“La calle es el mejor soporte para cualquier tipo de expresión”
“¿Hace cuánto que no te diviertes en la calle?” Con esta pregunta directa es como El Observatorio Callejero irrumpió en Malasaña durante dos tardes del pasado septiembre.
Armados con tizas, peonzas, combas, rayuelas, dados gigantes e ingenio, mucho ingenio, sus miembros invitaron a jugar a un barrio que les recibió con tan buen humor como sorpresa. Se dirigían a las mismas personas a las que poco tiempo antes habían recibido a la salida de las bocas de metro de Bilbao, Callao o Gran Vía con un “¡Bienvenido a la calle!” escrito en un felpudo gigante.
Así fue el estreno en sociedad de este colectivo de personas vinculadas a la comunicación y el arte que desde hace un año están decididos a “reivindicar la calle culturalmente, como lugar de disfrute”.
“La calle es nuestra. Es nuestro lienzo. Es nuestra pantalla. Es nuestro altavoz”, afirman.
Redescubrir lo obvio
“La calle ha perdido cosas que son lo que la hacía interesante antiguamente, cuando los chavales nos pasábamos todo el día en ella”, afirma Antonio Sañudo, miembro fundador del grupo.
“Creemos que es el mejor soporte para cualquier tipo de expresión y pensamos que si muestras a la gente lo que pueden hacer en ella cambiarán el 'chip', la verán de otra forma y se animarán a vivirla de manera diferente”
Sañudo habla como extrañado de que lo que cree que tendría que ser norma, considerar la vía pública como algo mucho más que el lugar por donde uno pisa cuando va de casa al trabajo y viceversa, necesite ser redescubierto como tal.
¿Por qué no en Madrid?
El trabajo del Observatorio se desarrolla a través de acciones como las descritas anteriormente -en las que de alguna manera se propone a la gente un juego, se les invita a interactuar- y mediante de un blog, sitio de encuentro en la Red en donde muestran cuanta cosa interesante se hace en cualquier calle del mundo.
Indica Antonio Sañudo que la idea de montar este observatorio-laboratorio le vino estando en Berlín. La vida que había en la calle, el arte que se respiraba en mucho de lo que veía a su alrededor, le llevó a plantearse el porqué no sucedía lo mismo en su ciudad, Madrid.
Al regresar a España se puso manos a la obra. Malasaña y alrededores fue donde creyó que mejor podría calar su mensaje práctico. “Además, todos los del proyecto o somos de aquí o hemos hecho vida aquí”, cuenta.
Al referirse a “los del proyecto”, Antonio habla de los grafiteros, creadores de posters, fotógrafos, actores y publicitarios que están vinculados a este Observatorio abierto a todo el mundo, con cerca de 500 miembros en Facebook, y en torno al cual bullen las propuestas de personas que se acercan con intención de colaborar ideando y poniendo en práctica un arte callejero respetuoso, que nada va a estropear; lúdico, en busca de la sonrisa del semejante; y crítico, tanto con la publicidad invasora que se adueña del entorno urbano como con la conformidad con la que hemos asumido que la calle no es nuestra, que las cosas son como nos las pintan y que quienes tienen la facultad de intervenir en el espacio público son otros.
Aunque su próxima acción en la calle la llevarán a cabo en breve en Lavapiés, donde organizarán una exposición fotográfica en la vía pública, ya trabajan en otro proyecto que experimentarán en Malasaña y cuyos detalles sólo han querido desvelar, de momento, off the record.
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