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Los salvadores del histórico teatro Albéniz de Madrid: “Si no llegamos a obligar a los dueños, esto sería un bloque de pisos”

Cinco de los miembros de la plataforma Salvemos el Albéniz, este jueve frente al teatro

Diego Casado

10 de noviembre de 2022 23:12 h

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Cinco personas sujetan una pancarta a escasos metros de la Puerta del Sol, en una de sus callejuelas. Lo hacen bajo las miradas de once enormes figuras de madera, de gesto alegre, talladas hace casi 80 años. Están colocadas en la fachada del Albéniz y han vuelto allí gracias a los cinco de debajo: son quienes encendieron la mecha de una oleada ciudadana que logró en las calles y los tribunales la pervivencia de una de las joyas teatrales de Madrid.

“¡El Teatro Albéniz salvado!”, reza su pancarta, celebrando que las 870 butacas de su interior volverán a acoger espectadores la semana que viene, con una reapertura que llega 17 años después de que su empresa propietaria asegurara que iba a ser demolido. “Cuando vimos que esto lo iban a cerrar, dijimos que no”, recuerda Eva Aladro Vico, la portavoz de la plataforma que surgió en su defensa. Rápidamente empezaron a recoger firmas e iniciaron una estrategia en los frentes jurídico, ciudadano y mediático que se reveló exitosa.

La más visible fue la ciudadana, con la implicación de decenas de figuras relevantes de la cultura como Nuria Espert, el Gran Wyoming, Chavela Vargas, Mario Gas o Pedro Almodóvar. También abrieron un blog para comunicar todos sus pasos. Pero la que logró parar los pies a los propietarios fue la de los tribunales, pidiendo la declaración inmediata de Bien de Interés Cultural (BIC) a la Comunidad de Madrid para que se incoara un expediente y se detuviera cualquier intento de demolición. Primero lo hicieron llevando 7.000 firmas a la Dirección General de Patrimonio, dirigida por un entonces desconocido José Luis Martínez-Almeida. Se negó a declarar BIC el espacio. Lo votaron en la Asamblea. También fue rechazado. Así que acudieron a la Justicia.

“Planteamos un recurso contencioso-administrativo, después otro recurso ante el TSJM, y así sucesivamente durante diez años. Cada vez que nos decían que no, lanzábamos un recurso. La estratagema funcionó”, afirma orgullosa Aladro al relatar el parón del derribo que consiguieron en los tribunales. No fue hasta la llegada de Cristina Cifuentes a la Comunidad de Madrid cuando, después de muchos años de presión, se planteó la declaración de Bien de Interés Patrimonial (BIP) en sustitución de la otra figura. El Albéniz estaba más cerca de la salvación.

A partir de ese momento, la propiedad cambia de intenciones y se ve obligada a proteger el teatro. Contrata al arquitecto Antonio Ruiz Barbarín y plantea una reconstrucción integral. “Al principio desconfiábamos, pero vimos el proyecto, luego el desarrollo y nos quedamos tranquilos. Hemos conseguido una restauración integral maravillosa”, cuentan desde la plataforma. Se han recuperado los frescos del edificio, las lámparas de araña de cristal o algunos elementos sigulares perdidos de la época en la que se convirtió en un cine.

Una de las joyas de la restauración son las once estatuas de madera citadas al inicio de este artículo, talladas por Ángel Ferrant y que fueron colocadas durante la pasada primavera. Se almacenaron durante años en el interior del teatro y la propiedad dudaba sobre si exponerlas o no en el exterior, donde originalmente estaban.

Eva reconoce que “si no llegamos a obligar a los dueños a restaurar el teatro, no estaríamos aquí. Esto sería un bloque de pisos”. Pero la insistencia del grupo motor, compuesto también por Beltrán Gambier en la parte jurídica y Berta Delgado en la comunicativa, sirvió para resistir y vencer. Ahora quieren que su ejemplo sirva de inspiración a otros madrileños implicados en luchas para salvar el patrimonio de la ciudad. “Creemos que los ciudadanos tenemos que luchar por nuestra cultura, porque si no lo hacemos nosotros nos quedamos sin teatro, sin cines, sin bibliotecas...”, asegura Aladro. “Que la gente sepa que se puede, nosotros somos un ejemplo de lo que se puede conseguir”, dice.

Sus reticencias iniciales en la resolución de ese caso se comprenden en una capital donde se ha demolido patrimonio industrial como las Cocheras de Cuatro Caminos o el Taller de Presición de Artillería, para construir pisos de lujo. Tampoco se ha encontrado una solución definitiva a Velintonia, la casa de Vicente Aleixandre, por ejemplo. “Madrid es de las ciudades que menos protección patrimonial persigue, es un desastre. Hemos tenido palacetes del siglo XV que los han declarado BIP y han acabado hundiéndose”, lamenta Aladro. “París, por ejemplo, tiene un cuidado exquisito a la hora de conservar sus edificios históricos porque saben que son lugares de atracción turística”, recuerda.

La recuperación de este teatro histórico del año 1945 se produce en un momento en el que Madrid necesita más auditorios que nunca, con musicales que tienen que llevarse a carpas montadas sobre explanadas -Espacio Delicias- porque no disponen de lugares para acoger sus obras.

Banderas en la reapertura

La reapertura del Albéniz será por todo lo grande: levantará el telón con el musical Company de Sondheim, interpretado por Antonio Banderas. El actor malagueño fue uno de los que se unió a la causa ciudadana con su firma y su apoyo personal, reclamando un futuro cultural para el edificio. Ahora podrá actuar allí gracias a un montaje de su propia compañía, el Teatro del Soho.

La gestión del teatro corre a cargo de U-Music Hotels, marca de la discográfica Universal que opera diferentes alojamientos por todo el mundo, en los que busca ofrecer a sus clientes una “experiencia inmersiva” en torno a la música, con modelos híbridos que mezclan alojamiento y espectáculos. El de Madrid será el primero que abra en suelo europeo, con un escenario perfecto para convertir en lugar en “un referente de la música, las artes y el entretenimiento”. La inauguración del hotel será el próximo lunes 14 de noviembre y el estreno de Banderas el jueves 17.

La guinda de la reapertura del Albéniz la pondrá el Ayuntamiento en unos meses, con la reforma de las calles de alrededor, desde la plaza de Pontejos hasta parte de la calle de la Paz, donde se ubica. La pequeña plaza triangular que se forma a la entrada contará con algún árbol más y bancos, para facilitar los encuentros en las entradas y salidas del teatro.

Company estará en el teatro diez semanas. Lo que llegará después todavía no se ha anunciado, aunque se esperan seguro conciertos de grandes estrellas internacionales y otro tipo de espectáculos. Los miembros de la plataforma confían en que el nivel será alto. “Esto no se ha acabado, vendremos a vigilar”, aseguran con una sonrisa, medio en broma medio en serio. “Seguro que va a ser maravilloso”, confían.

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