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Trump libra una guerra cultural contra Europa a través del apoyo a aliados de ultraderecha

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el primer ministro británico, Keir Starmer, el presidente finlandés, Alexander Stubb, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el presidente de EEUU, Donald Trump, el presidente francés, Emmanuel Macron, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, el canciller alemán, Friedrich Merz, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en Washington.

Jon Henley

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La Administración Trump está librando una guerra cultural contra Europa promoviendo agresivamente a los aliados políticos e ideológicos del movimiento MAGA en el continente y humillando públicamente a la UE en la escena mundial, según concluye un informe conjunto del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) y la Fundación Cultural Europea.

El estudio sostiene que el presidente estadounidense está tratando activamente de interferir en las elecciones europeas, transformar la relación transatlántica orientándola hacia valores conservadores y aglutinar a los populistas de derecha europeos en torno al tema de la libertad de expresión.

El informe sugiere que las divisiones, las vacilaciones y el enfoque de “adular, apaciguar y distraer” de los líderes de la UE para tratar con Trump solo han fomentado ese trato.

Basándose en investigaciones y encuestas de los 27 Estados miembros de la UE, sostiene que hay suficientes gobiernos proeuropeos —y que la opinión pública europea es lo suficientemente fuerte— como para que el bloque se levante y “defienda una Europa que escriba su propio guion”.

El informe compara la posición de Europa con la del personaje central de El show de Truman, que finalmente se da cuenta de que está en una serie de televisión cuya única prioridad es aumentar su audiencia, y debe decidir si abandonar la comodidad de la única realidad que conoce.

Sostiene que los líderes de la UE dedican demasiada energía a reaccionar ante las crisis provocadas por Trump y sus aliados europeos —como Viktor Orbán en Hungría, Giorgia Meloni en Italia o Robert Fico en Eslovaquia—, desde amenazas arancelarias y disputas sobre la libertad de expresión hasta el gasto en seguridad y los temores migratorios.

“En la guerra cultural de Trump, Europa es el objetivo”, dice Pawel Zerka, del ECFR, aludiendo a la acusación de JD Vance en febrero de 2025 de que Europa está “alejándose de los valores fundamentales compartidos” como el momento en que se declaró abiertamente la guerra cultural.

Foto de archivo del vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance.

El discurso de Vance en la Conferencia de Seguridad de Múnich reveló la intención de Washington de interferir en las elecciones, enmarcar las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea como una “brecha de valores” y convertir la libertad de expresión en el grito de guerra de los partidos que defienden la causa MAGA en Europa, afirma Zerka.

Desde entonces, Trump “ha revelado aún más sus intenciones al respecto al excluir a los líderes de la UE de las conversaciones sobre el futuro de Ucrania, atacar a los principales partidos políticos de todo el continente y extorsionar a las instituciones de Bruselas en las negociaciones comerciales”, añade.

El informe cita a Polonia como ejemplo del intento de Trump de “desplazar el centro de gravedad ideológico de la política europea” al recibir en la Casa Blanca a Karol Nawrocki, el entonces candidato presidencial nacionalista, y promocionarlo en las redes sociales –terminó ganando las elecciones–.

Fotografía del presidente de Polonia, Karol Nawrocki, junto al mandatario de Estados Unidos, Donald Trump.

También cita el llamamiento del asesor del Departamento de Estado de EEUU Samuel Samson a los “aliados civilizatorios de Europa”, supuestamente “un semillero de censura digital, migración masiva, restricciones a la libertad religiosa y otros ataques al autogobierno democrático”.

Zerka argumenta que la guerra cultural se libra en dos niveles: un conflicto ideológico sobre los valores que subyacen a la política europea, pero también “una lucha por la dignidad, la credibilidad y la identidad de Europa como actor autónomo en la escena mundial”.

Bruselas y las capitales nacionales deben, dice, “aceptar que se encuentran en una guerra cultural, con Europa como objetivo”, y actuar en consecuencia. “Esto no significa que Europa deba provocar a Trump a cada paso. A veces es necesario ganar tiempo”, agrega.

Pero, aprovechando sus puntos fuertes, el bloque puede “prosperar en lugar de sufrir en un orden mundial cuya desestabilización se ha visto acelerada por el presidente estadounidense”.

“¡Es la cultura, estúpido!”

El estudio sugiere que las condiciones son “propicias” para que los líderes europeos abandonen el “escenario cinematográfico” de Trump. Las encuestas muestran que el sentimiento europeo —la sensación de pertenecer a un espacio común, compartir un futuro común y suscribir valores comunes— es fuerte, según el estudio.

Los datos del Eurobarómetro muestran que la confianza de los ciudadanos en la UE es la más alta desde 2007 y ha aumentado en 12 países —sobre todo en Suecia, Francia, Dinamarca y Portugal— desde que Trump regresó a la Casa Blanca. La mayoría en casi todos los países se siente vinculada a la Unión.

Apenas hay ningún partido que quiera abandonar la UE, y la mayoría de los ciudadanos de todos los países, excepto tres (Rumanía, Polonia y República Checa), afirman que el papel de la UE en la protección de los ciudadanos europeos frente a las crisis mundiales y los riesgos para la seguridad debe cobrar mayor importancia.

En la guerra cultural de Trump, Europa es el objetivo

Pawel Zerka ECFR

Las encuestas elaboradas por el ECFR en mayo también revelaron un amplio apoyo a un mayor gasto europeo en defensa y a la autonomía militar respecto a Estados Unidos, así como una creciente sensación de que Europa y Estados Unidos representan “dos modelos diferentes de democracia”.

Aunque este panorama dista mucho de ser uniforme, Zerka argumenta que ningún Estado miembro escapará al impacto de la guerra cultural, e insta incluso a los líderes euroescépticos a darse cuenta de que la UE es “el único marco en el que pueden proteger la soberanía y la prosperidad nacionales”.

Los líderes nacionales deben rechazar la adulación como estrategia hacia Trump, aunque ello aumente las tensiones transatlánticas, y la Comisión Europea “debe ser audaz” y desplegar instrumentos como la Ley de Servicios Digitales y herramientas comerciales.

“¡Es la cultura, estúpido!” es lo que deben interiorizar urgentemente los líderes europeos, afirma André Wilkens, de la Fundación Cultural Europea. “El sentimiento europeo no es un utopismo abstracto. Se trata de sentimientos reales hacia Europa y de la disposición de los europeos a luchar por ellos”.

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