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Arde el cine de barrio de los vecinos de Usera, abandonado por Almeida desde hace dos años

Restos del cine tras el incendio.

Peio H. Riaño

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Allá donde el ladrillo da un respiro y aparece el horizonte hay una pantalla fija y dos gradas ancladas que se pudren. Hay varios colchones y mantas bajo la estructura del escenario. Al chaval que se ha tumbado con sus auriculares en la grada más alta y mira al cielo no le importa. “Es la primera vez que paso por esta calle y cuando he visto esto... Es un cine de verano, ¿no?”.

Los vecinos se movilizaron hace ocho años para levantar un cine de verano que construyeron, gestionaron y programaban por votación popular durante seis años. La Asociación de Vecinos Barrio Zofío elaboraba una lista de películas, que votaban entre todos para montar el cartel de julio y agosto. La loma se abarrotaba de sillas plegables y las noches abrasadoras se soportaban. 

Los medios y recursos eran mínimos y en ese descampado pelado no había toma para el suministro de energía eléctrica. Lo arreglaron con un enganche ilegal de luz, que tiraron hasta la comisaría de Usera, a pocos metros. Así estuvieron hasta que reunieron dinero suficiente para alquilar un generador.

El colectivo Todo por la Praxis, experto en las políticas de reciclaje, diseñó Cinema Usera y pudo ejecutarlo después de buscar aquí y allá los materiales que compondrían una sala de cine al aire libre única en Madrid. El contenedor que ha ardido esta semana se utilizaba como almacén y en su día lo encontraron en Matadero. “Era caro, estaba intervenido y era de poliéster”, recuerda por teléfono el arquitecto Diego Peris, de Todo por la Praxis. 

Una política contra el barrio

El proyecto salió adelante con el beneplácito del equipo de Ana Botella (PP), cruzó la legislatura de Manuela Carmena (Ahora Madrid) con más recursos económicos y entonces llegó José Luis Martínez-Almeida (PP). Y Loreto Sordo, concejala y presidenta de los distritos de Moncloa-Aravaca y Usera, desmontó sin justificación la gestión de los vecinos de su ocio. Les arrebató el proyecto hace dos años y se lo entregó a una empresa de animación cultural para hacerse cargo de las proyecciones. “Solo de las proyecciones”, como explica a este periódico Carlos Calvo, CEO de Jugarnia, con una trayectoria de 30 años como “proveedores de entretenimiento”.

“Tenemos una concesión con el Ayuntamiento para la proyección de películas donde nos dicen. Con el espacio de Cinema Usera no tenemos nada que ver, no nos dedicamos a conservarlo”, añade Carlos Calvo. La Asociación Barrio Zofío indica que el Ayuntamiento tampoco lo hace. Diego Peris, de Todo por la Praxis, aclara que hasta que fueron expulsados de la gestión eran ellos quienes se encargaban del mantenimiento del espacio. “Los abandonos institucionales provocan esto”, apunta el arquitecto. El incendio es el síntoma de la degradación cultural del espacio y, para los vecinos, del barrio. 

¿Qué le parece? “Una puta mierda”. ¿Y antes? “De puta madre”. Hemos asaltado a Manuel en el portal de su casa, carga una garrafa de aceite y varios litros de leche. Está jubilado desde hace dos meses, ha sido vigilante jurado y le ha quedado una pensión de algo más de 1.000 euros. Paga una hipoteca que las políticas del Banco Central Europeo le han subido 200 euros. Apoya en el suelo los enseres y su recelo inicial y se dispone a explicar qué ha ocurrido con aquel proyecto que llenaba de vida la zona. 

“Lo han matado”

“El Ayuntamiento se lo ha quitado a los vecinos para dárselo a una empresa. Ya no viene nadie, no sabemos qué proyectan y en el cine viven indigentes. El almacén ha ardido porque lo habían ocupado y trapicheaban ahí”, dice. Antes de despedirnos cuenta que no irá a votar este domingo, que está harto de “tantos chorizos” y alarga la conversación con el racismo y Vinícius, los impuestos, Pedro Sánchez y... “Esta no es mi España. Franco te cuidaba”.  

En la cumbre de una loma, al borde del parque de Pradolongo y del Hospital 12 de Octubre, en las orillas que separan Usera de Orcasitas, la pantalla de cine está pintarrajeada y rota. Un paisaje perfecto para Instagram. Las letras de “Cinema Usera” se conservan sin daños y las dos gradas con las maderas de los bancos reciclados del Ayuntamiento resistirían otro verano. Los vecinos están deseando regresar a uno de los proyectos más ilusionantes del barrio. Pero está muerto. “Bueno, lo han matado”, me aclara María, que pasa por la acera. Viene de Exlímite, una sala de teatro en la misma calle. Hace años, frente al cine, estaba abierta la sala Kubik y también participó de esta revolución cinéfila. Los vecinos nos cuentan que antes, en Usera, había ocho salas abiertas. Ya no queda ninguna. 

Fernando Sánchez-Cabezudo mantuvo operativa la sala Kubik hasta 2016. Ahora es asesor y coordinador artístico del Centro Dramático Nacional. “Cinema Usera nació sin saber cuánto iba a durar. Los gestores culturales del barrio estuvimos con los vecinos. Y cuando nos fuimos, los vecinos lo mantuvieron vivo. Crearon un vínculo entre la comunidad y la cultura único. Y se lo quitaron. Es una clara falta de escucha y de empatía con el barrio. Hacen falta este tipo de proyectos culturales que den voz a los vecinos”, sostiene el gestor cultural.

Cultura de la cancelación

También habla de empoderamiento y compromiso de la ciudadanía con los espacios en los que conviven. Son dos formas de hacer y entender la política: una, la neoliberal en la que prima la empresa y el beneficio y condena la soberanía del vecindario. Y otra, la que trabaja para el entorno bajo la autogestión y todo rédito económico lo vuelve a invertir en el mismo proyecto. Así nos lo cuenta Paco Rodríguez, presidente de la Asociación Barrio Zofío. Estuvo desde el principio en el montaje de la idea y ahora sueña con recuperar el proyecto, con que la cultura vuelva a manos del barrio. “Quizá después del domingo”, dice. 

El estado calamitoso del proyecto no sienta bien a la oposición ni al Gobierno de Cibeles. Al hilo del incendio hubo rifirrafe tuitero entre la formación de Rita Maestre y la de Loreto Sordo. “Si quieres que haya cultura en el barrio, que se cuide y se mantenga, el domingo vota por Más Madrid”, publicaron en la cuenta de Más Madrid Usera, con dos fotos del antes y el después del incendio. El Partido Popular Usera respondió: “Tachaannnn y Más Madrid utiliza un accidente para hacer política. La desesperación que tenéis porque el domingo en Usera y en todo Madrid volveremos a ser los favoritos de los madrileños”. 

“No fue un accidente. Fue intencionado. Estaba tan abandonado que forzaron la puerta del almacén para vivir dentro. Hasta que lo quemaron”, cuenta Paco Rodríguez. Recuerda con claridad cómo fue la primera reunión con el equipo de Loreto Sordo al llegar al distrito. Lo primero que hicieron fue pedirles la lista de películas que iban a proyectar. “Era nuestro proyecto y ya querían intervenir en el contenido. Recuerda que Loreto Sordo fue quien anuló el concierto del hijo del cantautor Luis Pastor en las fiestas de Aravaca. Y también fue la que propuso a la predicadora evangélica, que sacó de Usera”, apunta el vecino para hacer un retrato rápido de la gestora del PP. Sordo justificó la cancelación porque prefería “un grupo más generalista”. 

Cultura de proximidad

“El espacio lo usábamos también para difundir la cultura de barrio. Dábamos a conocer a nuestros vecinos artistas. Era la gente de barrio haciendo cultura para el barrio. Necesitamos cultura de proximidad, necesitamos programaciones más diversas para el barrio. No queremos una empresa que llega con un programa diseñado por el Ayuntamiento y que repite en todos los distritos de la ciudad”, señala Paco Rodríguez. Explica que habían diseñado una filmoteca, con la intención de proyectar en los colegios de la zona para difundir el cine. “Todo murió cuando llegó el PP. El modelo se ha quemado ahora, pero lo mataron hace dos años”, añade. 

Guillermo de Torres gestiona Espacio Oculto y fue de los gestores culturales que dieron apoyo a Cinema Usera. Asegura haber hablado con la concejala Sordo de este asunto y haberle dicho que no han querido entender lo que hacían los vecinos en aquel descampado habitado. “Aquí viven 135.000 personas de origen humilde, con una convivencia de lo más sana. Y culturalmente ocurren cosas muy interesantes y muchos proyectos los ha apoyado Loreto Sordo. Pero han acabado con la cultura de proximidad. Cada barrio necesita una programación específica para su gente y su contexto. Necesitamos que apoyen ese tipo de autogestión participativa, apoyada económicamente. Con Cinema Usera no entendieron nada”, indica Guillermo de Torres. Así ocurrió que lo público pasó a manos privadas, que el barrio quedó huérfano de lo que había creado aunque parecía imposible de montar y, finalmente, que la desatención política mató la cultura del barrio. 

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