Una colonia de palomas, la pesadilla de comerciantes de una céntrica calle de Logroño: “Hay días que retiro una pala de excrementos”
Una colonia de palomas anidada en una vivienda en la calle Pérez Galdós de Logroño está amargando la vida a los comerciantes de los locales de la calle Fundición más cercanos a Pérez Galdós. Están hartos y cansados de tener que barrer cada mañana la acera de su negocio para retirar los excrementos de estas aves, otros muchos se quedan pegados en el suelo.
Tentemos un grave problema, incluso de salud
Rodrigo San Martín Izquierdo, de la tienda de motos en el local número 12, lo resume así. “Tentemos un grave problema, incluso de salud”. Este vecino afectado cuenta que el origen de todo está en una colonia de palomas que vive en un piso vacío del número 52 de Pérez Galdós. “Parece un campanario, una docena de palomas que crían, anidan y viven ahí. Nos dejan la calle sucia y llena de excrementos que destrozan la fachada, los toldos, las cristaleras y que, cuando se mojan, provocan resbalones entre nuestra clientela y los que pasean por esta calle. Incluso en época de cría encontramos los huevos rotos en la acera”. Un problema al que denuncian “nadie pone solución”, aunque no ocurre lo mismo en la acera de enfrente. “Es llamativo que allí, cada veinte días, sí vienen a limpiar un local que está en las mismas condiciones”.
Javier Fernández, de la relojería en el local número 12 de la calle Fundición, se muestra tajante: “Estamos de las cagadas de las palomas hasta las narices, sobre todo de que nadie haga nada”. Porque asegura que el Ayuntamiento de Logroño es conocedor de su problema: “He mandado un vídeo al alcalde de Logroño mostrándole la situación de esta calle”. Una situación que en invierno con las bajas temperaturas mejora algo, pero que con la llegada del buen tiempo se vuelve “insostenible. Hay días, muchos, que retiro una pala llena de cacas de paloma”.
Con la llegada del buen tiempo se vuelve insostenible. Hay días, muchos, que retiro una pala llena de cacas de paloma
Constantino Fernández es otro de los vecinos afectados y enfadado. Su malestar ha llegado en forma de instancia al Ayuntamiento de Logroño. Hasta la fecha, son tres los escritos presentados, el último el 24 de noviembre y “nadie se ha dignado a contestarme”. A través de estas quejas, Fernández insta al Ayuntamiento de Logroño a que “intervenga para evitar problemas de salubridad y requiera a la comunidad de vecinos del número 52 de Pérez Galdós que adopte medidas para que no aniden las palomas”. Y así, tres escritos diferentes en forma de instancias al Ayuntamiento de Logroño relatando la situación que padecen cada día con sus correspondientes fotografías“.
Fernández nos muestra el toldo de su negocio, sucio y todavía con los restos de excrementos a pesar de las lluvias de los últimos días. “Lo destrozan todo y los toldos no son baratos, cuestan unos 1.500 euros, ¿quién se hace cargo de esto?”.
Han contratado a una empresa y han realizado tres limpiezas. Había cinco centímetros de porquería
Desde el Ayuntamiento de Logroño reconocen a este medio tener constancia del problema del vecindario y aseguran que se están realizando limpiezas exhaustivas en la calle. Curiosamente, al día siguiente de preguntar sobre la situación de esta calle, el vecindario tuvo respuesta o al menos la sensación de sentirse escuchado. “Ha venido un responsable municipal para decirnos que no pueden hacer nada y que es responsabilidad de la comunidad”, relata hastiado uno vecino.
Desde la administración de la comunidad de propietarios recuerdan que la ordenanza municipal prohíbe actuar contra las palomas. El piso se ha vendido y “la nueva propiedad ya ha comenzado con las labores de limpieza, se ha contratado a una empresa que ha realizado tres limpiezas. Para que nos hagamos una idea de cuál era la situación de la vivienda, se han encontrado cinco centímetros de porquería”.
Parece que la solución está más cerca, pero mientras llega Rodrigo, Javier y Constantino tendrán que seguir barriendo la acera antes de subir la reja de sus negocios y esperar que las palomas desaparezcan, definitivamente, antes de que vuelva el calor.
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