Las calles de Madrid 'se olvidan de sus nombres' para concienciar y sensibilizar sobre el Alzheimer
Más de una decena de calles del barrio de Ópera de Madrid se encuentran sin sus respectivas placas identificativas desde el miércoles, y así permanecerán hasta este sábado. Este hecho inusual ha causado especial sorpresa entre vecinos, comerciantes y transeúntes, también ha provocado algún que otro desorientado.
Pero, ¿quién está detrás de la desaparición de las más de 100 placas con los nombres de las calles? La Fundación Pasqual Maragall, que desde hace 10 años investiga para poder prevenir el Alzheimer, y la Fundación Bancaria “la Caixa”, en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid, son los creadores de una acción que pretende sensibilizar a la población sobre la enfermedad neurodegenerativa, coincidiendo con el Día Mundial del Alzheimer, este viernes 21 de septiembre.
El Director del Departamento de Ciencia de la Fundación Bancaria “la Caixa”, Ignasi López, el Director de la Fundación Pasqual Maragall, Jordi Camí, y la Directora General de Mayores y Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid, Marisol Trías, presentaron este miércoles la campaña “Calles en Blanco”, que tiene lugar en las céntricas calles del barrio de Ópera, no muy lejos de la Puerta del Sol, de la Plaza Mayor y del Palacio Real.
Las 14 calles donde se está llevando a cabo la iniciativa son la Plaza de Ramales, Calle de Vergara (hasta esquina Calle Espejo), Calle de Santa Clara, Calle Conde de Lemos, Calle Lazo, Plaza Santiago, Calle Santiago, Calle de los Señores de Luzón, Calle Milaneses, Calle Mayor (entre Calle de los Señores de Luzón y Calle Milaneses), Calle Espejo, Calle de la Amnistía, Calle de Santa Clara y Calle Unión. Bajo cada placa, ahora en blanco, se ha colocado otra explicativa. Varios voluntarios de la Fundación Pasqual Maragall recorren también la zona para ofrecer información y mostrar la necesidad de impulsar la investigación.
Si bien la campaña “Calles en Blanco” está poniendo a prueba a quien pasa por el barrio de Ópera con un buen fin, entre vecinos, turistas y comerciantes de la zona hay discrepancias, no todos han interiorizado con la acción del mismo modo. Varios vecinos, turistas y trabajadores de la zona han declarado a eldiario.es que les parece “una acción original”, “una buena forma de concienciar, innovadora y necesaria” y que “no ha afectado para nada a la clientela o al desarrollo normal de la vida en el barrio”. No obstante, algunos vecinos de la zona ven “sin sentido” y “muy poco serio” que el Ayuntamiento de Madrid “se haya prestado a quitar el indicativo a las calles”. El propietario de un establecimiento comercial considera que “con algo simbólico o identificador de la enfermedad hubiera sido suficiente”, sin tener que dejar las calles anónimas, “hace que los turistas se pierdan”, dice.
La iniciativa llega a Madrid tras pasar por las calles de Barcelona el año pasado, y busca provocar en los ciudadanos los síntomas que puede tener una persona que padece la enfermedad como la pérdida de orientación y el olvido de información cotidiana, concienciando así sobre la importancia de la investigación en la prevención de esta enfermedad, devastadora tanto para enfermos como para familiares y que todavía no tiene cura ni forma de frenarla.
“Es muy importante conocer los síntomas del Alzheimer, ya que en muchas ocasiones, los familiares más allegados son los primeros en detectarlos”. Es aquí, tal y cómo asegura el doctor Gonzalo Sánchez, neuropsicólogo e investigador de la Fundación Pasquall Maragall, en lo que esta acción hace mayor incisión: “El mensaje es claro, la importancia que tienen los familiares a la hora de detectar y prevenir los síntomas más precoces de la enfermedad. El tipo de investigación que llevamos a cabo está centrado en la prevención, es una enfermedad que dura muchos años y que puede no evidenciar síntomas demasiado claros mientras sí se producen cambios en el cerebro. La estrategia por lo tanto, es acercar el papel clave que tienen los allegados en detectar problemas que el enfermo puede negar o minimizar, ajeno a lo que ocurre”.
La enfermedad se caracteriza por una larga fase previa silenciosa, que puede iniciarse hasta 20 años antes del inicio de los síntomas, periodo que se denomina fase preclínica. Vinculado a la acción en las calles, la Fundación Pasquall Maragall ha publicado en la revista científica Journal of Alzheimer's Disease un pionero estudio en el que demuestra que incluso en la fase preclínica del Alzheimer, en la que no hay síntomas, los familiares pueden percibir cambios relevantes. El estudio detectó alteraciones cerebrales y cognitivas asociadas a esta fase de la enfermedad en participantes que no percibían cambios en su capacidad cognitiva, pero en cambio, sí sus allegados.“Este hallazgo abre una nueva puerta para el desarrollo de estrategias de prevención de la enfermedad”, explica el doctor Sánchez.
Aunque el Alzheimer es una enfermedad que afecta a la memoria y a la orientación, también da lugar a cambios en la personalidad y el comportamiento, alteraciones en el lenguaje y dificultades para la planificación de tareas o la resolución de problemas del día a día. Algunas de las señales de alerta a tener en cuenta para detectar de forma temprana la enfermedad son: olvidarse o tener dificultades para recordar información reciente; desorientarse en lugares muy conocidos; repetir en bucle una misma pregunta; tener problemas para seguir instrucciones; cometer errores en la percepción del paso del tiempo, como por ejemplo, confundir a conocidos actuales con otros que forman parte de su pasado; perder el interés por actividades que antes le gustaban; perder objetos importantes o dinero, de forma más frecuente de la habitual y mostrar dificultades para seguir una conversación, entre otras.
Según datos de la Pasqual Maragall, cada 4 segundos se diagnostica un nuevo caso de demencia en el mundo, y se calcula que 46 millones de personas la sufren, en la mayor parte de los casos causada por el Alzheimer. 1 de cada 10 personas mayores de 65 años y un tercio de las mayores de 85 padece Alzheimer. Esta cifra se traduce en España en 800.000 personas afectadas y un coste diario de 60 millones de euros. El coste estimado anual por persona es de 27.000 euros, el 87% del cual corre a cargo de la familia de la persona afectada, que además, también es la que se ocupa del cuidado del enfermo en el 80% de los casos.
En la actualidad, no existe ningún medicamento para curar o detener el curso de la enfermedad. Los únicos tratamientos que existen son para paliar algunos síntomas y tratar de mejorar la calidad de vida de pacientes y familiares. Por ello, con la esperanza de vida en aumento, si no se encuentra un tratamiento efectivo para la enfermedad, la cifra de casos podría multiplicarse por tres en 2050, alcanzando dimensiones de epidemia.