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Ucranianos en España: “Solo queremos vivir en paz, como el resto de Europa”

Tetyana, ucraniana de 47 años y que lleva cuatro en Madrid.

Carlota E. Ramírez

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En la serie distópica Years and Years, centenares de ucranianos se refugian en barracones de Reino Unido tras la invasión rusa de Ucrania. Una situación que tal vez en 2019, cuando se estrenó la serie, parecía ciencia ficción para muchos espectadores poco conocedores de las crisis en la región. Pero la creciente tensión ahora no es tan noticia para muchos ucranianos, incluso para los que viven lejos de su país de origen. Para personas como Oleksandr, Tetyana o Yuriy, que observan con preocupación la situación en su país a casi 4.000 kilómetros de distancia, desde Madrid. 

Como ellos, miles de ucranianos que viven en España ven estos días a los suyos ocupar portadas y abrir telediarios. Los cuatro entrevistados coinciden en que la situación internacional no les ha pillado por sorpresa. “Llevamos ocho años denunciando que lo que ocurre en Ucrania no es una guerra civil, como quiere hacer ver Rusia”, dice Yuriy, de 57 años y que preside la asociación Comunidad ucraniana en España. Sus compañeros coinciden con esta afirmación: se han sentido abandonados por la comunidad internacional desde la crisis de Crimea hasta ahora.

Forman parte de la comunidad ucraniana en España, que echó sus raíces en la década de 1940-1950, cuando el primer grupo de estudiantes emigró en busca de un futuro mejor, muchos de ellos escapando de la URSS. Medio siglo después, tras la independencia de Ucrania en 1991, se originó también una fuerte ola migratoria hacia países como el nuestro. Según datos recogidos por la embajada ucraniana en España, actualmente residen en el país cerca de 86.000 ciudadanos de Ucrania que tienen permiso de trabajo y/o residencia, y cerca de 70.000 están registrados en el padrón municipal. El 80% de ellos tiene trabajo.

Los cuatro entrevistados por elDiario.es coinciden al señalar que es posible una invasión rusa. “Conozco mi país y conozco a Rusia, por eso creo que puede haber una guerra”, asegura Oleksandr. Este ucraniano de 57 años lleva 21 en España y teme las consecuencias de un conflicto bélico. “En Ucrania ya pasábamos hambre y había pobreza. Si hay guerra, la situación empeorará para nosotros”, cuenta en uno de sus días libres como técnico de edificios en un hotel madrileño. Tiene miedo porque “no sería la primera vez” que ve a los ucranianos “coger a sus niños y huir de sus casas”. “No queremos otros territorios ni problemas en nuestras fronteras, y mucho menos una guerra”, dice.

Los antecedentes

Las revueltas proeuropeas de 2013, seguidas de la represión del Gobierno del expresidente prorruso Víktor Yanukóvich, la destitución del presidente en una escalada de tensión y la ocupación rusa de la península de Crimea, sumado al conflicto de la zona separatista y prorrusa del Donbás, al este de Ucrania, han sido el caldo de cultivo para la situación actual. Rusia eleva su presencia militar en la zona y aviones, barcos y tropas de los países de la OTAN se dirigen estos días a las fronteras de Ucrania, “en estado de alerta”. 

El pueblo de Oleksandr está cerca de la zona del Donbás, en la provincia de Dnipropetrovsk, y el ucraniano recuerda cómo sus vecinos salieron de sus casas en 2014 para cavar trincheras y “defenderse” de los rusos. “Lo que está pasando allí no es una guerra civil ucraniana, sino una invasión rusa”, afirma. “En Rusia y el Donbás nos llaman fascistas y dicen que no queremos hablar ruso, pero la realidad es que en Ucrania la mayoría de la población es bilingüe”, dice. “Ahora mismo, de hecho, no hay iglesias ucranianas, no hay periódicos ucranianos, no se aprende el idioma o la cultura en los colegios… Lo que queremos es ser un país normal y democrático”, añade. 

Tetyana coincide con él en esta idea. Ella, de 47 años, lleva cuatro en España trabajando de artesana y sí que vivió el comienzo de esta guerra. Su pueblo, en la misma región que el de Oleksandr, se encuentra a 200 kilómetros de la zona de conflicto y fue el primero en empezar a recibir heridos en el hospital. “Yo veía cómo trasladaban a personas con las manos y los pies arrancados”, rememora. 

También hace hincapié en que “no es una guerra civil, eso es una mentira”: “Los trabajadores de esa región no tienen a su disposición armas de última generación. ¿Te imaginas en España a los agricultores en posesión de morteros o misiles? Eso es lo que dice Rusia. Allí hay mucha propaganda, hay muchos rusos y prorrusos en la región del Donbás y también utilizan a la iglesia ortodoxa de Moscú para manipular”.

La herencia de la URSS

En este sentido Yuriy coincide con sus compañeros en la imagen equivocada que hay a su juicio sobre la guerra del Donbás. Y va más allá: cree que uno de los problemas que tiene su país es la herencia ideológica de la URSS. “Yanukóvich se negó a firmar el acuerdo de integración en Europa y hubo una gran movilización que chocó con lo que queda de mentalidad soviética, como en otros países que formaron parte de la URSS”.

Yuriy también comenta sobre las negociaciones para la paz en el este de Ucrania. “Se han firmado acuerdos, pero todo el mundo sabe que es un parche y que no se cumplen y la guerra híbrida continúa”, dice. “Me duele cada día que pasa, cada joven que muere y me preocupa el futuro de Ucrania”. “Putin quiere volver a unir el imperio ruso, él mismo ha dicho que la caída de la URSS ha sido la mayor catástrofe del siglo XX y, como pensaba también Lenin, cree que sin Ucrania no es posible el imperio ruso”, opina.

El mundo “por fin” mira a Ucrania

Todos los entrevistados hablan de “democracia”. “Los ucranianos solo quieren vivir en paz, como el resto de Europa”, resume Tetyana. Pero para Rusia, “que Ucrania quiera tener una vida normal es una provocación”, opina.  

Oleksandr, por su parte, celebra la intervención de la OTAN y, en especial, de España. A Tetyana, a su vez, le emociona el apoyo de otros países: “Como madre, mujer y persona, doy las gracias a todos los que nos ayudan ahora y que están pendientes de nosotros por fin”. 

Yuriy, por su parte, observa con atención “los misiles y tanques que llegan de todo el mundo”. “Hoy en día todo se puede ver y está publicado, incluso los mensajes de los rusos en los que dicen que se van a Ucrania y a Donbás”, cuenta. Cree que “la forma de actuar de Putin es meter miedo a la comunidad internacional para que le hagan caso, porque se siente humillado y quiere que le presten atención”. Para él, el presidente ruso habla “con ambigüedad” y utiliza nuevos medios, como internet, para “desestabilizar a Europa”.

Yuriy dice que no siente miedo, sino “dolor”. “Me duelen las 14.000 personas que han muerto en los últimos años o los casi dos millones de desplazados de sus casas. Por eso creo que hay que levantar la voz y no dejarse llevar por el miedo”. 

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