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The Guardian en español

El exjefe de la policía del Capitolio dice que los asaltantes del Congreso iban “preparados para la guerra”

El exjefe de la policía del Capitolio de EEUU durante su declaración en el Congreso.

Ed Pilkington / Joan E Greve

Washington / Nueva York —

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El jefe de la policía del Capitolio –que dimitió tras el asalto al Congreso del pasado mes de enero– ha afirmado en una sesión en el Congreso que la turba pro-Trump “vino preparada para la guerra”.

Merrick Garland, la persona nominada por Joe Biden para fiscal general, parece estar de acuerdo. En una audiencia de confirmación celebrada el lunes dijo que ampliaría la investigación criminal sobre el asalto del 6 de enero, diciendo al Congreso que el terrorismo doméstico es una amenaza mayor para la democracia estadounidense de lo que ha sido durante décadas.

Ante el comité judicial del Senado, Garland describió la insurrección de los partidarios de Trump y de los supremacistas blancos como “un acto atroz que buscaba alterar una piedra angular de la democracia”. Garland aseguró que su primera medida en caso de ser confirmado como máximo fiscal de Estados Unidos sería centrarse en el terrorismo interno.

Garland, actualmente juez federal, se ha comprometido a utilizar todos los poderes del Departamento de Justicia para evitar que se repita un ataque similar. “Tengo la intención de examinar más ampliamente de dónde viene esto y qué otros grupos podrían plantear el mismo problema en el futuro”, dijo.

El martes, los dos máximos responsables de la seguridad del Capitolio el día del asalto fueron llamados a declarar ante el Congreso.

Paul Irving, exsargento de armas de la Cámara de Representantes, y Michael Stenger, su equivalente en el Senado, que dimitieron tras el asalto, han comparecido este martes ante una audiencia conjunta de dos comisiones del Senado. Se trata del inicio de una investigación en el Congreso sobre los grandes fallos de seguridad que se produjeron durante el asalto.

“Fue un ataque violento y coordinado en el que la pérdida de vidas podría haber sido mucho peor”, ha dicho Stenger.

Irving ha afirmado: “Basándonos en los datos de inteligencia, todos creíamos que la preparación respondía al nivel de amenaza. Ahora sabemos que teníamos la planificación equivocada”.

Otros dos agentes, el exjefe de la policía del Capitolio, Steven Sund, y el jefe interino de la policía metropolitana de Washington, Robert Contee, también han declarado. Sund dimitió tras el asalto.

“Estos criminales vinieron preparados para la guerra”, ha dicho Sund a los senadores. Una capitana de la policía del Capitolio, Carneysha Mendoza, describió el 6 de enero como “lo peor de lo peor” de todos los días que ha trabajado.

“Podríamos haber tenido 10 veces más gente trabajando con nosotros, y sigo creyendo que la batalla habría sido igual de devastadora”, dijo Mendoza.

Los disturbios surgieron de una concentración para “salvar América” y “detener el robo”, inspirada en la mentira de Donald Trump de que las elecciones presidenciales de 2020 estaban amañadas. Trump encabezó la concentración inicial, pronunciando un discurso incendiario que había anunciado semanas antes con un tuit que decía: “Gran protesta en DC el 6 de enero. Estad allí, será salvaje”.

Los disturbios que siguieron dejaron cinco muertos. Una mujer que intentaba irrumpir en el hemiciclo de la Cámara fue abatida por la policía. Un agente de policía del Capitolio, Brian Sicknick, murió tras ser golpeado con un extintor.

En el Senado, Rob Portman, de Ohio, el principal republicano del Comité de Seguridad Nacional, ha señalado que otros dos agentes se han suicidado desde la insurrección.

“Nunca olvidaremos el servicio y el sacrificio” de esos agentes, dijo Portman en su discurso de apertura. Fue uno de los 43 senadores republicanos que votaron a favor de la absolución de Trump en el impeachment iniciado tras al asalto.

El enfoque más agresivo de la investigación de los disturbios del 6 de enero, junto con el testimonio de Garland, señala un cambio de rumbo notable bajo el liderazgo demócrata en Washington.

El énfasis de Garland en el nacionalismo blanco y su clara catalogación como terrorismo doméstico marca un alejamiento del liderazgo de Trump y de Mitch McConnell, el líder republicano del Senado, que tendían a minimizar el peligro o, en el caso del expresidente, se negaban activamente a condenar a los grupos de extrema derecha y racistas.

En la audiencia de confirmación de Garland, uno de los senadores republicanos acusados de envalentonar a los sediciosos le preguntó sobre su definición de terrorismo doméstico. El senador Josh Hawley, de Missouri, fue fotografiado con el puño cerrado en una muestra de solidaridad con los manifestantes de “stop the steal” fuera del Capitolio poco antes de que estallara la violencia.

En la sesión del lunes, Hawley preguntó a Garland si pensaba que la violencia contra la propiedad federal durante las protestas contra el racismo era una forma de terrorismo doméstico. Sin mencionar las acciones de Hawley el 6 de enero, Garland respondió con firmeza que interrumpir los procesos democráticos, como durante la insurrección del Capitolio, sí encajaba en la definición. “Atacar un juzgado por la noche” no lo era.

Garland es una voz creíble en el tema del terrorismo doméstico. Fue el principal fiscal contra los terroristas de Oklahoma City en 1995. En su testimonio trazó una línea desde la insurrección del Capitolio hasta Oklahoma City, donde murieron 168 personas y de ahí a las “batallas del Departamento de Justicia contra el Ku Klux Klan”.

El testimonio del martes de los antiguos jefes de seguridad del Capitolio fue organizado por los demócratas Amy Klobuchar, de Minnesota, y Gary Peters, de Michigan. Se esperaba que los senadores interrogaran a los testigos de forma agresiva sobre los preparativos antes del ataque y por qué les pillaron por sorpresa a pesar de las numerosas advertencias.

La audiencia conjunta de los comités de seguridad nacional y de normas del Senado ha sido solo el comienzo de un anticipado cúmulo de investigaciones. Aunque Trump fue absuelto por el Senado de la acusación de “incitación a la insurrección”, los líderes demócratas siguen decididos a revisar las acciones y los errores que llevaron al asalto.

También es posible que se convoque una comisión independiente bipartidista. “Ciertamente, esta no es la última audiencia que tendremos sobre este ataque”, ha dicho Klobuchar al comenzar la sesión del martes.

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