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Cocinas fantasma Madrid
La hamburguesería de moda para llevar que amarga la vida a sus vecinos de Malasaña

Repartidores esperando recoger sus pedidos en Vicio, ocupando las aceras de Divino Pastor

Diego Casado

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Hasta hace unas semanas, la calle Divino Pastor era una de las vías con menos bullicio de Malasaña: pese a su cercanía al Dos de Mayo, la existencia de un convento que ocupa la mitad de la vía y de comercios de actividad tranquila (varias librerías, una academia y solo un bar en su parte alta) aseguraba a los residentes un día a día tranquilo y unas veladas no demasiado ruidosas pese a encontrarse en un barrio de agitada vida nocturna. Pero en enero llegó el Vicio y desde entonces sus habitantes viven en un constante trasiego de ruido, olor a comida y repartidores que bloquean la calle.

Vicio es el nombre de la cadena de hamburguesas de Aleix Puig, un cocinero catalán que ganó el MasterChef de hace tres años y que desde entonces ha montado varios negocios de hostelería. El de Madrid lo abrió buscando repetir el éxito cosechado en Barcelona, donde sus locales venden miles de hamburguesas a la semana, unas 15.000, según un artículo de ABC publicado recientemente. A diferencia de su local estrella en la ciudad condal, situado en la Vía Augusta, el de la capital es muy pequeño y solo despacha comida a domicilio, que entrega cada día a cientos de repartidores a través de una estrecha puerta.

El modelo de negocio de Vicio en Madrid conlleva una ocupación intensiva del espacio público que rodea el local: las aceras se llenan a menudo de repartidores, especialmente a las horas de las comidas y las cenas. También el vado de entrada al garaje de la calle, que funciona la mayor parte del día como un improvisado aparcamiento de motos, patinetes y bicicletas de los riders. Los trabajadores de Glovo y de otras empresas de reparto consultan en una pantalla que da a la calle si su pedido está listo y muchos de los repartos se efectúa en la propia acera en lugar de en el interior del local, como marca la normativa.

Los vecinos de la calle se están movilizando para denunciar las molestias que les causa esta hamburguesería desde que abrió sus puertas. Varios han denunciado la situación al Ayuntamiento de Madrid, ante quien se quejan de ocupaciones en las acera de los trabajadores y sus vehículos, lo que obliga a los viandantes a caminar por la calzada, también advierten de malos olores: “Desde las 9.00 de la mañana algunos días se puede oler a comida en toda la calle”, indica una de las quejas tramitadas en el consistorio, a la que ha tenido acceso Somos Malasaña. “No entendemos cómo se permite abrir un local que genera tal número de gente y vehículos parados que entorpecen el tránsito en una calle estrecha del centro de Madrid”, añaden los vecinos. “Esta situación somete a los vecinos a un incremento de la contaminación, tanto acústica como atmosférica en sus hogares”, destacan los afectados, que recuerdan que la calle se encuentra en Zona de Protección Acústica Especial y Zona de Bajas Emisiones de contaminación.

Vicio funciona con una licencia de comercio para venta de platos preparados y su actividad está en regla: “Tiene autorización para la implantación de comercio de platos preparados con obrador, en un local que ya tiene uso comercial”, explican a Somos Malasaña fuentes del área de Desarrollo Urbano. Su permiso lo solicitó en forma de declaración responsable el 19 de agosto del pasado verano, aunque los vecinos dudan que esta autorización sirva para soportar una actividad en la que se despachan miles de hamburguesas cada semana: “De facto, estamos ante una cocina industrial y no ante una tienda de venta de comida preparada al por menor con lo que el ejercicio de su actividad real no corresponde con la concedida por el Ayuntamiento”, indican los vecinos en otra segunda denuncia consultada por este periódico. Es el mismo tipo de permiso que permite operar a la cocina fantasma de la calle San Bernardino, donde los habitantes de esa parte de Conde Duque denuncian problemas similares.

Un street assistant para ordenar a los repartidores

El negocio de Vicio nació hace año y medio en Barcelona, en pleno auge de la comida para llevar debido a los cambios en el consumo propiciados por la pandemia. Con una imagen provocadora y una comunicación que apela a los instintos de sus clientes, en enero se presentó en Madrid con una fiesta y la apertura del local de Divino Pastor. Su fundador es el citado Aleix Puig, pescadero hasta el año 2019, cuando ganó la séptima edición del programa de televisión MasterChef. Autodefinido como “la persona más ambiciosa del mundo” en una reciente entrevista publicada en El Mundo, desde su victoria prueba suerte como empresario hostelero y con Vicio parece haber dado con la fórmula del éxito para el público.

Su modelo, basado en una carta sencilla de hamburguesas y batidos de aspecto apetitoso, implica un elevado uso de repartidores por parte de sus clientes. En lugar de contar con equipo propio para llevar la comida a sus clientes, la empresa usa riders de las principales empresas del gremio, en especial de Glovo, aplicación en la que es una de las marcas más demandas. Eso implica que numerosos trabajadores autónomos lleguen cada día al local en sus patinetes, bicis o motos para cargar sus pedidos, lo que origina la mayor parte de problemas a los vecinos de Divino Pastor.

“Somos muy sensibles a este tema. Tenemos una preocupación importante para intentar evitar las molestias”, explica una portavoz de Vicio en conversación con Somos Malasaña. El negocio dice haber recibido directamente solo las quejas de una comunidad de vecinos de la calle, a través de su presidente. “Cuando llegas a una ciudad que no es la tuya hay un poco más de caos”, admiten a la vez que explican las fórmulas que están probando para disminuir los problemas antes señalados. “ Con el tiempo todo se va a normalizar mucho más”, aseguran.

La principal medida ha sido la contratación de un street assistant, una persona del equipo dedicada exclusivamente a ordenar a los repartidores en los momentos de mayor trasiego del local. “Regula el flujo de repartidores, ayuda a que nadie interrumpa el tráfico en la calle, pide a los riders que no pongan música alta...” detallan entre sus labores. También afirman que su mecánica a la hora de entregar los pedidos, con un software que los distribuye a través de la pantalla visible desde la calle, evita tener que gritar los números de servicio, con lo que se reduce otro de los ruidos habituales de este tipo de negocios.

Aunque la figura que ordena a los repartidores lleva días trabajando, los vecinos indican que su labor apenas se ha notado y siguen quejándose de la invasión de las aceras durante este último fin de semana. Las fuentes consultadas confían más en las inspecciones del Ayuntamiento que en la autorregulación del local y esperan que sus denuncias tengan pronto efecto.

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