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The Guardian en español

Feministas pioneras en EEUU hablan de las batallas que lucharon…y ganaron

Clinton promete una reforma migratoria si los hispanos le ayudan a ganar el Senado

Rose Hackman

Hablamos con tres mujeres feministas que nos explican las batallas que tuvieron que librar a lo largo de sus vidas, y qué significa que una mujer haya peleado por llegar a la Casa Blanca. 

Thelma Baxter, 70 años, tutora escolar jubilada: “Tuve que superar enormes obstáculos”

Thelma Baxter, 70 años, tutora escolar jubilada: “Tuve que superar enormes obstáculos”

Thelma Baxter se define primera y principalmente como una chica de Harlem. 

“Al decir que soy una chica de Harlem quiero decir que soy guay. Sé que esa palabra la utilizan para definir a Barack Obama, pero yo creo que las mujeres también podemos ser guays. Estoy orgullosa de cómo me visto, de cómo me veo, de mi personalidad”.

Baxter, que trabajó 31 años en el Consejo de Educación de Nueva York, se encontró de muy joven fuera de su zona de confort: en su adolescencia, en los años sesenta, fue becada para estudiar en un exclusivo instituto privado en el Bronx llamado Fieldston. “Era la única negra en la clase”. 

Baxter, que proviene de una familia mixta –padre blanco y madre en parte afroamericana y en parte nativa americana– , al principio se asustó. La discriminación era evidente. No la invitaban a las fiestas, le hacían ciertos comentarios. 

La discriminación la siguió de cerca. Después de la universidad, a pesar de tener todo aprobado para ser profesora de instituto, le tomaron un examen oral y no la aprobaron. El tribunal de examinadores argumentó que los alumnos no le entenderían a causa de su acento sureño. Pero Baxter no tenía acento sureño. Había vivido toda la vida en Nueva York.

Baxter pudo finalmente aprobar y tuvo su revancha. ¿Su mayor logro? Aparte de sus dos hijas, afirma que como directora logró sacar adelante en tiempo récord una escuela hundida en el Bronx. En sólo tres años, Baxter hizo funcionar una escuela con 5.000 estudiantes donde muchos vivían bajo la línea de pobreza, logrando que mejoraran sus notas, su asistencia y su confianza en sí mismos. La conquista le valió un editorial en el New York Times titulado “Cómo clonar a Thelma Baxter”.

En líneas generales, Baxter considera que los anticonceptivos, el caso Roe contra. Wade que llevó al reconocimiento del derecho al aborto inducido, y el haber ganado la batalla de ser dueñas de nuestros propios cuerpos han sido las conquistas más importantes que vio a lo largo de su vida.

Todavía quedan conquistas por lograr, como el permiso por maternidad y encontrar la forma de compatibilizar el desarrollo profesional con la familia. Baxter recuerda cómo sufrió su madre, una notoria periodista y trabajadora municipal, por estas cuestiones. Igual que sufrió ella, e igual que ahora sufren sus hijas. 

Baxter afirma que Hillary Clinton tuvo que enfrentar muchos exámenes injustos durante la campaña electoral, pero superó esos obstáculos fue enfrentando todo lo que le pusieron delante. “Yo tuve que enfrentar ese tipo de obstáculos. Todo el tiempo tenía que probarle al mundo que estaba preparada, muy bien preparada, y que quería hacer bien mi trabajo, que estaba a la altura del trabajo. Creo que ésa es una dificultad que enfrentamos todas las mujeres de las minorías, negras o latinas, mucho más que las mujeres blancas”.

Y para ella, haber podido votar por una candidata mujer a la presidencia ha sido importante e histórico a la vez. “Estoy muy, pero muy orgullosa. Casi tan orgullosa como cuando voté por Barack”.

Gloria Neuwirth, 82 años, abogada: “Las mujeres lo tenemos difícil”

Gloria Neuwirth, 82 años, abogada: “Las mujeres lo tenemos difícil”

Sentada detrás de su gran escritorio de madera, Gloria Neuwirth dice que está intentando trabajar menos horas en el despacho de abogados de Manhattan donde es ejecutiva desde hace 20 años. “Estoy intentando trabajar cuatro días a la semana, en vez de cinco”, asegura, sin pestañear. 

Neuwirth creció en el sur del Bronx, hija de dos inmigrantes que tenían una cadena de farmacias. Es producto del sistema de educación pública de Nueva York y recuerda tomar el metro para ir a clases de piano con cierta libertad e independencia.

A mediados de los años cincuenta, Neuwirth estudió derecho en Yale: era una de las 12 mujeres de una clase con 162 estudiantes. A menudo llamaba la atención por ser mujer. “La pregunta que me hacían otros estudiantes o incluso algunos profesores era: ¿qué haces aquí, ocupando el sitio de un hombre? Escuché esa pregunta mil veces. Suponían que al terminar la universidad, me casaría y no trabajaría”.

Al acabar sus estudios, no le resultó sencillo conseguir empleo. “No había muchos empleos para mujeres. Eran finales de los años cincuenta”.

Un despacho se negó a contratarla porque a veces tenían reuniones por la noche y no consideraron apropiado que una mujer formara parte de ellas. Otro despacho de Wall Street le advirtió que no contrataban mujeres, pero le dijeron que como ella era bonita le harían el favor de hablar con ella. 

Finalmente, Neuwirth consiguió trabajo como investigadora en la Universidad de Columbia y en el Colegio de Abogados. Poco más de una década más tarde, luego de tomarse un tiempo sin trabajar para tener a sus cuatro hijos, se vio otra vez luchando por conseguir empleo. Quería un trabajo que se adaptara a sus necesidades familiares, algo prácticamente imposible de conseguir. La batalla por la flexibilidad laboral para cuidar a los hijos todavía no se ha ganado, dice.

Las mujeres hemos llegado muy lejos desde la época en que ella era estudiante, señala Neuwirth. Ahora, más de la mitad de los estudiantes de derecho en la universidad son mujeres. Pero también recuerda que hace poco leyó que un despacho había anunciado sus nuevos ejecutivos: de los 15, 14 eran hombres. “Las mujeres lo tenemos difícil”.

Para Neuwirth, Estados Unidos no es pionera en la presencia de las mujeres en puestos de poder. “Vamos por detrás del resto del mundo. Muchos otros países han tenido líderes mujeres, y nosotros no”.

Robin Morgan, 75 años: “Muchas personas han muerto por el derecho al voto, incluso mujeres”

Robin Morgan, 75 años: “Muchas personas han muerto por el derecho al voto, incluso mujeres”

Robin Morgan está sentada frente a la chimenea de su pequeño piso en Nueva York lleno de libros, y deja que su mirada se pierda hacia la pequeña puerta del lavabo, donde hay unas cartas enmarcadas colgadas en la pared. 

La escritora, feminista, activista y presentadora radial, asiente. “Sí, esas son copias de mi correspondencia con Simone de Beauvoir”, confirma. “Fue una mujer maravillosa”.

Morgan, una niña actriz que se apuntó como oyente en la Universidad de Columbia a los 14 años, dice que su primer empleo de la edad adulta como secretaria en una agencia literaria de Nueva York a finales de los años cincuenta la obligó a enfrentarse por primera vez al sexismo en serio.

Al mismo tiempo, como “muchas otras personas jóvenes e idealistas”, se involucró en la lucha por los derechos civiles y el movimiento contra la guerra de Vietnam. Fue un despertar violento.

“Estábamos trabajando por los derechos civiles y combatiendo la guerra, pensando que estábamos frente a un mundo nuevo y valiente junto a nuestros hermanos revolucionarios y que todos seríamos iguales y libres. Pero no era así. Nos dimos cuenta de que nuestros hermanos revolucionarios pensaban que las mujeres éramos una raza aparte”.

Morgan recuerda que los hombres de ambos movimientos hacían comentarios subidos de tono a las mujeres. “Vamos, nena, esta noche quiero un poco de derechos civiles contigo” y “Las chicas les dicen que sí a los tíos que dicen que no” eran frases que se escuchaban a menudo, afirma. “A las mujeres nos chuleaban”.

En 1968, Morgan ayudó a liderar una protesta durante el concurso de Miss América, denunciando lo degradante del evento. La protesta, que tuvo cobertura nacional e internacional, logró que el movimiento por la liberación femenina llegara a los medios de comunicación. 

Pero para ella, su mayor logro profesional no son los más de 20 libros que publicó, sino su participación en el establecimiento del movimiento mundial por los derechos de las mujeres. “Ahora las mujeres sabemos que somos parte de un movimiento mundial. Estados Unidos no inventó el feminismo. Somos una pequeña pieza de un gran mosaico”.

Menciona que algunas batallas parecen ser muy lentas, como la lucha contra el acoso sexual, por ejemplo. “Cada dos por tres piensas: ¿Cómo puede ser que esto siga sucediendo?”

“Todas las mujeres de este país, creo que incluso todas las mujeres del planeta, hemos experimentado alguna vez algún tipo de acoso sexual. Algún hombre nos ha tocado indebidamente o nos ha mirado de forma inapropiada, o hemos sufrido discriminación en el trabajo”.

Pero Morgan es optimista. “Si lo miras desde una perspectiva histórica, el cambio se está dando muy rápidamente”.

Y aunque Morgan cree que elegir una mujer presidenta no debería considerarse una victoria sobre el sexismo –“Hemos tenido un presidente negro durante ocho años y aún hay racismo, y ahora incluso ha empeorado” – siente que estas elecciones han sido históricas. 

“He ido a votar con mucho orgullo. Sólo por ver el nombre de una mujer en la papeleta. Y no cualquier mujer, sino una mujer que de verdad viene del movimiento de derechos de la mujer, una mujer que se llama a sí misma feminista, que representa tanto por lo que hemos luchado. Es una emoción que no pensé que llegaría a sentir”.

Traducción de Lucía Balducci

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