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Qué pasó en las elecciones de Estados Unidos: las claves de la victoria holgada de Biden con los resultados definitivos

El presidente electo, Joe Biden, y la vicepresidenta electa, Kamala Harris en un acto tras la declaración de su victoria en noviembre.

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Este lunes el colegio electoral, la reunión de los compromisarios que representan a cada estado, certificó los resultados de las elecciones de Estados Unidos. Desde el 3 de noviembre los condados de todo el país han seguido contando, revisando y en algunos casos volviendo a contar votos presenciales o por correo. 

Esto es lo habitual en todas las elecciones de un país de más de 300 millones de habitantes, entre ellos 250 millones con derecho de voto. Y ha sido todavía más laborioso en 2020 con un récord de votantes –el 66%, es decir, el récord de participación desde que hay sufragio universal y el más alto desde 1900-, más de 100 millones de votantes que han ejercido su derecho por anticipado o por correo por miedo a la pandemia y un presidente que se ha negado hasta ahora a reconocer su derrota y ha presentado recursos legales –desestimados en su mayoría– por todo el país.

Ahora que ya tenemos los resultados definitivos tanto del voto popular como del voto del colegio electoral, estas son algunas de las conclusiones. 

Una victoria holgada

Joe Biden recibió 81.283.098 votos (51,3%) y Donald Trump, 74.222.957 (46,8%). La victoria de Biden y Kamala Harris por más de siete millones de votos y cuatro puntos y medio es una de las más holgadas de la historia de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, especialmente contra un presidente en ejercicio. 

Nunca un candidato a presidente había perdido por tantos votos de diferencia y nunca habían votado tantos estadounidenses. El porcentaje de voto de los estadounidenses con derecho de voto que ha conseguido Biden es el más alto desde la victoria de Lyndon Johnson en 1964, con su victoria aplastante contra Barry Goldwater. El porcentaje de Ronald Reagan entre los votantes que ejercieron su derecho en 1984 fue mayor, pero entonces la participación fue 13 puntos más baja. Además, solo otros dos presidentes han perdido por un margen mayor que Trump: Herbert Hoover contra Franklin D. Roosevelt en 1932 y Martin van Buren contra William Henry Harrison en 1840. 

En cuanto al colegio electoral, donde los estados con menos población están sobrerrepresentados, la victoria de Biden se ha dado por el mismo margen que la de Trump en 2016: el demócrata ha ganado 306 votos electorales contra 232 del republicano. La gran diferencia es que entonces Trump perdió el voto popular contra Hillary Clinton por casi tres millones de votos, un caso único también en la historia electoral.

Pero el resultado ajustado de varios estados clave indica que las campañas del futuro serán tan broncas como las de los últimos años. 

El sistema electoral de Estados Unidos hace que incluso perdiendo por muchos millones el voto popular un candidato pueda llegar a la Casa Blanca si tiene votos suficientes bien colocados.

Cómo quedó el Medio Oeste

En el recuento que se sintió como agónico la semana de las elecciones, el anuncio de la victoria de Biden en Pensilvania fue lo que el sábado 7 de noviembre dejó claro el resultado nacional. Es su estado natal y el premio gordo en cuanto a número de compromisarios del Medio Oeste: 20 de los 270 necesarios para ser declarado presidente. 

Una vez terminado el conteo, Biden ganó en Pensilvania por más de 81.000 votos, es decir, algo más de un punto porcentual de diferencia. 

En el Medio Oeste, entre los tres estados que ganó Trump hace cuatro años y que ahora ganó Biden, el estado más ajustado fue Wisconsin, que hasta 2016 había votado demócrata en todas las presidenciales desde 1988 y donde Biden ganó esta vez por el 0,6% de los votos. Los demócratas pueden estar más tranquilos, en cambio, para el futuro en Michigan, donde la victoria de Biden fue por casi tres puntos porcentuales. 

Pero los resultados en la región auguran que en 2024 estos estados seguirán siendo el principal campo de batalla electoral entre ambos partidos. 

Las nuevas conquistas demócratas

Arizona y Georgia no habían votado por presidentes demócratas desde los años 90. La victoria de Biden en ambos es reflejo de la evolución del país y del electorado. 

El cambio más marcado del electorado en los últimos años es el voto según la educación: más allá de la raza, la edad, el género y la renta, tradicionalmente factores predictivos del voto, la novedad en la última década afianzada desde 2016 es que las personas con estudios universitarios votan más por los demócratas y las personas sin estudios universitarios votan más por los republicanos. Esta brecha se nota más entre los votantes blancos. El aumento de este perfil en ambos estados ha favorecido a Biden. 

En Arizona, Biden ganó por 0,3 puntos porcentuales, sobre todo gracias a los votos del condado de Maricopa, donde está Phoenix y donde las áreas suburbanas le apoyaron. Ya contamos antes de las elecciones que este condado, antes muy conservador, sería decisivo en el resultado. 

En Georgia, otro estado tradicionalmente republicano, Biden ganó por menos de 0,3 puntos y de nuevo gracias a las ciudades y sus alrededores, en particular Atlanta, la ciudad más grande y con más población afroamericana.

Este resultado tan ajustado en Georgia anticipa una carrera tensa y muy ajustada por los dos escaños que decidirán la mayoría del Senado el 5 de enero en la repetición de los comicios. Se vuelven a celebrar porque en noviembre ningún candidato llegó a la mitad de los votos, como marcan las reglas de Georgia para proclamar un ganador. 

El Oeste demócrata y el Sur republicano

Las victorias de Biden en el Oeste del país afianzan la tendencia demócrata que empezó con Obama. Nevada, Colorado y Nuevo México se han consolidado como estados de mayoría demócrata. En Nevada, Biden ganó por tres puntos, y en los otros dos, por más de diez. 

La victoria de Obama en Carolina del Norte en 2008 fue un caso aislado y tal vez un espejismo para los demócratas. Trump volvió a ganar en este estado igual que la mayoría de los candidatos republicanos en las últimas décadas. El republicano ganó por 1,3 puntos. Cuatro años antes, Trump había ganado en Carolina del Norte por más de tres puntos. 

Texas también sigue con claridad en el lado republicano aunque el margen de la victoria de los republicanos se haya reducido. Trump ganó por casi seis puntos, pese a ser un republicano muy impopular, con lo que el sueño de los demócratas de ganar Texas está todavía lejos. 

Oh, Florida

Florida es un estado muy grande y muy diverso, con jubilados de distintas rentas, jóvenes en universidades grandes, varias ciudades importantes, extensas zonas rurales y una población hispana muy variada. Es un estado complejo y que sigue del lado republicano, aunque sea por la mínima.

Es un estado que sorprende. Pese a que las áreas suburbanas más tradicionales se volvieron contra Trump este noviembre, la bajada de participación entre los hispanos de Miami fue uno de los factores que le costó el estado a Biden.

Trump ganó por más de tres puntos en Florida, esto es, el doble respecto a su margen de victoria en este estado en 2016. Aunque había menos competencia que hace cuatro años porque los candidatos de terceros partidos fueron insignificantes, el cambio es relevante. Florida es uno de los pocos estados donde a Trump le fue mejor que hace cuatro años.

Es cierto que Florida seguirá siendo una incógnita en 2024 porque es uno de los estados más variados en votación del país: desde 1988, no ha votado al mismo partido más de dos elecciones presidenciales seguidas.  

Le fue mal a Trump, no a los republicanos

Trump perdió, pero los resultados no fueron tan malos para sus colegas de partido en otras elecciones que se celebraron el mismo día para renovar toda la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y otros puestos locales. De hecho, esto indica que votantes republicanos optaron por Biden y Harris mientras seguían fieles a su partido en las votaciones para otros puestos. 

En la Cámara de Representantes, los republicanos han conseguido diez escaños más de los que tenían aunque sigan en minoría. En el Senado, los demócratas han logrado un escaño más de los que tenían, pero tendrían que ganar los dos sitios en juego en Georgia el 5 de enero para arrebatarle la mayoría a los republicanos. 

¿Cuáles fueron los votantes clave para Biden?

El único patrón más claro para todo el país es el de la educación. Más votantes con estudios universitarios votaron por Biden y más votantes sin estudios universitarios votaron por Trump. En ambos casos, en especial, los blancos. La “coalición” de Biden es amplia por lo que no se puede atribuir a un solo grupo demográfico su victoria. Sabemos que volvió a ganar la mayoría del voto de los negros y los hispanos, pero el nivel de movilización dependió del estado. 

En algunos estados donde el número de votantes hispanos con derecho a voto ha crecido, como Arizona y Georgia, su presencia podría haber tenido un impacto a favor de Biden, pero tampoco está claro que éste haya sido el factor más importante. Los resultados en algunos lugares muestran que el voto hispano no es monolítico ni tan demócrata como el de otras minorías. 

Por ejemplo, en el condado de Miami, donde el 68% de los habitantes son hispanos, Biden ganó en este condado pero perdió 20 puntos respecto al resultado de Clinton en 2016, y en el condado de Starr, en el sur de Texas, donde el 95% de la población (que no de los votantes) es hispana, Trump perdió pero mejoró su resultado en casi 30 puntos. 

La explicación del sur de Texas puede tener que ver con la división rural-urbana y suburbana, según el análisis del voto hispano del medio especializado en datos electorales Fivethirtyeight. Y esto muestra que puede haber dinámicas más importantes que el origen entre los votantes para entender el sentido de su voto.

Dos sitios peculiares

Nebraska y Maine son los dos únicos estados que no aplican la regla de que quien gana el voto popular en el estado se lleva todos los votos del colegio electoral que reparten esos estados.

Así, Biden ganó uno de los cinco votos electorales del predominantemente republicano Nebraska por su victoria en Omaha, y Trump ganó uno de los cuatro votos del mayoritariamente demócrata Maine.

Son dos lugares peculiares: Omaha, la ciudad de Warren Buffett, está en la frontera con Iowa y es un cruce de caminos, en uno de los viejos nudos de transporte clave en Estados Unidos y con un clima extremo en invierno. El distrito de Maine que ha apoyado a Trump está en la frontera con Canadá y es una zona rural y remota, también con un clima extremo en invierno.

Apenas son dos votos del colegio electoral, pero pueden ser clave en caso de resultados más ajustados en el futuro, y ahora están en disputa como no lo estaban en anteriores elecciones.

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