“A 15 kilómetros por hora, la vida pasa muy despacio”

"A 15 kilómetros por hora, la vida pasa muy despacio"

Laura Olave Lozano

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Hace dos años recorrieron Japón montados sobre una bici. El próximo destino era Armenia. Fueron a una tienda de bicicletas a comprar un manillar de mariposa pero, entre una cosa y otra, acabaron con un par de bicicletas nuevas y con un nuevo destino; la vuelta al mundo.

Ainhoa y su marido salieron de Logroño hace apenas una semana con el fin de recorrer el mundo sobre dos ruedas. Por delante, todo el tiempo para exprimir al máximo esta experiencia porque tal y como reconoce “no esperamos nada porque esperamos todo, estamos abiertos al arte, la cultura, la gastronomía… A quince kilómetros por hora, la vida pasa muy despacio y tienes tiempo para reflexionar, darte cuenta de tus limitaciones, a valorar al compañero que tienes al lado sin el cual sería imposible hacer este viaje, conocerte a ti mismo, a los demás…”.

Sin una fecha marcada en el calendario que indique el regreso a casa, Ainhoa relata que ella y su marido llevan un año preparando esta aventura. “Hemos consultado muchos foros, hemos hablado con gente que ha hecho viajes similares, hemos estudiado mucho qué material traer y cuáles eran nuestras prioridades”. Unas prioridades entre las que la montaña ocupa el lugar protagonista.

“Cada uno lleva en su mochila sus caprichitos porque en estos viajes tan largos lo más importante es sentirte bien y la comodidad más que llevar dos o tres kilos de más y, nuestro capricho, es la montaña. Queremos dejar de vez en cuando las bicis aparcadas y hacer excursiones por los Pirineos y, más adelante, por el Himalaya…”.

Con un presupuesto mensual de 300 euros para los dos, esta logroñesa asegura que “es una leyenda urbana que estos viajes sean muy baratos… puede ser que ahora sí pero, hasta llegar aquí, hemos tenido que hacer una inversión fortísima para no llevar un par de cacharros como bicicletas, el material técnico… en este tipo de viajes te puedes gastar todo lo que estés dispuesto”. Y en caso de querer conseguir unos ingresos extra, no descartan “explotar nuestras cualidades y oficios”, la jardinería en el caso de él, la escritura en el caso de ella.

Ilusionados por no saber lo que les espera por detrás de cada esquina, estos logroñeses son conscientes de la incertidumbre de los que se ha quedado aquí. “La familia, sinceramente, lo lleva un poco mal. Llevamos tres meses amenazando con que nos íbamos pero creo que no han querido asumirlo hasta una semana antes. Aún así, nos ven felices y eso es lo importante”.

Para los familiares, y todos aquellos que quieran participar de su viaje, Ainhoa y su marido han creado un blog en el que narrarán cómo se percibe la vida a quince kilómetros por hora.

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