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The Guardian en español

EN PRIMERA PERSONA

Huimos de los talibanes en medio del caos y el terror, y ahora tenemos un nuevo hogar y una esperanza

La periodista Zahra Joya recibiendo el premio a la libertad de expresión de la Unió de Periodistes Valencians.
26 de agosto de 2022 21:15 h

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Hace poco más de un año, vi desde la ventana de mi casa cómo los talibanes aparecían por la esquina de la calle de mi querida Kabul. Ahora, un año después, escribo esta columna desde mi mesa de trabajo en el nuevo hogar que comparto con mi familia en Londres. Tenemos paredes que pintar, una cocina en la que preparar las comidas y mi sobrina pequeña tiene su propia cama. Puedo ver nuestro nuevo barrio desde una ventana y, por fin, puedo soñar con nuevos horizontes para mí y mi familia.

A lo largo del último año, tras el terror, el caos y la conmoción que supuso tener que huir de nuestro país y ser evacuados por el Gobierno del Reino Unido, hemos vivido en un limbo en un hotel del centro de Londres junto con otros 400 afganos que también tuvieron que buscar refugio de la noche a la mañana.

Hemos tenido suerte. Nuestro hotel estaba limpio, el personal era amable y no puedo agradecer lo suficiente al Gobierno de Reino Unido lo que hizo por nosotros. Sin embargo, a medida que pasaban los meses, todos teníamos la sensación de haber quedado atrapados en un limbo, a la espera de que alguien nos dijera qué iba a ser de nosotros.

En Afganistán habíamos sido periodistas, médicos, políticos, traductores. Ahora éramos todos refugiados sin hogar y no podíamos hacer otra cosa que esperar. Aunque no podíamos estar más agradecidos por lo que el Reino Unido había hecho por nosotros, no teníamos autonomía, independencia ni dinero.

400 personas de diferentes etnias y orígenes que vivían juntas, todas ellas lidiando con el trauma de la experiencia vivida y viendo la situación de pobreza, el hambre y la violencia en su país es una receta para el desastre. Con el paso de los meses, fuimos testigos de violencia doméstica, rupturas de familias y tensiones étnicas. Mientras las familias se esforzaban por adaptarse a su nuevo entorno, vimos cómo algunos hombres prohibían a las mujeres de su familia salir del hotel.

Las mujeres jóvenes hazaras que no estábamos acompañadas por un patriarca tuvimos que lidiar con muchas situaciones complejas en el hotel. Sé que nuestro hotel no era diferente de muchos en los que miles de afganos vivían mes a mes, tratando de lidiar con lo que les había sucedido mientras veían cómo su país y los familiares y amigos que dejaban atrás se hundían en un agujero de oscuridad, hambre y violencia. Todos nosotros luchamos contra la depresión y el estrés postraumático. En las últimas semanas que pasamos en Afganistán, nos invadió un sentimiento de terror, pánico y de indescriptible pérdida.

Ahora que estoy en el exilio siento con más fuerza el peso de la responsabilidad de seguir informando

Durante todos estos meses, he tenido la suerte de que mi trabajo me ha ayudado a estar centrada y motivada. He seguido dirigiendo mi agencia de noticias, Rukhshana Media, que publica historias sobre mujeres y niñas afganas, desde mi pequeña habitación de hotel.

Siempre me he sentido muy identificada con mi trabajo como periodista; tenía que denunciar las injusticias y la vulneración de los derechos humanos. Mis reportajes sobre la violencia talibán fueron la razón por la que tuvimos que huir pero, incluso en el aeropuerto, cuando intentábamos salir del país, no podía dejar de informar, preguntando a una madre soltera que huía con su hija pequeña si podía entrevistarla, a pesar del ruido de los aviones militares que evacuaban a la población.

Un nuevo hogar

Cuando tuvimos que huir, mis hermanas se enfadaron conmigo. Me dijeron: “Has trabajado como periodista durante años y ahora nosotras tenemos que lidiar con las consecuencias: tenemos que huir de nuestro país y separarnos de nuestros padres”. Lo cierto es que yo me sentía orgullosa de mi trabajo y recordaba las ocasiones en las que había cubierto manifestaciones y protestas en las calles de Kabul. Ahora que estoy en el exilio, siento con más fuerza el peso de la responsabilidad de seguir informando. 

Durante todo el año, todos los días, mi equipo de periodistas en Afganistán, que trabaja a escondidas, y yo hemos contado historias tristes y llenas de dolor sobre lo que les ocurre a las mujeres y a las niñas en nuestro país. Hemos informado sobre las mujeres que son azotadas por los combatientes talibanes, que pasan hambre y que pierden sus trabajos por los que tanto habían luchado. Aunque es deprimente y tedioso estar constantemente escribiendo malas noticias, todos los días me levanto temprano, enciendo mi ordenador portátil y me pongo a trabajar, a veces hasta altas horas de la madrugada.

Es duro empezar de cero, pero ahora tenemos un lugar en el Reino Unido al que podemos llamar hogar

Cuando veo a mi joven sobrina y a mis hermanas, que ahora viven en un país libre, pienso en otros millones de niñas de Afganistán que ya no son libres y se enfrentan a un futuro incierto. Se me rompe el corazón y sé que tengo que seguir informando: el mundo no debe olvidar lo que está ocurriendo en Afganistán.

Ahora, por fin, tenemos un hogar y podemos empezar a construir una nueva vida en el Reino Unido. Podemos ir al mercado, comprar y cocinar nuestra propia comida. Planificar nuestro futuro. Seguiré trabajando en el exilio hasta que sea seguro regresar a Afganistán. Es duro empezar de cero, pero ahora tenemos un lugar en el Reino Unido al que podemos llamar hogar. Cada día que pasa, lamentamos estar lejos de nuestra familia y de nuestro país, pero ahora, por fin, volvemos a tener esperanza.

Zahra Joya es una periodista afgana que vive en Londres y es redactora jefa y fundadora de Rukhshana Media, una agencia de noticias que informa sobre la vida de las mujeres y las niñas en Afganistán. El nombre Rukhshana Media es un homenaje a Rukhshana, una joven que murió lapidada en 2015 en la provincia de Ghor por haber huido con el hombre que amaba tras un matrimonio forzado.

Traducción de Emma Reverter

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