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Sobre este blog

Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

Más allá de Italia, el rescate de España parece inevitable

El amargo adiós de Monti alimenta la incertidumbre en Italia. / Efe

Carlos Elordi

Rajoy ha encontrado un nuevo culpable de los males de España: es Italia, una vez más, la que nos lleva por el camino del desastre. En la narración oficial de lo que está ocurriendo –la de la señora Cospedal y el ministro Guindos que repiten los paniaguados mediáticos del PP- lo nuestro iba bastante bien hasta que a Mario Monti le ha dado por dimitir, y a Berlusconi por volver, provocando una inquietud en los mercados que nos ha contagiado enseguida. Habrá gente que se lo crea, pero los datos y las opiniones están ahí para demostrar que la convicción de que España puede caer en cualquier momento en el abismo y que la petición de rescate a Europa es una necesidad perentoria no se ha rebajado un ápice desde hace meses y se ha intensificado en las últimas semanas.

Las cifras de paro de noviembre fueron puntualmente subrayadas por la prensa extranjera –“la severa recesión deja a España noqueada”, dijo el Financial Times-, y el empeoramiento de las previsiones de crecimiento que reconoció hace unos días el BCE, junto a la confirmación de que, a pesar de los terribles recortes, el déficit público español sigue prácticamente donde estaba hace un año (mientras la deuda no deja de aumentar), explicaban, en opinión de los analistas, que la prima de riesgo española volviera a subir desde finales de noviembre, antes de que en Italia resurgiera su endémica inestabilidad política.

La decisión de Monti –que seguramente es más una maniobra política que el gesto airoso de un héroe derrotado-, además de agravar la incertidumbre sobre España, ha reforzado la presión para que Rajoy pida ya el rescate. Y la prensa alemana contraria a que eso ocurra, es decir, casi toda, ha manifestado su malestar por esas presiones y ha visto con temor que el gobierno de Madrid pueda haber empezado a ceder: eso era lo que se desprendía de la información que el Frankfurter Allgemeine Zeitung publicaba en torno a la admisión de la posibilidad de rescate que Guindos hacía el lunes en Radio Nacional.

Con todo, nadie se atreve a hacer predicciones sobre lo que puede pasar. Está claro que la UE y la eurozona ha entrado en un nuevo momento de agudización de su crisis. Por culpa de Italia, de España, de Grecia , que, además de todo, ahora necesita también que le perdonen buena parte de su deuda pública. Y también por los malos pronósticos sobre la marcha conjunta de la economía europea –Alemania y Gran Bretaña acaban de unirse al carro de la recesión. Pero Angela Merkel no parece dispuesta lo más mínimo a dar su brazo a torcer: el plan, oficioso pero asumido por todo el mundo, del gobierno germano es que ni habrá rescates ni quitas de deuda ni nada que suponga que Alemania tenga que poner dinero, hasta después de septiembre, es decir, hasta que Alemania celebre sus elecciones generales que, tal y como están hoy las cosas, la señora Merkel debería ganar holgadamente.

El diario Ekathimerini ha visto así las consecuencias que eso va a traer para Grecia: “La pregunta es qué va a pasar en nuestro país hasta las elecciones alemanas. Muchos expertos prevén que el actual gobierno no pasará la próxima primavera y está ampliamente aceptado que este va a ser un invierno muy difícil para una amplia parte de la sociedad, que se volverá contra el Gobierno”.

Sobre Italia, los pronósticos son malos. Y en los análisis sólo aparece un paliativo: que Monti se presente a las elecciones de febrero con una nueva formación centrista. Para frenar las posibilidades de Berlusconi en ese sector del electorado, pero, sobre todo, para ofrecer al centro-izquierda, a la coalición que encabeza Pier Luigi Bersani, el aliado que necesita para gobernar si, como dicen los sondeos, ésta gana las comicios pero no con mayoría suficiente para ello. En definitiva, que lo que se está barajando es que Monti vuelva a ser el primer ministro. “Monti no ha dicho su última palabra”, proclama la primera página de Le Monde de hoy. “Italia ganaría si Monti se presentara” dice el editorial del Financial Times. También Il Corriere della Sera está por esa opción. Y la Confindustria (La CEOE italiana). Y hasta una parte de la conferencia episcopal.

Desde el punto de vista de la ortodoxia europea –la alemana y la de la Comisión de Bruselas- el gran riesgo que implica la crisis italiana es que, por vía de la inestabilidad o de la debilidad de un futuro gobierno, los compromisos de austeridad asumidos hasta ahora por Monti queden en entredicho. Especialmente cuando todo indica que las fuerzas, de izquierdas, de derechas y populistas –incluido Berlusconi-, que piden cada vez más abiertamente que se rompan esos compromisos e incluso que Italia se salga del euro, pueden obtener un fuerte respaldo en las urnas. (Dicho sea de paso que esas posiciones, o sea la rebelión contra los dictados de Angela Merkel utilizando como amenaza la posibilidad de abandonar la moneda única son ya también las de exponentes del establishment europeo como el columnista Wolfgang Munchau del Financial Times).

Las cosas se han puesto demasiado mal como para que Rajoy siga haciendo que la cosa no va con él. Su gobierno va a incumplir todos los objetivos que le ha marcado Bruselas. La recesión se ahonda y cada vez más analistas temen que se prolongue también durante 2014. Y lo que es más urgente: el Tesoro español necesita vender títulos de deuda pública por valor de no menos de 123.000 millones de euros en 2013, buena parte de ellos durante el primer semestre del año y todo indica que no hay inversores dispuestos a comprar tan ingente cantidad y que el juego mediante el cual los bancos españoles cubren las emisiones con los fondos que les presta el BCE está a punto de acabarse, si no ha acabado ya.

En definitiva, que el Gobierno español no va a tener más remedio que pedir el rescate. Y no muy tarde, además. Eso va a romper el diseño que se ha trazado la señora Merkel –de ahí que quepa esperar que Alemania redoble sus presiones para impedirlo-, pero también puede alterar el programa de Rajoy. Porque el rescate vendría con contrapartidas (parece ser que las pensiones serían una de las primeras), lo cual podría intensificar la protesta social, y porque pedirlo supondría reconocer su fracaso y entrañaría una debilidad política que podría agitar, y mucho, las aguas de la derecha española.

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Carlos Elordi es periodista. Trabajó en los semanarios Triunfo, La Calle y fue director del mensual Mayo. Fue corresponsal en España de La Repubblica, colaborador de El País y de la Cadena SER. Actualmente escribe en El Periódico de Catalunya.

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