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Una vecina estudia denunciar al Ayuntamiento por la amenaza que supone la isla de reciclaje que hay junto a su piso

Imágenes del incendio de los contenedores el pasado 26 de diciembre y daños en la fachada del edificio | SOMOS MALASAÑA

Somos Malasaña

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Los contenedores de reciclaje situados a la altura del número 60 de la calle San Vicente Ferrer, casi llegando a la calle San Bernardo, ardieron en tres ocasiones a lo largo del pasado año. Como consecuencia de la última vez que fueron quemados, el 26 de diciembre, una mujer acabó con el talón de su pie izquierdo roto y con dos vértebras fracturadas tras saltar por la ventana de su dormitorio temiendo por su vida. Aún convaleciente, sin poderse mover, y con un atestado sobre lo ocurrido en marcha, B.G.L se plantea denunciar al ayuntamiento. En todo caso, sus abogados dejarán puesta esta semana una reclamación administrativa.

Tanto su objetivo como el de otros vecinos suyos es que el Consistorio cambie de sitio los 5 contenedores que tienen prácticamente pegados a la fachada del edificio en el que viven, a un metro de distancia. En el 010 acumulan múltiples reclamaciones por el ruido y los malos olores que provoca esa isla de reciclaje formada por cinco módulos, pero a lo que más miedo tienen es al fuego, a que se repitan los actos vandálicos que provocaron la situación de la que hablamos y cuyas huellas todavía son visibles en la fachada del edificio. “Cuatro horas después de producirse el incendio que puso en peligro nuestras vidas, los contenedores habían sido repuestos en su misma ubicación”, indica alarmada esta vecina, que tuvo que ser intervenida de urgencia de sus lesiones.

Los administradores del número 60 de San Vicente Ferrer sí que tienen puesta ya una denuncia por estos mismos hechos, en la que detallan que el edificio sufrió daños en la fachada, cristalera, mármol y cerramientos metálicos, así como en los cristales de las ventanas de dos viviendas. “El calor que adquirió la fachada del edificio afectado produjo la rotura de ventanales y el derrumbe de elementos de parte de la fachada. Los bomberos procedieron a la retirada de los materiales afectados por el fuego, ante el peligro que para vecinos y ciudadanos suponía”.

Saltar por la ventana como única opción de escape

Saltar por la ventana como única opción de escape

“El 26 de diciembre eran las 6 de la mañana cuando, estando en la cama, tuve la sensación de que algo ocurría en la calle. Decidí asomarme y vi que tres de los cinco contenedores de reciclaje que hay prácticamente bajo mi ventana estaban ya ardiendo. Había un fuego denso y bestial por la calle que cubría también toda la fachada de mi edificio, llegando hasta arriba. Ya comenzaba a arder tanto el cuarto como el quinto contenedor, esos sí ya situados justo debajo de las ventanas de mi domicilio. Traté de contactar con los servicios de urgencia, pero el tiempo apremiaba y como desde donde yo estaba no se veía la entrada principal del inmueble por el humo negro del plástico y las llamas que había, temí por mi vida y decidí saltar por la ventana de mi habitación para tratar de ponerme a salvo. No vi otra opción. No sabía si el fuego se había propagado dentro del edificio. La distancia hasta el suelo, unos cuatro metros”.

La quema de contenedores de reciclaje en Malasaña no es algo episódico, sino más bien algo recurrente, tal y como hemos contado en este periódico en distintas ocasiones, siendo el pasado mes de abril uno de los meses más negros, en este sentido, que se recuerdan. Cada quema de contenedores supone un delito de daños, con penas de cárcel que van de 1 a 3 años.

Ante el peligro real que supone la posible nueva quema de los contenedores de reciclaje, el resto de molestias que los vecinos dicen que estos les provocan palidecen. Sin embargo, conviene también tenerlas en cuenta: “Los contenedores están prácticamente pegados a nuestras viviendas y soportamos los ruidos de los vidrios que se tiran en ellos a todas horas tanto vecinos de la zona como los bares de la calle”, asegura B.G.L.

Lo cierto es que nadie quiere tener islas de reciclaje en las puertas de sus comercios o de sus casas. La estrechez de calles y aceras en la zona hace que deban estar muy próximas a los edificios y con frecuencia se convierten en focos de suciedad por el mal uso que de ellas se hace; en foco de ruido, problema agravado por no estar acotado su horario de uso o de vaciado; y, como hemos visto, en un peligro potencial siempre a expensas de que el pirómano de turno decida prenderles fuego. Sin embargo, al mismo tiempo, los vecinos también se suelen quejar de la falta de contenedores donde poder reciclar y de la frecuencia con la que estos espacios se cambian de lugar.

Juan

La dejadez del ayuntamiento. La bajada de multas a los vándalos y la ausencia de policía va a ser la herencia de estos 4 años. El barrio daba pena. Ahora da asco. Queremos mano dura YA!!

malasañero

pues va a

tener razon!!
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