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Prueba del Alfa Romeo Stelvio Q4, un SUV 'premium' diferente

Alfa Romeo Stelvio Q4.

Pedro Urteaga

Como en otros muchos órdenes de la vida, hay personas que cuando quieren adquirir un coche prefieren el valor seguro, el clásico por así decir, y otras a las que les gusta distinguirse, no ya por un afán de autoafirmación, sino porque de alguna forma los modelos muy vistos les resultan poco atractivos. Aplicado a esto a los vehículos considerados premium, una gran mayoría se inclina por las marcas por todos conocidas, especialmente las tres grandes alemanas, y una minoría pone los ojos en otras como Alfa Romeo, que ya de por sí cuenta con su propia red de incondicionales, los alfistas.

Hemos probado durante las recientes fechas navideñas el Stelvio Q4, SUV de la marca italiana equipado en esta ocasión con un motor diésel de 210 caballos y en versión Veloce, de corte deportivo. Hablamos de un coche que ronda los 57.000 euros, precio en línea con el de un Audi Q5 o un Mercedes GLC y con el que el usuario tiene acceso a una concepción diferente a lo acostumbrado de lo que significan distinción y refinamiento.

Repasemos antes de continuar las novedades que se han incorporado en los últimos tiempos al Stelvio con el fin de actualizar su tecnología y conectividad. Bajo el apoyabrazos delantero se ha colocado una superficie de recarga inalámbrica siempre de agradecer, y los mandos, tanto los que controlan el sistema multimedia como la palanca selectora del cambio, presentan un nuevo aspecto que transmite mayor sensación de calidad.

También es novedad la pantalla multimedia, de 8,8 pulgadas, que pasa a ser táctil, por lo que el referido sistema se puede controlar bien desde los mandos, bien desde la propia pantalla. La interfaz está estructurada ahora en forma de widgets que, al arrastrarlos, permiten personalizar el menú de inicio para tener los accesos ordenados al gusto de cada cual. En la instrumentación cambia la apariencia de los menús de la pantalla central, de 7 pulgadas.

El nuevo volante dispone de superficie capacitiva, por lo que basta con tocarlo para que detecte que el conductor mantiene el control, mientras que antes era necesario aplicar una pequeña fuerza permanentemente. Entre los asistentes figuran el programador de velocidad activo con funciones mejoradas (de atasco, hasta 60 km/h, y en autopista hasta 160 km/h), detección de obstáculos con frenada de emergencia, reconocimiento de señales de tráficovigilancia de ángulo muerto con corrección de trayectoria y avisador de abandono con nueva función de mantenimiento de carril.

Por último -y así entramos en materia de conducción-, el avance por inercia al levantar el pie del acelerador se activa con esta actualización no solo en el modo A (Advanced Efficiency), como hasta la fecha, sino también en el normal (N), y sigue como estaba el más deportivo (D, de Dynamic). La insonorización mejora gracias a que hay nuevo material aislante en el túnel de transmisión y a que las ventanas ahora son de cristal laminado, a pesar de lo cual el ruido del motor resulta más perceptible de lo deseable en el habitáculo, sobre todo a baja velocidad.

En carretera, lo que se hace más presente es el ruido de rodadura, tal vez debido a la enorme sección de los neumáticos de la unidad de pruebas, de 255 milímetros, montados sobre unas llantas no menos descomunales de 20 pulgadas, preciosas por cierto para nuestro gusto y seguramente para el de la mayoría de los alfistas.

Un diseño distintivo

Estos disfrutarán muy particularmente, además de una terminación que nos ha parecido exquisita, de los detalles de diseño que distinguen a todo Alfa y también a este Stelvio, por ejemplo de los cannocchiale, los característicos relojes cónicos de Alfa, o del botón de arranque incrustado en uno de los brazos del volante. Las inserciones del interior pueden ser de aluminio, madera o remedo de fibra de carbono, y el vehículo se puede personalizar aún más por medio de una lista de accesorios Mopar, la firma de Stellantis (y antes de Fiat Chrysler) especializada en esta línea de producto.

Mención aparte merecen en el Stelvio las levas, herencia del catálogo de Maserati y que por tamaño son en este caso más bien paletas, con las que podemos manejar de manera manual el cambio automático de convertidor de par y ocho velocidades. El funcionamiento de este último, cuando el conductor no interviene, resulta un tanto moroso en el modo Advanced Efficiency y adecuado en los otros dos programas, de acuerdo con nuestro criterio.

Por lo que respecta al motor diésel de 210 CV, cuenta como es lógico con potencia sobrada para afrontar cualquier situación, de un repecho a un adelantamiento, y en modo D presenta una respuesta brillante. El consumo puede quedarse en los 6,5 litros/100 km en una conducción tranquila y rondar los 7,5 litros a un ritmo más elevado y cuando se circula por autovía a alta velocidad, con lo que -digamos- se sitúa en los niveles que cabe esperar de un modelo de este tamaño y peso.

No cambian en el nuevo Stelvio ni la calidad del comportamiento, a la altura del de un buen turismo, ni las cotas interiores, en las que flaquea el espacio disponible para las piernas de los pasajeros traseros, en un vehículo de casi 4,7 metros de longitud. Nada que reprochar, en cambio, al maletero, que con 525 litros y 1.600 si se pliegan los asientos posteriores es capaz de albergar el equipaje de toda la familia.

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