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The Guardian en español

Un cómico puede ser el próximo presidente de Ucrania: ¿Cómo ha llegado hasta aquí?

Volodymyr Zelenskiy, candidato a la presidencia de Ucrania y ganador de la primera ronda de las elecciones.

Volodymyr Ishchenko

Sociólogo —

Volodymyr Zelenskiy, un cómico sin experiencia en política, ha ganado la primera ronda de las elecciones presidenciales en Ucrania por un margen enorme. Con casi 15 puntos de ventaja, Zelenskiy ha derrotado al presidente en funciones, Petro Poroshenko. La campaña poco convencional de Zelenskiy, que se enfocó principalmente en Instagram y en un programa de televisión en el que él interpreta a un presidente de ficción, demostró ser mucho más exitosa que el intento de Poroshenko de imponer una elección “entre Putin o yo”.

El mensaje principal de Poroshenko de “ejército, idioma y fe”, así como sus recientes iniciativas nacionalistas, lo catalogarían fácilmente como de extrema derecha en cualquier otro país. Yulia Tymoshenko, una veterana de la política ucraniana que lideró los sondeos hasta enero, no logró presentar una alternativa clara al nacionalismo agresivo de Poroshenko y acabó tercera en la primera ronda del domingo pasado. Los candidatos atractivos para los votantes de las regiones del sureste de Ucrania que hablan ruso no lograron unirse. El más popular de ellos, Yuriy Boiko, acabó en cuarto lugar.

Sin embargo, el apoyo a estos políticos de la “vieja escuela” quedó ensombrecido por el resultado que logró Zelenskiy, la “cara nueva”. Muchos de sus seguidores votaron el domingo por primera vez en su vida. Según los sondeos, el 40% de los votantes menores de 30 años apoyaron a Zelenskiy. Antes de la primera ronda, muchos analistas creían que los jóvenes apoyaban a Zelenskiy en los sondeos “sólo por diversión” y que no pensaban de verdad votar por él. Pero estos escépticos subestimaron la poca confianza que los ucranianos tienen en su gobierno. Como muchos votantes se sienten decepcionados por la “clase política”, la falta de experiencia de Zelenskiy ha resultado una virtud en lugar de una desventaja.

En un país que normalmente se encuentra polarizado a nivel regional, la coalición de Zelenskiy logró unificar a los sectores principales. Es el candidato con apoyo más uniforme en todos los grupos lingüísticos. Salió en primer lugar en todos lados excepto en tres regiones occidentales de Galitzia y dos de Donbáss en el este. Estas zonas representan los dos extremos de la política ucraniana: el más cercano a Occidente y el más cercano a Rusia.

El ascenso de Zelenskiy debe leerse en el contexto del ascenso global de los movimientos contra el establishment. Sin embargo, él se diferencia de los populistas de derechas occidentales en que no ha intentado capitalizar la polarización nacional o incitar el odio contra enemigos internos ni externos. Pero Zelenskiy tampoco se parece a los populistas de izquierdas. Su confusa ideología parece ser más bien libertaria y ha apoyado a tecnócratas neoliberales del Gobierno ucraniano. Algo más importante es que Zelenskiy no lidera ningún movimiento de bases. Sus decisiones no están limitadas por las expectativas de activistas de ningún tipo de ideología.

En el contexto de Europa oriental, Zelenskiy es muy diferente del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, o del líder del partido polaco Ley y Justicia, Jarosław Kaczyński (que tiene mucho más en común con Poroshenko). En cambio, el voto por Zelenskiy se parece más al voto por la activista progresista Zuzana Čaputová, que acaba de ser elegida presidenta de Eslovaquia.

Hasta ahora, Zelenskiy ha sido lo suficientemente inteligente para no romper con declaraciones polémicas la diversa coalición que le apoya. La segunda ronda electoral, que será el 21 de abril, será un referéndum de facto para Poroshenko y todo lo que él simboliza: la oligarquía corrupta, la falta de posibilidades económicas para la mayoría de los ucranianos, un nacionalismo agresivo y ataques autoritarios contra la oposición y la libertad de expresión.

Muchos intelectuales y activistas “progresistas” de la sociedad civil han llamado “tontos” y “antipatrióticos” a los votantes de Zelenskiy. Sin embargo, los sondeos anticipan un triunfo aplastante de Zelenskiy, estimando que recibirá el doble de apoyo que Poroshenko. Al parecer, Poroshenko sólo podría ganar si recurre a medidas extremas: un incremento en Donbáss o en Crimea, o quizás plateando algún tipo de acuerdo con Ihor Kolomoisky, un conocido oligarca que apoya a Zelenskiy.

Parece que el mejor resultado para Poroshenko sería perder por un porcentaje digno y organizar una oposición nacionalista contra Zelenskiy.

A pesar del éxito de Zelenskiy en unir a casi todas las regiones de este polarizado país, es poco probable que logre alejar a Ucrania del nacionalismo reaccionario. La radicalización nacionalista tiene raíces profundas en la política y la sociedad civil ucraniana. Ser presidente (y no solamente interpretar a uno) implicará tomar decisiones que alienarán a uno u otro grupo de votantes, probablemente de las regiones del sureste que representan a una porción menor del electorado. Durante sus primeros seis meses en el poder, Zelenskiy no tendría un apoyo mayoritario en el Parlamento. La mejor esperanza sería formar un gobierno que funcione como una transición hacia una república completamente parlamentaria con un presidente muy débil.

La situación de Ucrania requiere algo más que la elección de un tío majo con una cara nueva y poca visión política. Un cambio fundamental proviene de la construcción de movimientos y partidos ideológicos para instalarlos en el poder. El enorme éxito electoral de Zelenskiy es, en parte, resultado de un gran aumento del número de votantes, principalmente en las regiones de habla rusa en el sureste del país.

Volodymyr Ishchenko es un sociólogo que estudia las protestas sociales en Ucrania.

Traducido por Lucía Balducci

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