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¿Salas de cine 'smartphone friendly'?

Los 'millennials' se están empezando a incorporar al mercado de trabajo (Imagen: Pexels)

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Amber Jamieson —

Ver la televisión con una segunda pantalla es una práctica que se ha generalizado entre mucha gente, uso que fomentan las redes sociales con el uso de hashtags temáticos y los vídeos en directo. Utilizamos nuestros teléfonos en los conciertos y en los eventos deportivos. En realidad los utilizamos para cualquier entretenimiento, en el bar y en el teatro es también bienvenido. Pero usar el móvil en el cine es aparentemente un sacrilegio.

Cuando el nuevo director ejecutivo de la cadena de cines AMC anunció la semana pasada que iba a permitir el uso de teléfonos para garantizar la venta de entradas entre los jóvenes más adictos, las críticas no se hicieron esperar. La gente se horrorizó y maldijo a la impaciente generación Millenial por arruinarlo todo.

“Peor que el apocalipsis zombie”, tuiteó un periodista, lo que parece particularmente apropiado ya que The Walking Dead fue la serie de televisión más tuiteada el año pasado. La revista The Atlantic dijo que la idea de permitir la entrada de los teléfonos en las salas de cine generará un “ambiente dantesco”. La revista cultural online Salon aseguró que era “una idea terrible”. IndieWire espetó que ya había una nueva razón para quedarse en casa.

El aluvión de críticas fue tal que el CEO Adam Aron aseguró unas horas más tarde vía Twitter que solo algunas salas probarían las nuevas normas. Dijo también que la empresa es consciente de que la mayoría de la gente no quiere pitidos de iPhone y luces parpadeando a su lado mientras se lamentan por haber pagado para ver Superman Vs. Batman.

Pero ir al cine no tiene que ser como ir a un templo santo. Tal vez quieres buscar en IMDB quién es esa actriz que te suena de otra película. A lo mejor quieres utilizar Shazam para saber cuál es esa canción de la banda sonora, o quieres hacer pequeños comentarios en Twitter a tiempo real. También es posible que tengas que escribirle a la niñera porque vas a llegar tarde o quieres asegurarte de que tus amigos van a quedar contigo justo después del cine.

La semana pasada vi una película mediocre en el cine, 'Born to be Blue', un biopic de Chet Baker protagonizado por Ethan Hawke. La película fue aburridísima y hubiera sido una auténtica pérdida de dinero, pero pasé una noche encantadora.

Y fue así porque fui a un cine de Brooklyn que es como un restaurante en una sala de cine. La gente llega pronto para conseguir un buen asiento para cenar. Escribes tu pedido en una hoja de papel, los camareros lo cogen y te lo sirven a lo largo de la película. Bebí un cóctel temático sobre la película que llevaba ginebra, mora y tomillo. Hay comida entrando y saliendo, se escuchan brindis y una luz discreta en cada silla indica lo que se está pidiendo y lo que ya está pagado.

Cuando terminó la cinta, la gente se quedó en la sala acabando sus bebidas y charlando con sus amigos. Si hubiera querido ver una película en silencio sepulcral y oscuridad, sin ningún tipo de interacción social, me podría haber quedado en casa.

Los teatros ya saben que el cine puede ser un evento más allá que simplemente una película en una pantalla. Los seguidores de Rocky Horror Picture Show acuden ataviados con trajes y accesorios desde hace décadas. Muchas salas de cine, incluyendo las de AMC, ofrecen cenas caseras, pantallas o sillas especiales. Pero todas estas ofertas son por ahora solo una excepción más que una norma. Permitir los teléfonos –en ciertos cines o en ciertas películas– es solo otra reinvención más que el cine puede experimentar.

Además, si has ido al cine en la última década, sabes que la gente ya manda mensajes. Es posible que haya una manera de hacer menos odioso que esto suceda. Siendo sinceros, la luz es una distracción muy molesta. Tal vez los cines 'smartphone friendly', como AMC promete, signifique diseñar asientos que aplaquen la contaminación lumínica. Pero esto todavía no lo sabemos porque estamos demasiado ocupados protestando por la idea antes de saber si es viable.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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