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The Guardian en español

La Asociación Nacional del Rifle de EEUU, eclipsada ante el auge de otro polémico lobby de armas

Imagen de una metralleta semiautomática del calibre 50 en la feria SHOT de 2018 en Las Vegas organizada por la National Shooting Sports Foundation

Peter Stone

Washington —

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En Estados Unidos está cobrando fuerza una asociación empresarial y comercial que representa a 10.000 fabricantes de armas de fuego, distribuidores y otros negocios relacionados, y que está comenzando a eclipsar, al menos en algunos aspectos, el poderío de la influyente pero plagada de escándalos Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés).

Se trata de la Fundación Nacional de Tiro Deportivo (NSSF, por sus siglas en inglés), un grupo de presión conservador y agresivo de la industria del rifle. Su abanico de actividades es amplio, pero siempre orientado a preservar y expandir con celo y gran determinación el poder de esa industria.

Ha hecho lobby en el Congreso de EEUU para que se aprueben leyes que impedirían a las instituciones financieras emplear criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (conocidos como ‘ESG’) a la hora de tomar decisiones sobre inversiones y préstamos para así proteger los resultados financieros de las empresas dedicadas a las armas de fuego.

Mientras tanto, los fabricantes de esas armas confían en el mismo grupo de presión para emprender acciones legales contra varias normas estatales que limitan la preciada y exclusiva protección que tienen los fabricantes frente a unas polémicas leyes de responsabilidad civil aprobadas por el Congreso en 2005.

Más inversión y más presión

Durante la presidencia de Donald Trump, la NSSF aprovechó su fuerza como lobby para dar un empujón a su Administración y que esta trasladara la regulación sobre la exportación de armas de fuego del Departamento de Estado al de Comercio, un movimiento que parece haber favorecido los dividendos de los exportadores del sector gracias a la política más próxima a las empresas del segundo departamento.

En los últimos años, mientras la Asociación Nacional del Rifle –con sus 5 millones de miembros– se ha visto azotada por sus problemas financieros, divisiones internas y las amenazas judiciales de la fiscal general de Nueva York, así como por intereses privados, la NSSF ha ampliado su inversión legal y como grupo de presión para luchar contra los esfuerzos para un mayor control de las armas de fuego en EEUU, a la vez que ha impulsado la promoción de derechos en torno a las armas y a las ventas en el sector.

“Las funciones de la NSSF como voz de la industria del rifle, con especial hincapié en expandir el mercado para todo tipo de armas de fuego, incluidas las armas de asalto y rifles de cañón corto, están eclipsando el poder de la NRA en el Capitolio”, afirma Kristen Rand, abogada del Centro de Política de la Violencia, que investiga y promueve el control de las armas de fuego.

El creciente peso de la NSSF se ve acentuado en parte por el aumento del gasto en sus actividades como lobby, desbancando a la NRA en años recientes. Por ejemplo, en 2020 y 2021, la NSSF reportó unos gastos de 4,6 millones y 5 millones de dólares respectivamente a nivel federal; mientras que la NRA gastó 2,2 y 4,9 millones de dólares en los mismos dos años.

Además, la fortaleza legal de la NSSF ha aumentado durante el pasado año desde que fichó al antiguo procurador general de EEUU, Paul Clement, como abogado externo para luchar contra leyes de siete estados que limitan la protección al sector frente a demandas judiciales.

Clement también ha emprendido acciones legales en nombre de la NSSF contra nuevas medidas de control de las armas de fuego en Nueva York, Nueva Jersey y otros estados tras una decisión del Tribunal Supremo, que el año pasado se pronunció en contra de una ley de Nueva York que limitaba las licencias para portar armas de forma oculta a aquellas personas que puedan demostrar un “propósito adecuado” para hacerlo fuera de sus domicilios.

La junta directiva de la NSSF refleja los intereses financieros del grupo y su peso: incluye a altos ejecutivos de grandes empresas armamentísticas como Daniel Defense y Smith & Vesson, que fabricó los rifles de asalto AR-15 de estilo militar empleados en las matanzas de Uvalde y Highland Park.

Aumento de las ventas de armas

La NSSF se fundó en 1961 y antaño era conocida por acoger cada año en Las Vegas el fastuoso “Shot” (acrónimo en inglés de 'disparar, cazar y feria comercial al aire libre', aparte del significado de la palabra completa: disparo). Ahora se ha convertido en un actor más activo y visible por sus batallas legales y como grupo de presión para impulsar los intereses de las compañías armamentísticas, según los expertos y los activistas a favor del control de las armas de fuego.

“La NSSF escarba hasta en el último recoveco de la normativa sobre armas de fuego mientras trabaja para garantizar que los intereses financieros de la industria del rifle estén representados de forma sistemática y contundente, incluso en los asuntos más recónditos. Para la NSSF, la legislación para la prevención de la violencia con armas de fuego es simplemente mala para el negocio”, explica Rand, del Centro de Política de la Violencia.

La creciente influencia de la NSSF se ve reflejada, en parte, en los ingresos del grupo, que se dispararon por encima de los 51 millones de dólares en el año fiscal 2022 frente a los 36 millones (33,3 millones de euros) en 2016.

El aumento de ingresos se debe al incremento del número de socios en los últimos años, pasando de 8.000 a 10.000, según el responsable jurídico y principal lobista de la fundación, Larry Keane. Dice que la NSSF tiene cuatro lobistas a tiempo completo y está en proceso de seleccionar a un quinto para su oficina en Washington, abierta en 2012.

En general, la industria del rifle de EEUU ha crecido como las setas en los últimos años. La venta de armas de fuego se disparó durante la pandemia, con la compra de casi 60 millones de armas entre 2020 y 2022, según Trace, un medio independiente que informa sobre la violencia con armas de fuego. En 2008 se vendieron 8 millones de armas, pero en 2016 la venta prácticamente se había duplicado hasta los 16 millones.

Los expertos en armas de fuego dicen que la NSSF se ha convertido en un destacado actor en la lucha para mejorar los resultados de la industria del rifle.

“La NSSF ha intensificado sus actividades políticas en, al menos, tres aspectos: ejerce mucha más presión política y actividades relacionadas en Washington DC y demás lugares; presenta demandas contra leyes sobre armas de fuego en los tribunales de distintos lugares del país, especialmente tras la decisión del Tribunal Supremo en el caso Bruen; y promueve la fabricación de armas y los datos de venta”, explica Robert Spitzer, autor de varios libros sobre armas de fuego y profesor emérito en la Universidad de Suny Cortland de Nueva York.

“Desgraciadamente, sus datos son problemáticos porque no revelan del todo su metodología y han puesto interés en inflar sus cifras para apoyar el argumento de que cuantas más armas y accesorios haya en circulación, más inútiles serán las leyes sobre las armas de fuego”, añade.

Veteranos de la NRA reconocen también que la NSSF se ha vuelto una herramienta más fuerte para los intereses en torno a las armas de fuego. “Visto el desastroso caos en la NRA, la industria ha aumentado su compromiso con la NSSF”, admite un antiguo miembro de la junta directiva de la NRA a The Guardian.

Alianza con la industria petrolera

Las batallas actuales de la NSSF van desde los pasillos del Congreso hasta muchos estados del país, donde las luchas legislativas y legales se han intensificado.

Su principal lobista dice que la NSSF ha estado trabajando con una coalición que aúna a distintas industrias, incluidas las compañías de combustibles fósiles, bajo el paraguas de la denominada Coalición para un Acceso Bancario Justo. De esta forma, busca presionar a los republicanos para que promuevan leyes en el Congreso y en el Senado que puedan frenar el uso de directrices ESG por parte de las compañías financieras para tomar decisiones sobre inversiones y préstamos.

Keane agrega que las presiones de la NSSF para que se aprueben estas leyes son producto de las quejas de la industria del rifle, que se ve discriminada por las instituciones financieras que han adoptado las directrices ESG, las cuales han llevado a que los bancos y otras compañías financieras tomaran decisiones guiadas por razones “políticas y no empresariales”.

Por su parte Nick Suplina, vicepresidente sénior de derecho y política de la ONG Everytown for gun safety (Todas las localidades por la seguridad de las armas de fuego), dice que “la NSSF está siguiendo la estela de la industria de los combustibles fósiles para aprobar estas leyes y ambas han construido una causa común porque hacer lo mejor para la sociedad podría dañar sus resultados”.

“A medida que más empresas y bancos se han dado cuenta de que los clientes esperan de ellos una actuación para abordar problemas sociales, los grandes productores de carbono y la industria del rifle han adoptado un barniz de guerra cultural para ocultar sus motivaciones de beneficio propio: declarar la guerra a empresas comprometidas”, añade.

Campañas publicitarias, difamación y conspiración

Otro frente de batalla se ha abierto por la preocupación de miembros de la NSSF acerca de varias leyes estatales que “dejan en pañales” –en palabras de Keane– la polémica y excepcional protección frente a posibles demandas de responsabilidad civil que el Congreso concedió a la industria del rifle en 2005 y que “abren las puertas a nuevos litigios contra el sector”.

A día de hoy, siete estados –incluidos California, Nueva York y Nueva Jersey– han aprobado leyes que permiten emprender algunas acciones legales contra empresas de armas de fuego y que socavan así la amplia protección contra demandas por responsabilidad civil que el Congreso dio a la industria.

A medida que la NSSF gana fuerza a la hora de ejercer presión y defender las prioridades de la industria del rifle, los activistas a favor del control de armas observan similitudes y diferencias con la NRA.

“No se equivoquen: la NSSF es incluso peor que la NRA, con sus operaciones en continua expansión y una relación anormalmente cómoda con su regulador”, alerta Adzi Vokhiwa, el director para asuntos federales de Giffords, un grupo que promueve el control de las armas. “La NSSF se esconde tras una identidad pública como una simple asociación comercial, mientras trabaja de forma agresiva para impedir cualquier intento de frenar la demoledora crisis de violencia con armas de fuego en esta nación”.

Vokhiwa destaca que, por ejemplo, la NSSF llevó a cabo un bombardeo publicitario en televisión, por primera vez en su historia, contra la persona nombrada por la Administración de Joe Biden para liderar la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos de EEUU, David Chipman, que había sido asesor de Giffords.

“Desde el liderazgo de peligrosas campañas de difamación contra directores nombrados para la Oficina que han prometido públicamente regular mejor la industria del rifle, hasta acosar a diputados para que votasen incluso contra los puntos normativos más razonables para regular las armas, la NSSF sigue valorando más los beneficios de la industria del rifle que el derecho de los estadounidenses a vivir en entornos seguros”, denuncia Vokhiwa.

Otros defensores del control de las armas de fuego dicen que la NSSF, al igual que la NRA, a menudo ha explotado el miedo de los dueños de armas y ha impulsado teorías de la conspiración sobre el supuesto intento de socavar la Segunda Enmienda (que establece el derecho de los ciudadanos estadounidenses a poseer y portar armas), con el objetivo de movilizar la oposición a las medidas de control de las armas.

“La industria del rifle difundía conspiraciones antigubernamentales mucho antes de que apareciera Trump hablando del 'Estado profundo'”, dice Suplina. “Eso incluye afirmar que, hasta las más modestas propuestas para la prevención de la violencia por armas de fuego, como exigir un control de antecedentes antes de vender cada arma, son parte de un siniestro complot gubernamental para desarmar a los estadounidenses”.

“Parece que la industria espera que la paranoia lleve a más personas a comprar sus productos y, de hecho, ha reconocido que, después de producirse tiroteos masivos, el miedo a nuevas leyes (restrictivas) impulsa la venta de armas”, explica Suplina.

Traducido por María Torrens Tillack

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