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El atracón madrileño de las ferias de Navidad

Navidalia, organizada en el recinto ferial de Getafe, Madrid.

Víctor Honorato

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En la carpa cubierta de la feria navideña Navidalia, instalada en Getafe hasta el 9 de enero, hay dos estampas de tamaño natural de Papá Noel dando vueltas en una atracción de barraca. Las imágenes están impresas sobre sendas aspas, que giran en círculos en lo que es una variante de temporada del clásico juego de feria de patear un balón a una portería minúscula, superando la barrera móvil y el bordillo que sobresale de la línea de gol. Es muy difícil acertar, pero también apartar la mirada del ingenio, de los señores orondos y barbudos que dan vueltas, hipnóticamente. En el primer domingo de apertura, un día de lluvia intermitente, son pocos los que se han acercado a probar suerte. Pero los feriantes saben que es cuestión de tiempo que alguien se arriesgue a lanzar.

Los Santa Claus porteros no son, ni de lejos, la atracción más llamativa de Navidalia, anunciada a bombo y platillo como “el primer parque temático de la Navidad” y “la experiencia más auténtica de la Navidad de la Comunidad de Madrid” por sus promotores, la Asociación Madrileña de Feriantes, con los auspicios del Ayuntamiento de Getafe. Está situada en el recinto ferial, al este de la ciudad, en una zona mixta de viviendas e instalaciones industriales a la que se llega mejor en coche que caminando. Ocupa 25.000 metros cuadrados, dispone de noria, pista de patinaje, “montaña de trineos”, mercadillo, churrería e incluso una atracción de inspiración precristiana, Dino Aventura, con animales del Jurásico porque “no todo va a ser Papá Noel y los Reyes Magos”, según la lógica empresarial del encargado del pabellón, Antonio Fra, de 19 años, que se define a sí mismo como “jovencito y emprendedor”.

La Palestina histórica, en Torrejón

Navidalia es el penúltimo intento de exprimir las fiestas de diciembre, que en este 2022, ya casi sin restricciones sanitarias, multiplican por Madrid sus expresiones comerciales. La de Getafe es, de hecho, la respuesta de los feriantes a las Mágicas Navidades de Torrejón de Ardoz, declaradas fiesta de interés turístico regional en 2018 y que tiran por elevación: su eslogan es “el parque de la Navidad de España”. El promotor aquí es el Ayuntamiento, que apuesta en 2022 por un festival de esculturas de hielo, un camino de Belén descrito por el programa oficial asegura como “un grandioso recorrido a escala natural por aquella histórica ciudad”, conciertos para niños, espectáculos luminosos o “monólogos de navidad”, en una selección muy parcial del calendario de actividades, que rondan el centenar. 

En tiempos de preocupación por el cambio climático, el Consistorio promociona en este mismo marco el espectáculo “Puerta mágica”, “una brillante exhibición de luz musical, única en Europa”, en tres pases, con un millón de bombillas led, de las que se recuerda su “bajo consumo”. El presupuesto del conjunto es de 2,5 millones de euros, según recogió en noviembre Madridiario en el acto de presentación de los festejos, amenizado por el presentador Carlos Sobera. El Ayuntamiento prevé recuperar gastos con la venta de entradas, ya muy avanzada, a razón de dos o tres euros por persona, mas extras en el interior.

El Jurásico en el Polo Norte

“No todas las especies que hoy conocemos son las que han habitado el Ártico”, explica la web del tercer macroparque en liza estas navidades. Denominado Árticus, La estrella de la Navidad, se ubica hasta el 8 de enero en el recinto ferial de la Casa de Campo. Rivaliza en superficie con el de Torrejón –ambos rondan los 100.000 metros cuadrados–, pero está enteramente promovido por una empresa privada. Se trata de Let’s go Company, del exitoso promotor Iñaki Fernández, que tiene buena relación con el consistorio. También en Madrid promueve, entre otros negocios, el Espacio Delicias, que ocupa –temporalmente, según las administraciones– terrenos de Adif en donde por convenio con el Ayuntamiento debería haber equipamientos públicos.

Árticus tiene entradas de coste variable, entre los siete y los 50 euros, lo que la convierte en la experiencia más cara de las tres. La más barata es la de Navidalia, donde entrar es gratis, pero que cobra un mínimo de cuatro euros por barraca. El precio no amilanó el primer domingo de apertura a una familia de Villafranca de los Barros (Badajoz), de escapada turística en Madrid. “Nos dijo el conductor del autobús que estaba bien”, explicaba Raúl, el padre, recién salido de un portal de Belén expansivo, “el más grande de Europa a tamaño real”, según la organización. Catalina, la abuela, se quejaba de que los niños que querían bajar en trineo por el tobogán –“montaña”, según el folleto– tuviesen que subir con la silla a peso. En todo caso, por lo general, todos los visitantes estaban satisfechos con lo que veían, salvo el precio. Una pareja, padres menores de 40, calculaban la inflación histórica del coste de las atracciones: “En nuestra época ya te digo que era menos de cuatro euros”, ironizaba Sara Rocha, de Getafe.

En la taquilla la venta avanzaba a buen paso, considerando que aún no era época de vacaciones y que el tiempo no acompañaba. La vendedora explicaba que la feria antes se organizaba en Alcalá de Henares, pero que, tan cerca de Torrejón, la competencia era muy fuerte. Además, había que pagar por las tasas y el alumbrado (en Getafe, el Ayuntamiento recibió de los feriantes 77.000 euros). En el exterior, la casa de Papá Noel seguía cerrada –abriría más tarde– pero la música por los altavoces insistía, en inglés, machaconamente, que el dueño venía de camino a la ciudad.

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