¿Servirá de algo la intervención de Obama en la campaña del Brexit?
Barack Obama tiene razón. Reino Unido es el aliado más próximo a Estados Unidos y merece su apoyo inquebrantable en momentos de riesgo. Si Reino Unido quiere votar sobre la UE, así ocurrirá. El presidente le chocará los cinco a Dave cuando llegue la semana que viene.
Pero... un momento. ¿Qué Reino Unido quiere su voto, el de los del Brexit o el de los que quieren permanecer en Europa? Como diría la BBC, si hay un presidente estadounidense contra el Brexit, ¿necesitamos ahora uno a favor? No parece controvertido que Obama diga que “a todos nosotros nos beneficia que la UE pueda hablar con una voz única y fuerte”. Una voz única europea, como dijo Gandhi de la civilización occidental, “creo que sería una buena idea”.
A nadie le gusta que los extranjeros se entrometan en su política, y menos en el día de inicio de la campaña de un referéndum. Unas elecciones son un momento profundamente chovinista. Pero, como pueden atestiguar muchos líderes mundiales, eso nunca ha impedido que Estados Unidos o Reino Unido intervengan. Se ha convertido en el leitmotif de su diplomacia. Una pregunta distinta es hasta qué punto importa la opinión de Obama. Las encuestas indican que el reciente desplome de la suerte de Cameron ha igualado a los bandos del sí y el no.
La realidad es que nadie tiene ni idea de qué va a pasar. Los sondeos no saben si sus muestras son correctas. Las encuestas políticas se han convertido en un arte, en lugar de una ciencia. Incluso los propios debates parecen haberse desplazado hacia el equilibrio a medida que ha avanzado la campaña. Por cada predicción económica y política sobre un Reino Unido posterior al Brexit, hay una contra-predicción. El debate tiene ganas de equilibrio. Es cada vez más difícil comparar las victorias con las derrotas. Por cada yin del Brexit hay un yang.
Cameron llama a esta discusión “la apuesta del siglo”, pero también está surgiendo un equilibrio entre quienes creen que es una apuesta y quienes no. Esto podría en realidad ser Armageddon, o con el tiempo no supondrá una diferencia lo que decida Reino Unido. Si salimos de la UE, negociaremos un regreso parcial, y si nos quedamos, negociaremos una salida parcial.
La única certeza es la falta de certeza. No solo no hay una predicción creíble del resultado del referéndum, sino que no hay una predicción del resultado del resultado. Eso es lo fascinante, en realidad la gloria, de la política democrática: que las decisiones del pueblo son secretas y soberanas. Podemos discutir toda la noche, pero, al igual que la intervención de Obama, todo se lo puede llevar el viento. ¿Quién puede decir hasta qué punto?
Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo