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Trump responde con una mano en la Biblia y otra en el Ejército a la mayor crisis social de EEUU en décadas

El presidente posa con la Biblia frente a la iglesia St johns', cerca de la Casa Blanca.

Javier Biosca Azcoiti

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Este lunes, poco antes del toque de queda de las siete, la policía disolvió a la fuerza una manifestación que transcurría sin altercados en Washington DC. Con las calles ya despejadas, Trump salió con su séquito a las 19:01 horas hacia la iglesia St. John's, apodada como la iglesia de los presidentes, –indignando también a la diócesis episcopal de Washington– para hacerse una foto con la Biblia y declarar: “Tenemos el mejor país del mundo”. Le acompañaban, entre otros, el jefe del Estado mayor de la defensa, el general Mark Milley; y el secretario de Defensa, Mark Esper. Minutos después, Esper y Milley, vestido con el uniforme militar, visitaron a las tropas de la Guardia Nacional desplegadas en las calles de la capital.

Horas antes de la 'operación foto', el presidente, Esper, Milley y el fiscal general, Bill Barr, tuvieron una reunión telemática con los gobernadores del país. Trump instó a los gobernadores a solicitar la presencia de la Guardia Nacional. “Tenemos que dominar el espacio de batalla”, afirmó el secretario de Defensa. Trump informó que había colocado al jefe del Estado mayor del Ejército al mando de la respuesta: “El general Milley está aquí. Un guerrero, un héroe de guerra, muchas victorias y ninguna derrota y odia ver cómo se está gestionando esto en varios estados. Le acabo de poner al mando”.

“Si un estado o ciudad se niega a tomar las medidas necesarias, desplegaré rápidamente al Ejército de EEUU y solucionaré rápidamente el problema por ellos”, afirmó el presidente. “También voy a tomar un acción decidida para proteger nuestra gran capital. He desplegado miles y miles de soldados fuertemente armados”, añadió. Al uso del Ejército se suma la progresiva militarización de la policía, tanto en tácticas empleadas como en material.

“Lo que me sorprende no son las imágenes de los manifestantes ni alborotadores, sino la policía empeorando la situación y dando la razón a los manifestantes”, sostiene Spencer Willardson, veterano de guerra. “En muchas zonas, la policía es el problema. Lo que veo es falta de formación, de empatía, de profesionalismo y de rendición de cuentas. En muchas áreas, la policía está fuera de control”, añade el ahora profesor universitario, que se considera una persona conservadora.

“Ver al jefe del Estado Mayor paseando por DC como en una zona de guerra me da escalofríos. Enseño relaciones cívico-militares y no estoy seguro de que la dirección actual se dé cuenta de lo perjudicial que es este tipo de 'liderazgo' para estas relaciones y para la confianza que gozan los militares en gran parte de la población”, añade en una publicación de su blog.

Lindsay P. Coh, profesora del US Naval War College, también es experta en relaciones cívico-militares: “Mi lectura personal es que una democracia no debería abordar así las protestas. Realmente no sabemos el efecto que puede tener. Hay muchos ejemplos de un gran uso de la fuerza que provoca que la gente se disperse y se vaya a casa por miedo –aunque eso no significa que sea lo apropiado–. Pero también puede resultar en una espiral ascendente”.

En un vídeo difundido el domingo en Twitter se ve cómo varios agentes de Minneapolis, escoltados por un Humvee militar, disparan contra varias personas que estaban en el porche de su casa. “No soy un experto en táctica policial, pero puedo decir que no hubiese permitido esto a mis soldados en Irak”, tuiteó Jim Golby, militar en activo que dirigió un equipo en Irak y que actualmente trabaja como asesor en política de defensa en la representación de EEUU ante la OTAN.

Horas antes de aquel incidente, el Departamento de Seguridad del estado de Minnesota afirmaba: “La situación sobre el terreno en Minneapolis y St Paul ha cambiado y la respuesta esta noche será diferente. La presencia de la Guardia Nacional y policía se triplicará para abordar una sofisticada red de guerrilla urbana. El mismo día, la Guardia Nacional de Minnesota publicó un tuit –que luego borró– con la imagen de un tanque: ”Nunca lo conduciríamos por la ciudad porque dañaría las carreteras“.

Willardson recuerda que en 2007 estuvo desplegado en la prisión estadounidense de Camp Bucca, Irak. “Descubrimos un túnel para escapar y cuando intentamos bloquearlo, los prisioneros se amotinaron. Durante casi 12 horas, tuvimos una batalla no letal con 1.000 detenidos. Fue un infierno. Los soldados en aquel complejo demostraron más control que el que veo en muchos policías en las manifestaciones”, señala.

“Nuestra nación ha sido atrapada por anarquistas profesionales, multitudes violentas, pirómanos, saqueadores, criminales, antifa y otros”, afirmó Trump el lunes. Lejos quedan las reflexiones del secretario de Defensa de George Bush, Donald Rumsfeld, durante la guerra de Irak: “Si bien nadie aprueba el saqueo, por otra parte, se pueden entender los sentimientos reprimidos que pueden resultar de décdas de represión y personas que han visto como el régimen mataba a miembros de su familia y no creo que haya nadie en esas imágenes... [que no] lo aceptasecomo parte del precio de pasar de un régimen de represión a la libertad”.

Militarización policial: Obama vs Trump

La policía en EEUU lleva décadas en un proceso de progresiva militarización gracias a una ley de 1996 que permite al Pentágono entregar a los departamentos de policía locales el sobrante de armas y equipos sin coste bajo el denominado Programa 1033. Solo entre 2006 y 2014, los policías locales de todo el país recibieron material militar por valor de 1.500 millones de dólares: 6.000 vehículos blindados contra minas y emboscadas, 79.288 rifles de asalto, 205 lanzagranadas, 50 aviones, 422 helicópteros y 3,6 millones de dólares en camuflaje.

Los efectos de este programa saltaron a la vista de muchos en las protestas de 2014 en Ferguson, desencadenadas tras la muerte de Michael Brown, afroamericano, por los disparos de un agente de policía. La presencia de vehículos blindados, el uso uniformes de camuflaje y otro material militar sorprendió a medios y manifestantes. Como respuesta, el entonces presidente, Barack Obama, aprobó una orden ejecutiva prohibiendo al Ejército enviar determinados equipos, como los Humvees, a las fuerzas de seguridad locales. Muchas de estas transferencias se retrasaron e incluso se revocaron, ya que el Gobierno tiene la capacidad bajo el programa de recuperar el material entregado.

“Algunos tipos de militarización, especialmente el uso de armas, uniformes y tácticas militares no parecen ayudar a la seguridad pública, a la de los agentes ni a las relaciones de la policía con la comunidad”, indica Coh. “No ayuda tampoco una cultura militar en la que la mejor forma de abordar los problemas es el uso de la fuerza. No es útil, aumenta la tensión. Sin embargo, no toda la militarización es mala, como la correspondiente a la profesionalización, formación, etc”, añade.

Si no tiene buenos resultados, ¿por qué se utiliza? “Hay varias razones”, explica la experta. “En el contexto de EEUU, el equipo hace a los agentes sentirse más seguro. Especialmente en un país con una tenencia de armas generalizada y mucho crimen. Se sienten amenazados y tener este material estilo militar les hace sentirse más seguros y en una mejor posición para hacer su trabajo. Además, tradicionalmente en EEUU la cultura política aborda el crimen como un problema que se resuelve mejor mediante el miedo y la dominación”.

Mediante el programa 1033 se han visto cosas como que un municipio de 29.000 habitanes con 67 agentes se hiciese con dos robots de desactivación de bombas, 10 camiones tácticos, 35 rifles de asalto y más de 100 mirillas infrarrojas. Los agentes forestales de Delaware recibieron 20 rifles M16, ocho M-14 y 10 pistolas automáticas calibre del 45. En Louisiana, los agentes del campus universitario se hicieron con 12 rifles M-16 para proteger a 8.811 estudiantes.

“La militarización de la policía para tratar a la gente como amenazas o como el enemigo solo aumentará las tensiones que ya existen. La militarización de la policía sin la formación adecuada y sin un cambio de mentalidad en los departamentos de policía es muy mala tendencia. Cuando veo a policías saliéndose de su camino para hacer contacto con aquellos que no están directamente amenazando sus vidas o la de otros, me enfado”, explica Willardson.

Guy Emerson Mount, profesor de historia afroamericana en la Universidad de Auburn, Alabama, sostiene que, a pesar de la descripción realizada por el Gobierno, los manifestantes no son una masa de gente sin cerebro que lo destruye todo a su paso. “Es una revuelta que ha destruido deliberadamente comisarías, tribunales, tiendas de lujo, monumentos confederados y, quizá lo más importante, un edificio utilizado para subastar esclavos”. “Estos objetivos no son aleatorios, son símbolos de injusticia histórica. Están atacando la encarnación del proyecto colonial y su sistema de capitalismo esclavista racial”.

“Estas protestas se están enmarcando desde el Gobierno de tal forma que generen miedo en la base republicana y logre movilizar a los seguidores más radicales a través de respuestas cada vez más violentas y autoritarias”, concluye Mount.

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