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The Guardian en español

ENTREVISTA

Christopher Clark, historiador experto en la Primera Guerra Mundial: “No hay analogía alguna entre 1914 y la guerra en Ucrania”

Christopher Clark para el programa alemán Terra X, en mayo de 2019.

Philip Oltermann

Berlín (Alemania) —

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El historiador de referencia que ha documentado el estallido de la Primera Guerra Mundial pide a los admiradores de su obra, entre los que se encuentra la élite política alemana, que dejen de hacer comparaciones con el conflicto en Ucrania. Según advierte, cualquier paralelismo entre 1914 y 2022 es imperfecto.

Sonámbulos: Cómo Europa fue a la guerra en 1914, el libro del profesor de Historia de Cambridge, Christopher Clark, sobre la compleja lógica detrás de la entrada de cada uno de los principales actores en el conflicto mundial se convirtió en un superventas internacional tras su publicación en 2013. Tuvo especial repercusión en Alemania, donde aportó una visión contraria a la idea predominante sobre la culpabilidad nacional por la guerra, y ha vendido más de 350.000 ejemplares.

Sonámbulos encontró lectores especialmente ávidos entre los líderes políticos alemanes. Angela Merkel instó a sus ministros a leer el libro; el ministro de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, invitó a Clark a debatir sobre el arte de la diplomacia; y el difunto excanciller Helmut Schmidt estableció en 2014 un paralelismo entre 1914 y la crisis de Ucrania en su último artículo para Die Zeit, titulado “Nosotros, los sonámbulos”.

Recientemente, durante una conversación con medios de comunicación internacionales, el canciller Olaf Scholz citó el libro de Clark como un caso ejemplar de cómo los políticos irresponsables pueden, al provocarse entre sí mediante una retórica belicosa, acabar suscitando un conflicto que ninguno de ellos estaba buscando. Según lo publicado, aseguró a otros periodistas que él no sería “un Kaiser Wilhelm”, el emperador alemán que llevó a su país a la guerra.

El mundo “se parece cada vez más al siglo XIX”

Pero Clark subraya que la dinámica detrás del estallido de la Primera Guerra Mundial se parece poco a la situación actual en Ucrania. “La gente no quiere dar un paso al frente, no quiere asomar la cabeza por encima del parapeto, no quiere arriesgarse a una escalada”, dice el historiador australiano a The Guardian en una entrevista en Berlín. “Es fácil entender por qué los alemanes tienen ansiedad con esto”.

“Así que recurren a un evento que les recuerde los peligros de un accionar precipitado. 1914 funciona en ese sentido, por supuesto. El único problema con 1914 es que la analogía es muy defectuosa”.

“No hay analogía alguna entre 1914 y la situación actual de Ucrania”, dice Clark. “La Primera Guerra Mundial comenzó de una manera increíblemente compleja, llena de vericuetos. Mientras que con las invasiones en Ucrania, tanto la de 2014 como la de este año, se trata claramente de un caso de ruptura de la paz por parte de una sola potencia”.

“Es un contexto muy diferente. No hay crisis de los Balcanes, no hay una secuencia de decisiones sostenidas en la incertidumbre del '¿lo harán o no lo harán?'. Europa no está dividida en un sistema binario de alianzas. En Europa, al menos, esta vez Rusia está aislada”.

El académico también rechaza las comparaciones entre la situación geopolítica actual y la de las vísperas de la Segunda Guerra Mundial, sostenidas por quienes acusan a Berlín de apaciguar a Moscú. “Tampoco veo que sea como en 1938, y Putin no es como Hitler”, dice.

“Hitler tenía una filosofía profundamente racista, según la cual los alemanes eran una biomasa que se expandiría por el continente europeo. Una mejor analogía son las depredaciones oportunistas rusas del siglo XIX, de las que no sabemos mucho en Occidente, porque fueron a costa del Imperio otomano. El mundo en general se parece cada vez más al siglo XIX: multipolar e imprevisible”.

La posición de Alemania ante Rusia

Clark, que fue nombrado caballero por la reina Isabel II en 2015 por sus servicios a las relaciones anglo-alemanas, expresa cierta simpatía por la situación del socialdemócrata Scholz, que ha recibido críticas por su lentitud a la hora de hacer llegar a Kiev el apoyo militar prometido.

La frustración por las evasivas alemanas no es un fenómeno nuevo, dice Clark, y cita un editorial del Times of London del período previo a la guerra de Crimea de 1853 que instaba a Prusia a alinearse más firmemente con las potencias europeas que tenían una visión de futuro. “La impaciencia ante una Alemania dubitativa tampoco es nueva”.

Según Clark, lo que a menudo se pasa por alto es la división centenaria que existe en la intelligentsia alemana y que divide entre quienes estaban comprometidos con una alianza con Francia y Reino Unido, y quienes “creían que Prusia o Alemania nunca debían hacer nada con lo que los rusos no estuvieran contentos”.

“Frente a una amenaza externa, la mayoría de los sistemas políticos responden uniéndose”, dice Clark. “Pero Alemania no funciona en torno a esta cuestión. Es la cuestión rusa la que divide al país”.

“Scholz no es un vendedor de aceite de serpiente”, dice Clark. “Los que le atacan por no decir lo suficiente también deberían tener en cuenta lo horrorizado que estaría todo el mundo ante el espectáculo de un canciller alemán queriendo meterse de lleno. Creo que es bastante correcto que se perciba que el canciller alemán se ha visto involucrado muy a su pesar en un conflicto, en lugar de que se lo vea aprovechando la oportunidad de demostrar la destreza de Alemania”.

No obstante, Clark subraya que el Gobierno alemán se arriesga a perder credibilidad en Europa en un momento crucial de la historia. “Comprendo a Scholz y creo entender lo que intenta hacer, una política de compromiso creciente con la ayuda a Ucrania. Mientras sea así, está bien conversar a largo plazo y sin estridencias en lugar de agitar un 'gran garrote'. Pero si se habla en voz baja y lo que se agita es una ramita, eso no es tan bueno. Hay que seguir con una acción coordinada”.

“Los peligros de dejar que Putin se salga con la suya en Ucrania son inmensos e insondables, y su retórica lo deja claro. Ha hablado de las consecuencias materiales a largo plazo para Finlandia, por ejemplo. Y Putin no es alguien que diga algo para después olvidarse de ello”.

Putin “nos ha despertado”

Tras su publicación, Sonámbulos fue recibido por algunos críticos como un deliberado desafío a los argumentos del historiador Fritz Fischer, que en los años 60 sacudió al país con la tesis de que Alemania era la única responsable del estallido no solo de la Segunda sino también de la Primera Guerra Mundial. El historiador británico John Röhl advirtió que el libro de Clark equivalía a un Freispruch o “absolución” que volvería a llevar a Alemania por el camino equivocado.

En lugar de ello, dice Clark, ocurrió exactamente lo contrario de lo que los malos lectores de su libro predijeron. “El sonambulismo se convirtió en una manera de decir 'no hagamos nada precipitado o arriesgado bajo ninguna circunstancia'. Las acusaciones de belicismo resultaron no venir al caso”.

“No creo que hoy exista riesgo alguno de sonambulismo”, añade. “Ahora todo el mundo está bien despierto porque Putin nos ha despertado a todos”.

Traducción de Julián Cnochaert.

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