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Malasaña seguirá sin nuevo centro de salud en 2022: Ayuso no presupuesta las obras prometidas en el solar de Grilo

El solar de Grilo, cerrado esperando las obras del centro de salud

Diego Casado

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Hace un año, el Ayuntamiento acababa con el proyecto vecinal desarrollado durante más de once años en la calle Antonio Grilo. Ejecutaba la orden de desalojo y cambiaba las cerraduras de la puerta que daba acceso a un solar que estuvo abandonado primero y que después los habitantes de la zona llenaron de vida, actividades y plantas. El equipo de Almeida lo hacía para poner a disposición de la Comunidad de Madrid este espacio y que construyera allí el nuevo centro de salud para el barrio de Universidad. Pero un año después no hay ningún indicio de que vaya a comenzar allí ninguna obra. Ni siquiera en 2022.

Los presupuestos recién aprobados de Ayuso, la que tiene que construir el equipamiento, no recogen ninguna partida destinada al centro de salud de Universidad. En el detalle de sus presupuestos, el llamado Plan de Mejora Integral de Sanidad están previstos 23,9 millones para la construcción de nuevos centros de salud, ninguno en el centro de Madrid. Solo se hace referencia a levantar en Las Tablas, y Montecarmelo en la capital, además de otros cuatro en otras zonas de la región.

Hace unos meses el área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid confirmaba a Somos Malasaña que la cesión del número 8 de la calle Antonio Grilo estaba formalizada legalmente. “La parcela ya es de la Comunidad de Madrid en derecho de superficie”, añadieron fuentes municipales entonces. El consistorio rechazó que en su interior continuara el proyecto vecinal del Solar de Grilo mientras llegaban las obras, pese a que el espacio lleva vacío más de un año y seguirá igual, al menos, otro más.

Los pacientes del ambulatorio de Palma-Universidad llevan muchos años pidiendo una solución para las instalaciones precarias que hasta el momento acogen sus consulta. Actualmente se divide en dos locales, uno en la propia calle Palma y otro en Norte, a unos 100 metros, con escaso espacio de estancia para pacientes y habitaciones obsoletas. Aunque las carencias se notan a lo largo de todo el año, es en los momentos de más tensión de la atención primaria cuando más queda en evidencia la precariedad de la dotación: las colas en la calle para hacerse PCR porque los pacientes no caben dentro es la última estampa que deja el centro de salud, aparecida en muchos medios a nivel nacional.

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