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La sociedad civil de Turquía cubre los huecos a los que no llega el Estado tras el terremoto

Homenaje en Estambul a las víctimas del terremoto del pasado 6 de febrero.

Lara Villalón

Antioquía (Turquía) —

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En el barrio de Armutlu, en la ciudad de Antioquía, ha nacido un nuevo núcleo urbano tras el terremoto que sacudió la región a principios de febrero. En los cruces de calles y en pequeñas plazas abundan los stands de varias organizaciones de la sociedad civil, que intentan cubrir las necesidades de las miles de personas que se han quedado sin hogar tras el seísmo.

Con la ayuda de voluntarios llegados de todas las partes del país, se han organizado para suplir cualquier emergencia: desde un techo bajo el que pasar la noche, a atención psicológica, juguetes para niños, comida caliente, agua potable e incluso medicinas para mascotas. A su alrededor continúa el traqueteo de máquinas excavadoras que sacan escombros mientras algunos vecinos esperan desde hace días poder recuperar el cuerpo de familiares fallecidos bajo los edificios derrumbados. Suena el claxon de coches de policía que intentan abrir el camino a furgones fúnebres, que no paran de entrar y salir de la ciudad. Apenas quedan edificios en pie en la zona y una nube de polvo invade todo el barrio.

La provincia a la que pertenece Antioquía, Hatay, es una de las más afectadas por los terremotos del pasado 6 de febrero. Ha sufrido el derrumbe de miles de edificios, entre ellos hospitales públicos. El temblor destrozó carreteras dificultando el envío de ayuda humanitaria e incluso su aeropuerto quedó inhabilitado durante días. Hatay es también donde los equipos de rescate turcos llegaron más tarde. Hace unos días, el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, pidió disculpas por lo que describió como un “trabajo no del todo eficiente” en el envío de ayuda en los primeros días tras los terremotos y lo achacó a los efectos del seísmo y a las inclemencias del tiempo.

Testimonios de personas afectadas y organizaciones coinciden en que las autoridades no empezaron a aparecer en el barrio hasta 48 horas después. Fueron las entidades de la sociedad civil las que desplegaron ayuda en la zona desde el primer día, ejerciendo a veces de rescatistas, a veces de proveedores de sustento y de médicos.

Tamer Dogan, miembro de la formación marxista Partido de la Libertad Social (TÖP), llegó al barrio unas 16 horas después del terremoto, tras organizar un camión con comida y tiendas en Estambul. “Cuando llegamos no había nada, no había agua, por no decir comida. La gente suplicaba por un poco de agua. Por el camino paramos en varios sitios para dar botellas a la gente. No tenían mantas, no tenían tiendas, nada. Algunos habían encendido un fuego y tiritaban a su alrededor”, recuerda. “Conocemos el terreno y por eso nos fue fácil movernos aquí. Las demandas de la gente no son iguales en todas las zonas afectadas. Unos pedían comida urgente; otros, tiendas. Lo hemos ido solucionando en reuniones de crisis de forma interna. Así distribuimos la ayuda. Ahora tenemos una sede permanente aquí y cuando ya no nos necesiten, nos iremos”, señala Dogan.

El Partido de los Trabajadores de Turquía (TIP), en alianza con TÖP en las próximas elecciones, también desplegó un campamento el primer día en la zona, que ahora atiende a unas 600 personas a diario. “Ocho horas después del terremoto montamos nuestro campo aquí. No teníamos equipos de rescate, no somos profesionales. En este momento de urgencia rescatamos a varias personas con nuestras propias manos. Sacamos unas 200. Ahora nuestra organización asiste al resto, cada día vienen tres camiones con ayuda”, explica Hakan Günes, miembro del partido.

En su campamento hay una zona para solicitar autobuses para desplazarse a otras ciudades del país, un espacio habilitado para que los niños jueguen y otro para atender a mascotas rescatadas bajo los escombros. Un par de calles más allá, el Partido Comunista de Turquía (TKP) ofrece sopa caliente y arroz. Decenas de vecinos hacen cola para recibir alimento a diario y, entre ellos, también se acercan varios miembros de las fuerzas de seguridad desplegados en la zona.

“Las fuerzas de seguridad que vinieron no tenían nada, no tenían comida tampoco. Nos piden cigarrillos y usan nuestros lavabos también. Es el Estado quién debería proporcionarles este sustento, pero aquí actúan como si nunca hubiera habido un terremoto”, asegura Dogan.

Detenciones arbitrarias y material requisado

Todas las organizaciones consultadas aseguran que las autoridades les han requisado material de ayuda humanitaria, como lavabos portátiles o productos de higiene, para distribuirlos en otras zonas. La organización feminista Mor Dayanisma (Solidaridad Morada) también ha denunciado que las autoridades les han impedido distribuir productos sanitarios y de higiene íntima a mujeres afectadas por el sismo.

El Gobierno impuso el Estado de emergencia en las regiones afectadas por el terremoto y en los últimos días se han producido detenciones arbitrarias de miembros de estas entidades, denuncian sus miembros. El pasado 16 de febrero una decena de miembros del TKP fueron detenidos en la provincia de Osmaniye. La policía entró en su campamento asegurando que solo los equipos de rescate turcos AFAD podían distribuir ayuda humanitaria. En Hatay fueron detenidos el mes pasado dos miembros de TÖP por criticar al Gobierno en una comparecencia pública tras repartir comida a vecinos de la zona.

Según datos de Naciones Unidas, un millón y medio de personas se habrían quedado sin hogar en Turquía. Cerca de medio millón de personas se habrían trasladado a otras provincias del país, según las autoridades turcas, mientras que el resto sobrevive en casas rurales, con familiares o en la calle. 20 días después del terremoto aún se necesitan tiendas de campaña en varias provincias del país, especialmente en Hatay. La provincia fue sacudida por otro sismo de 6,4 el 20 de febrero que provocó el derrumbe de nuevos edificios.

A finales de febrero, la Gobernación de la provincia se presentó en la plaza donde se han desplegado las organizaciones exigiendo que se marcharan del lugar para instalar tiendas de la Media Luna Roja. Por el momento continúa el forcejeo entre las autoridades y las organizaciones, que quieren continuar asistiendo a los vecinos del área.

Las organizaciones sobre el terreno asisten ahora a las miles de familias que quieren permanecer en la zona. Algunas esperan enterrar a sus fallecidos, otros quieren seguir cerca de sus casas por miedo a que saqueen sus pertenencias y otros están decididos a seguir en sus ciudades y trabajar en su recuperación. Con la ayuda de donaciones e ingenieros, el partido TIP está construyendo casas con contenedores para brindar un poco de comodidad a las familias que permanecen en la zona. “Este pequeño proyecto puede ayudar a unas 200 personas. Vamos a poner en unos días unos 35 containers”, explica Hakan Günes. “Hemos hablado con el Ayuntamiento y con iniciativas locales para saber cuánta gente lo necesita, porque quizás preferirían vivir en los pueblos. Queríamos saber primero sus necesidades”, concluye.

Donación internacional

Este lunes se ha celebrado en Bruselas la Conferencia de Donantes Juntos por la Gente de Turquía y Siria, organizada por la Comisión Europea y la presidencia sueca del Consejo de la UE, para ayudar a las víctimas de los terremotos, que han dejado más de 50.000 víctimas mortales, 115.000 heridos y 14 millones de afectados entre ambos países.

“Hemos recaudado 7.000 millones de euros en total para apoyar a la gente de Turquía y Siria, más de la mitad de los cuales fueron aportados por el equipo europeo”, dijo la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen. “Mostramos al mundo que estamos apoyando a quienes lo necesitan, y siempre estaremos con nuestros socios”, afirmó la funcionaria.

El encuentro fue convocado por Von der Leyen y el primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, en nombre de la presidencia del Consejo. Participaron más de 60 delegaciones de la Unión Europea y sus estados miembro, Naciones Unidas, el Banco Central Europeo y otras instituciones.

Según estimaciones de la ONU, el daño causado por los sismos en Turquía excede los 100.000 millones de dólares.

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