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Reunión de sabios sobre la Guerra Civil en Gran Vía: “En nuestro grupo hay diferentes ideologías y convivimos muy bien”

gefrema

Luis de la Cruz

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Existe en Facebook un grupo dedicado a la Guerra Civil con un millar y medio largo de seguidores, de actividad frenética y pasmosa. El último adjetivo viene dado porque algunos de sus miembros más activos son capaces de identificar la localización de una fotografía atendiendo a cualquier detalle de una fachada o el lugar en el que posaban unos milicianos por la minúscula insignia en la solapa de uno de ellos. Se trata, en realidad, de la extensión en internet de la Asociación GEFREMA (Grupo de Estudios del Frente de Madrid), cuya actividad más habitual es el estudio de la guerra en Madrid, la organización de rutas sobre la misma o la publicación de su revista (en la presentación del último número se quedó gente en la calle, lo que no es habitual para una publicación del ramo).

Los días 21 y 22 de noviembre celebran en el Centro Cultural de los Ejércitos (Gran Vía, 13) las conferencias de las VIII Jornadas GEFREMA, en las que participarán historiadores e investigadores importantes de diferentes tendencias, como el experto en la historia de la CNT y el movimiento obrero Julián Vadillo; uno de los historiadores que más vende en la actualidad, Ángel Viñas, o el escritor y concejal del PP Pedro Corral, entre otros.

He quedado junto al lago de la Casa de Campo con Antonio Morcillo, socio número 1, miembro fundador y presidente de GEFREMA –“elegido anual y asambleariamente”, me aclara–. Charlamos en uno de los chiringuitos del lugar, no muy lejos de algunos de los vestigios de la Guerra Civil que suelen ser objeto de sus rutas y estudios.

SOMOS MALASAÑA: ¿Cómo surge Gefrema?

ANTONIO MORCILLO: En 2002 nos juntamos unas 30 personas vinculadas al estudio de la guerra civil, unos por el recuerdo de familiares, otros del núcleo de Tierra de Fuego y sus rutas sobre el tema… surge de ahí una cantera sobre la que ha ido creciendo la asociación hasta llegar a ser un par de centenares de socios. Entonces pensábamos que ya había pasado el tiempo suficiente como para acercarse al estudio de la Guerra Civil sin que se usara políticamente… hoy no lo haría.

La asociación se ha convertido en un referente…

Así es, dentro de ella hay gente de diferentes ideologías pero también convivencia y respeto. Ha habido de todo en 17 años pero la experiencia es muy buena. La mayoría de las asociaciones están politizadas o son prácticamente unipersonales, así que somos una rara avis.

Lo habitual en una asociación es que nazca a partir de un grupo y en ese núcleo se quede, sin evolucionar, o que surja por una subvención y dure lo que esta se mantenga. Nosotros no tenemos ni queremos subvenciones, nos mantenemos muy bien con las cuotas de los socios y la venta de nuestras publicaciones, que son de mucha calidad.

Os centráis en un periodo muy tratado pero a la vez lo hacéis de forma muy técnica, atendiendo a la historia militar

La investigación histórica tiene que cuestionar todo. Uno de los grandes errores de la Historia suele ser extrapolar nuestra sociedad al pasado. Hay que hacer un estudio desapasionado y en nuestro caso está la guerra, que tiene cuestiones técnicas que hay que abordar. Hay que saber mucho de escenarios, por ejemplo, pero hay que saber de todo, sobre la sociedad de la época, acerca de modelos de fusil, de tanques, las prácticas de cada bando para con el prisionero, qué se comía… hay que leer mucho, de forma contrastada. Llegar a ser un especialista es complejo porque hay que saber de todo.

¿Y la composición de vuestros socios? Al margen de la ideología, que ya quedamos en que era diversa

Pues nació con un carácter muy didáctico, no en vano muchos provenían de la enseñanza, y la mayoría de la gente que se acerca son aficionados a la historia de la guerra que no encuentran lo que buscan en otros sitios. Hay un grupo que vendría a ser el núcleo duro, el más activo a la hora de organizar las actividades y gestionar la asociación. Precisamente en ese núcleo hay diferentes ideologías y convivimos muy bien.

Háblanos de las Jornadas, que se han convertido en un jalón anual para los aficionados a la historia contemporánea de Madrid

Noviembre es un mes especial porque es el aniversario de la Batalla de Madrid, y siempre lo conmemorábamos haciendo más conferencias y paseos de lo habitual. En 2012 empezamos con el actual formato de las jornadas, haciendo dos días de conferencias y dos de rutas… y hasta hoy.

Normalmente se hacían en la Escuela de Hostelería de la Casa de Campo, aquí al lado, pero por el cambio de dirección del centro, que ha decidido no acoger actividades externas, nos hemos ido al Centro de Estudios del Ejército, en la Gran Vía.

Tenéis ponentes de primera línea, ¿cómo conseguís que se sumen a las jornadas?

Tenemos ya mucho prestigio y nuestras propuestas suelen ser bien recibidas. Hay que tener en cuenta que cuando acaban unas jornadas se empieza a trabajar en las siguientes, especialmente José Antonio Zarza, que es quien las coordina. Los ponentes no cobran, a lo sumo el desplazamiento si vienen de lejos y la cena que hacemos, y aun así quieren venir. Este año, por ejemplo, viene el profesor Ángel Viñas, que trabaja y vive en Bruselas. Al principio no era tan sencillo, claro. Por otro lado, también nos llegan ofrecimientos. En definitiva, es un trabajo laborioso porque se busca que estén representadas diferentes sensibilidades.

Incluso los presentadores de los conferenciantes son nombres de peso

Sí, tanto que este año vamos a tener un presentador de presentadores. Nuestra labor también es que no se excedan en el tiempo porque tenemos un programa muy apretado, lo mismo sucede con el turno de preguntas… hay gente que no quiere opinar brevemente o preguntar, pretende dar su propia conferencia.

¿Cómo está el tema de la protección del Patrimonio Material de la Guerra Civil?

Nosotros estamos ahora haciendo el inventario de restos de la guerra en el municipio de Madrid precisamente, a instancias de la Dirección General de Patrimonio. El año 2013 se dictó una ley patrimonial concreta para proteger estos restos, para que ya no se pueda más derribar un fortín para hacerse un chalé. Lo que pasa es que para que la protección vaya más allá de una mera declaración hay que inventariar los bienes. Lo primero que se hizo fue crear una especie de Consejo de Sabios en el que yo mismo estaba. Había académicos, arqueólogos, profesores de universidad, miembros de asociaciones sobre la materia…

Se preguntó a los municipios si se querían sumar al proceso de elaborar los inventarios, con ciertas subvenciones y la posibilidad de crear algunos centros de interpretación. Esto es un caramelito para los municipios. Este verano se inauguró el de Brunete y este jueves (para el lector el pasado) se inaugura el de Pinto. Se ha visto que las asociaciones somos las que más conocemos el terreno, más que los académicos, nosotros mismos, pero también otras como Colectivo Guadarrama, Cota 667 o Tajar, de manera que somos los que estamos haciendo los inventarios.

En Madrid ciudad capital hubo un problema político: Comunidad de Madrid y Ayuntamiento estaban gobernados por distintos partidos y el Ayuntamiento de Manuela Carmena no quiso entrar en ello, pese a que había gente dentro de su partido a favor, como la Concejala Presidenta de Moncloa Aravaca, Monserrat Galtcerán. Pero parece que Carmena no. Llegado un determinado momento, la Dirección General de Patrimonio decidió hacerlo por su cuenta y lo estamos elaborando nosotros.

¿Toca el centro de Madrid el inventario?

No toca casi el centro porque es un instrumento pensado de cara a evitar que actuaciones urbanísticas se llevan restos por delante. Se limita a zonas donde hay trincheras, refugios, construcciones de hormigón…Se sitúan sobre todo en Fuencarral, Latina, Villa y Puente de Vallecas o Moncloa-Aravaca. No se entra en asuntos como edificios característicos del momento, con impactos de bala o antiguas sedes de organizaciones. Nosotros en nuestra actividad interna, y especialmente en nuestras rutas, sí que lo hacemos. Incluso le dedicamos un número de nuestra revista a la Telefónica.

*

La conversación con Antonio siguió, hablamos de refugios de la guerra, de Barcelona y Madrid, del oficio de Historiador... temas interesantes que quizá se deslicen también en las conferencias y rutas de este mes. Merecerá la pena acercarse al Centro Cultural de los Ejércitos (Gran Vía, 13) los días 21 y 22 de noviembre y comprobarlo .

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