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Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es Cabo Norte (Menguantes, 2020). Además, ha publicado Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012)Es socio de Soulandia, una empresa que aplica la narrativa a estrategias de comunicación, y del coworking malasañero Espíritu23. Habita en la linde occidental del barrio.

www.pedrobravo.es

Sobre el problema de la vivienda y las soluciones que nos permitan vivir

Manifestación por una ley de vivienda el 20 de marzo en Madrid.

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La fiesta de la democracia es una rave en la que los DJ tocan frenéticamente los botones de la mesa de mezclas para que parezca que hacen algo cuando en realidad llevan la sesión grabada de casa. El último en subirse a la tarima a hacer playback es José Luis Ábalos, que quiere hacernos creer que está realmente preocupado por el asunto de la vivienda y que éste se puede arreglar con una bonificación del IRPF (no muy distinta de la que ya existe) y prometiendo por enésima vez que para nosecuándo habrá nosecuántas casas de alquiler social. Pero, como tenemos mucha juerga encima, sabemos que esos temas mil veces pinchados no van a cambiar la vida a nadie. Y ya es hora.

No es casualidad que la palabra vivienda venga precisamente de vida. Tener un techo digno para ser y para estar en el mundo ha sido una manía de nuestra especie incluso antes de que decidiésemos dedicarnos a la agricultura y asentarnos en ciudades. Convertir esa necesidad en activo financiero, en cambio, es una tendencia muy reciente que nos está llevando a la ruina muy rápido. La emergencia habitacional que se vive desde hace tiempo en Madrid no es distinta a la del resto de España, Europa y el mundo porque su origen es el mismo: unos mercados globales capaces de establecer las reglas económicas para maximizar sus beneficios y de imponer, además, un relato que trata de convencernos de que progresamos a medida que vamos empobreciéndonos. Can you feel it

Como el ministro, otros agentes —políticos, empresarios y medios de comunicación— se muestran ahora conmovidos por un problema que hasta hace nada ni siquiera reconocían y van proponiendo sus soluciones. Hemeroteca: el Ayuntamiento de Madrid presenta en febrero un plan de ayudas al alquiler que se ve obligado a cambiar para ocuparse de quienes tienen menos ingresos. Poco después anuncia que espera llegar a 400 viviendas en usufructo para dedicarlas a arrendamiento. La Comunidad, por su parte, proclama que va a comprar 300 pisos a particulares para ofrecerlos en alquiler social y que construirá otros 700 para lo mismo. El sector inmobiliario y sus grupos de presión hablan de repente maravillas de la vivienda social pero en seguida piden ayudas e incentivos para ponerse a hacerlas. Incluso un capitoste del ramo monta lo que se vende como un proyecto revolucionario y esencialmente bueno para ofrecer techo a las personas sin hogar a través de una Sociedad Anónima Cotizada de Inversión en el Mercado Inmobiliario (SOCIMI), esa herramienta diseñada precisamente para beneficiar a quienes no necesitan más beneficios. Todos, a coro y con las manos en el aire, cantan que hay que construir más, niegan que el control de los alquileres sea efectivo y presionan, de momento con bastante éxito, para que nada ocurra. Ya lo decía Kase O en su histórico beef con Metro: “Siempre el mismo estilo, siempre la misma voz”. 

Es estadísticamente imposible que haya tantísima gente con puestos de responsabilidad que pueda ser tan obtusa como para no entender lo que nos jugamos con el asunto residencial, así que sólo nos queda concluir que pretenden hacernos bailar al ritmo que marcan esos poderes inmobiliarios y financieros globales. Los argumentos en contra de la intervención real en el mercado de la vivienda con los que intentan entretenernos son, desde luego, los mismos. Que se acabará con la oferta, que se reducirá su calidad, que genera inseguridad jurídica, que no incidirá realmente en los precios y que no hay datos que demuestren que esa medida ha funcionado allí donde se ha aplicado. Claro, porque en cambio sí está empíricamente demostrado que el mercado libre está facilitando muchísimo el acceso a la vivienda.

Es éste un asunto que requiere una visión transversal y una actuación valiente si pretendemos un presente y un futuro medianamente decentes. Ya sabemos que no va a haber trabajo para todos y que el que haya será cada vez más precario y temporal. También conocemos qué le pasa al sistema cuando se lleva al límite la deuda. E incluso es posible que seamos conscientes de que estamos en el inicio de una crisis como no se había visto antes. Nada de esto se soluciona sólo con políticas integrales de vivienda que incluyan la regulación de los precios, pero sólo algo así puede aliviar los efectos de todo ello. 

A pesar de la cantinela que repite el discurso oficial, sí hay ejemplos de esas políticas; todos, por supuesto, a mejorar y a adaptar a la realidad que toque. Viena es uno, que además incluye una forma de control de precios. Hay ciudades que tienen décadas de experiencia en la regulación, como Nueva York, y otras como Berlín con sistemas más recientes que no son tan fallidos como se cuenta. En general, la tendencia es ir actuando para arreglar un desaguisado que no empieza y acaba en lo inmobiliario, sino que tiene consecuencias en la economía y la vida en general. La emergencia habitacional nos limita la participación en la sociedad de consumo, nos obliga a habitar más lejos de nuestros lugares de trabajo, ocio y socialización, nos hace gastar más recursos naturales. Por eso hay quien propone soluciones aún más imaginativas y avanzadas que la simple regulación. Como el arquitecto David Bravo (no es familia, aunque me gustaría), que en este artículo lanza, entre otras ideas, una renta básica universal en especies o renta básica universal residencial. Temazo.

Acabo ya. Por si alguien no se ha enterado, en Madrid hay elecciones a la Comunidad en unos días. Y, por si alguien está dudando, un buen criterio para decidir el voto puede ser estudiar las propuestas en materia de vivienda y optar por quienes se comprometan a hacer algo para que la vida no siga igual. Cumpla o no finalmente el PSOE el acuerdo de legislatura que firmó con Podemos, y puesto que buena parte de las competencias en la materia están descentralizadas, es clave tener un gobierno regional que de verdad piense en la economía de todos.

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Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es Cabo Norte (Menguantes, 2020). Además, ha publicado Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012)Es socio de Soulandia, una empresa que aplica la narrativa a estrategias de comunicación, y del coworking malasañero Espíritu23. Habita en la linde occidental del barrio.

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