conte ha estado aconsejado por Rocco Casalino, un ex concursante de Gran Hermano, que conoce perfectamente los humores del gran público y que se ha revelado como uno de los mejores asesores de la política italiana. El PD ya ha mostrado su rechazo a que Conte encabece un hipotético Gobierno con el M5E porque recuerda demasiado al pasado, porque no ofrecería un giro a la izquierda, pero sobre todo porque se trata en estos momentos del elemento más valioso en las filas de los 'grillinos'.

A la alianza con el PD se ha sumado ahora un enemigo íntimo del M5E, Matteo Renzi. Di Maio y él se han dicho de todo, pero resulta que el ex primer ministro, que además controla a la mayoría de los diputados de su partido, es uno de los principales valedores del pacto. Su intención sería desactivar a Salvini, pero incluso desde la formación socialdemócrata temen que, una vez logrado el objetivo, Renzi pueda romper la mayoría de Gobierno, llevarse a sus diputados e intentar una aventura por su cuenta en unas nuevas elecciones. Las divisiones internas son patentes. El secretario general del PD, Nicola Zingaretti, ha manifestado, por el contrario, que quiere un Ejecutivo estable o de lo contrario ir a elecciones inmediatamente.

M5E y PD se han puesto mutuamente una serie de condiciones para llegar a un acuerdo. El principal punto de fricción sería en estos momentos una importante reducción del número de parlamentarios que defiende Di Maio y que los socialdemócratas vetan. Sin embargo, en la reforma constitucional planteada por Renzi —y rechazada en referéndum por los italianos— había una disposición similar, por lo que todo dependerá más bien de la voluntad política. Según el profesor Pasquino, “los puntos programáticos comunes son pocos, pero en estos momentos más que la ideología pesa el cálculo político”.

Las encuestas pronostican que en unas hipotéticas elecciones el M5E se desplomaría; el PD competiría por el segundo puesto, aunque siempre necesitaría aliados; y que Salvini podría gobernar con un porcentaje superior al 30% (habría bajado varios puntos tras provocar la crisis). Nicola Biondo asegura que “en la política no existe lo imposible, sino lo conveniente” y que a veces “lo desagradable puede resultar útil”. Ni siquiera descarta que después de todo Di Maio y Salvini hagan las paces. Tampoco hubiera imaginado que el partido para el que trabajó terminara pactando con el PD, pero antes eso que ir en este momento a las urnas.

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