Bolardos de colores
Los bolardos que delimitan las aceras sin bordillos de buena parte de las calles del barrio, esos mismos con los que seguro hemos chocado en más de una ocasión y que han pintado tantos moratones en nuestras piernas como rayas en los laterales de nuestros coches mientras aparcábamos, son menos odiosos en el tramo de la calle San Vicente comprendido entre la Corredera de San Pablo y San Andrés.
Allí han mudado su gris uniforme por un colorido arcoiris por obra y gracia de no sabemos quién. Sorprende observar cómo una acción tan sencilla logra una transformación tan notable del lugar: es como si el sol brillara siempre en el mencionado trozo de vía.
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